sábado, 30 de abril de 2011

EL DESAFÍO HISTÓRICO DE LOS CRIOLLOS Y LOS MESTIZOS


La exclusión de los valores y principios de la civilización del Anáhuac, en la formación del mestizaje, ha sido el más grave error histórico, tanto de los criollos como de los mestizos. Se han privado de lo mejor de sí mismos.



En efecto, toda mezcla racial y cultural es promotora de la diversidad y la innovación. De hecho, no existen pueblos “puros” racial y culturalmente en el planeta. Partiendo de que el origen del ser humano viene de África y que las culturas más antiguas, como la sumeria, es producida por la cultura Obeid (4500 a.C.) y posteriormente por la cultura Umma, hasta llegar a la cultura persa, que a través de miles de años y mestizajes diversos consolidó un rostro propio que la define y la representa. Lo mismo podríamos decir de Egipto y de las demás civilizaciones llamadas Madre. Todas y cada una de ellas fueron el fruto del encuentro y mezcla entre pueblos y culturas diversas.


El ejemplo más obvio es el pueblo español, que es la mezcla más grande de las mezclas raciales y culturales, pues la península ibérica siempre fue y ha sido un puente geográfico, étnico, lingüístico y cultural entre África y Europa. El pueblo español está conformado por iberos, celtas, godos, visigodos, cartagineses, romanos, berbergs, árabes, africanos, entre muchos otros. Y esta serie de encuentros, fusiones y apropiaciones culturales se traducen en riqueza humana y en la sistematización de la sabiduría existencial que aporta cada pueblo y cultura. España es la síntesis de toda la experiencia, sabiduría y sensibilidad, que a través de los siglos aportaron todos estos pueblos. Ahí radica justamente su belleza y su fuerza.



Sin embargo, los criollos y los mestizos en la formación del país que ellos llamarón equivocadamente “México”, (en honor a la Gran México-Tenochtitlán de los mexicas, negando a todos los demás pueblos originarios del Anáhuac, que no son mexicas y mexicanos), siempre excluyeron esquizofrénicamente la riqueza, experiencia y sabiduría de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo. Este grave error lo han pagado y lo siguen pagando a un precio muy alto, pues han quedado impotentes, perdidos en el “laberinto de la desolación”.



Los criollos, porque a lo largo de la Colonia siempre se sintieron y se comportaron como españoles de segunda. Siempre envidiándole al gachupín su capacidad de generar la riqueza y permanentemente frustrados, tratando de ser “más españoles que los de España”. Muchas fueron las críticas de los viajeros peninsulares y europeos, de este lastre en el Virreinato de la Nueva España, donde todos querían ser más nobles y más hispanos en sus excesos, que en la propia corte de Madrid.



Este sentido de lejanía los hacía ser excesivos y recalcitrantes en mantener “un ser y sentir español” y por consiguiente, alimentó sus cuantiosas fobias a las culturas originarias. A pesar de que se criaban, vivían, comían y se enriquecían de la generosa cultura local. Pero sobre todo, nunca se dieron cuenta de que esta cultura Madre, tan antigua como la de la China o de la India, poco a poco los fue transformado al punto que a pesar de rechazarla, cuando regresaban y regresan a España, los españoles al verlos y sentirlos diferentes, les han llamado “indianos”, pues ya no son como ellos, el mestizaje cultural los ha hecho diferentes.



Los mestizos también en estos cinco siglos han cargado la misma cruz. Sí los criollos eran rechazados por los gachupines, los mestizos eran rechazados por los criollos, que los sentían menos. Pero al mismo tiempo, los mestizos rechazaban a los pueblos y culturas originarias. De esta manera, sí los criollos se empeñaban en ser más españoles que los españoles de España, los mestizos se empeñaban en ser más criollos que los criollos, primero de la Colonia y luego del “México independiente”. El mestizo acepta su mestizaje a regañadientes, pero siempre se afirma y se siente mucho más “español”. Ambos, tanto criollos como mestizos, despreciaron, excluyeron y negaron la riqueza, experiencia y sabiduría de una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad. Razón por la cual, nunca han logrado trascender sus propias autolimitaciones mentales y culturales.



Tanto criollos como mestizos, por la colonización mental y espiritual no han podido desarrollar en plenitud todo el potencial creador e innovador que tiene la mezcla cultural en el género humano. Por esta razón es que el país que fundaron en 1821 ha sido un país impotente, siempre enfrentado y dividido, siempre depredado por propios y extraños. Muy pocas veces se ha amado, respetado y luchado por el verdadero pueblo. Como apuntó en su día Guillermo Bonfil, el México imaginario siempre ha querido “recatar” al México profundo, pero jamás lo ha tomado en cuenta. No reconoce ningún valor en la esencia y raíz civilizatoria anahuaca.



La formación de “la nación mexicana” ha estado en manos de un puñado de extranjerizantes que han querido civilizar, cristianizar, progresar, modernizar, industrializar, integrar, neoliberalizar y globalizar al país. Siempre divididos y enfrentados. Sí unos eran liberales los otros eran conservadores, sí unos eran republicanos los otros monárquicos, sí unos eran federalistas los otros centralistas, sí unos eran pro Estados Unidos los otros pro Europa, sí unos son priístas los otros panistas.



En lo único que los dos bandos han estado totalmente de acuerdo es en negar y excluir los derechos y culturas originarias. Para este puñado de líderes, la civilización del Anáhuac no ha tenido nada que aportar para la construcción de “su nación”. Todo lo referente a la civilización anahuaca es digno de desprecio, rechazo y destrucción, sean sus lenguas, tradiciones, usos y costumbres.



La idea que siempre han tenido los criollos y los mestizos es la desaparición de los pueblos y culturas anahuacas, sean por medio de “la integración” a la cultura dominante o literalmente por el genocidio, para la explotación de sus territorios y recursos naturales, que desde milenios han sido comunitarios y no sujetos a la explotación depredadora.



Pero esta política y actitud cultural de genocidio que ha vivido la sociedad y cultura colonizadora y neocolonizadora, también se lleva a la par en el universo personal, familiar y comunitario. El criollo y el mestizo, permanentemente están a la caza y satirización de las manifestaciones culturales anahuacas en sus propias vidas cotidianas y en su mundo familiar y social.



El punto es desaparecer todo vestigio, presencia o referencia de la cultura anahuaca, tanto en el fenotipo, la lengua, el vestir, alimentación, gustos y preferencias, como también en los usos y costumbres personales, familiares y sociales.



Entre más hispano, francés o norteamericano sea el criollo y el mestizo, mejor se sitúa en la pirámide social. Ambos, jamás han vislumbrado la riqueza y las mayores posibilidades que tendrían sí hicieran suya la sabiduría milenaria de la Toltecáyotl. Sus complejos e ignorancia les ha impedido dimensionar el poderío y el potencial que tiene el fusionar y equilibrar las dos culturas.



Porque es indudable que pese a su consiente negativa de tomar en cuenta el potencial de la civilización anahuaca, inconscientemente lo han hecho y han podido producir –en los dos casos-, una gran cantidad de maravillosas manifestaciones culturales, únicas en el mundo, como es la charrería, la cultura culinaria, la música y un largo etcétera. Los criollos y los mestizos, ni son españoles ni anahuacas, son una mezcla forzada de las culturas de Europa, Asía y África por una parte, y por la otra, de las diversas culturas del la civilización del Anáhuac.



Hasta ahora ha sido una mezcla producto de la violencia, el abuso, la ignorancia y la negación, una mezcla inconciente. Pero esa mezcla, a pesar de esto ha producido elementos culturales esquicitos y maravillosos. El desafío, en la construcción de una nación con justicia y sin exclusiones, es iniciar una mezcla creativa, respetuosa y inteligente, en condiciones de justica e igualdad.



Por razones históricas que no trataremos en esta reflexión, la civilización del Anáhuac perdió su continuidad y evolución natural de manera temporal que desarrolló durante siete milenios y medio. En estos últimos cinco siglos se ha mantenido en la cultura de la resistencia los elementos culturales más importantes heredados de la Toltecáyotl. Es claro y obvio que el proyecto neocolonial no tiene futuro.



El desafío para el presente inmediato es pensar cómo construiremos una nación más justa y humana. Y por supuesto, que no será, como se ha venido haciendo en los últimos cinco siglos…trayendo ideas de fuera y excluyendo la sabiduría y experiencia propia-nuestra de carácter ancestral. Ni tampoco cayendo en el mismo error de excluir lo que somos como parte mestiza de la cultura occidental.



Tenemos que construir un mestizaje cultural CONCIENTE, PROACTIVO Y PARTICIPATIVO, en el que todos los pueblos y culturas que hoy conforman la nación, participen con las mismas oportunidades. Todos los que compartimos esta nación, sean menonitas, afro descendientes, orientales, centroamericanos, todos tienen el mismo derecho y deberán tener las mismas oportunidades.



Ingenuos y tal vez racistas son aquellos que piensan en la “pureza” anahuaca, que además, nunca existió, dado que existen pruebas y elementos culturales innegables de los contactos anahuacas con el Tawantinsuyo y los pueblos asiáticos, mucho antes de la invasión europea. No se puede construir una nueva nación con los más graves vicios de la anterior.



México está cambiando, el mundo está cambiando. El cambio no es el punto, el cambio es más que obvio. El desafío es saber sí tendremos la sabiduría para retomar la experiencia civilizatoria del Anáhuac en la construcción de una nueva sociedad. El desafío es saber si podremos orientar ese cambio de manera endógena y tomando como cimientos los ocho mil años de experiencia civilizatoria en el desarrollo humano.



Los pueblos anahuacas del siglo XXI y sus descendientes culturales, necesitan mucho de los criollos y de los mestizos. De sus logros y alcances en el mundo del tonal. De la misma manera que éstos necesitan de la sensibilidad, espiritualidad y sabiduría ancestral que poseen los pueblos anahuacas en el lado del nahual. El equilibrio es y ha sido siempre el desafío de los guerreros y guerreas toltecas de la Muerte Florecida.



Necesitamos un renacimiento producto de un verdadero mestizaje. El esperado regreso de Quetzalcóatl no es otra cosa que el encuentro de Quetzal-espíritu, con el cóatl-materia en la vida diaria y en la construcción social. Los pueblos que constituyen lo que hoy llamamos “México” debemos encarnar el Quetzalcóatl en nuestro corazón, nuestra vida familiar y social, en la construcción de una nueva sociedad que integre a todos y que no excluya a nadie.



Ante el inminente colapso social, cultural, moral y económico de la nación mexicana. Los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas debemos tener muy claro qué es lo que debemos hacer, no importa que por el momento nos resulte imposible hacerlo. Lo que requerimos es concebirlo, lo demás… será lo de menos.



sábado, 23 de abril de 2011

Periodo Clásico los toltecas



El periodo de mayor esplendor de la civilización del Anáhuac se conoce como Periodo Clásico. Un milenio de luminoso desarrollo humano en plenitud, que va del año 200 a.C al 850 d.C. Pocas civilizaciones han llegado a tener un tiempo tan largo de florecimiento y perfeccionamiento. Los expertos no se explican cómo fue posible este insólito hecho humano, dado que ninguna civilización logró este periodo tan largo de esplendor, y en un territorio tan extenso y diverso culturalmente, sin recurrir al uso de las armas.



El periodo Clásico fue la mejor época que vivó la civilización del Anáhuac. Sus mayores logros en el campo de las humanidades, la ciencias y sobre todo, en la realización plena de la sociedad, no tiene precedentes en la historia del planeta.





Estos alcances civilizatorios han sido, desde 1521 hasta la fecha, menospreciados y vilipendiados por la ideología criolla -imperante desde hace dos siglos- y que es heredera directa del sistema colonial, en el que la civilización vencida e invadida no ha tenido ningún valor, -por el contrario-, se le acusó de primitiva, salvaje, caníbal y demoníaca en el pasado y en nuestros días de ignorante, atrasada y retardataria. Por esto, en estos 200 años jamás, en la construcción de México, se ha tomado en cuenta la sabiduría y experiencia de una de las civilizaciones más antiguas del planeta. La que logró el más alto grado de desarrollo humano para todo su pueblo.



Sin embargo, a pesar de los pesares, la raíz filosófica sigue viva en el “banco genético de información cultural” de los pueblos y culturas del México contemporáneo. Esto es más que evidente, aunque la colonización mental y cultural lo niegue. Ahí están China e India, tan antiguos como el Anáhuac. El milenario “espíritu humano” de las civilizaciones no muere; en nuestro caso, solo esta “inconsciente” debido a la ignorancia de nosotros mismos.




Estos mil años de esplendor son el resultado de casi seis mil del periodo formativo o Preclásico. De esta manera, sí los olmecas son la cultura representativa de preclásico, será la llamada cultura tolteca, la que representará este importante periodo.



La Toltecáyotl es la experiencia y sabiduría sistematizada de los antiguos habitantes de esta parte del mundo, que tenía como fin alcanzar el equilibrio y plenitud existencial de los seres vivos: sean plantas, animales, seres humanos, el planeta y el mismo universo. La Toltecáyotl partía del conocimiento básico para satisfacer las necesidades de orden material de subsistencia, hasta llegar a buscar la realización plena del ser humano, la familia y la sociedad, en los terrenos de lo divino y sagrado de la espiritualidad. Es decir, en las elevadas necesidades de trascendencia.



Los hombres y mujeres de conocimiento que entregaban su vida a los niveles más altos de estudio e investigación de la Toltecáyotl, eran conocidos como “toltecas”. De modo que había toltecas nahuas, mayas, mixtecos, zapotecos y un largo etcétera. Durante este largo periodo el epicentro cultural era Teotihuacan y existían en paralelo, otros centros de conocimiento en todo el Cem Anáhuac, hoy conocidos como zonas arqueológicas que, no fueron ciudades, menos fortalezas o palacios, y que estaban íntimamente ligados y hermanados por la Toltecáyotl.




Mil años en la que los pueblos anahuacas vivían en paz, armonía y equilibrio, gracias a los venerables maestros que enseñaban preceptos de justicia e igualdad, pero que sobre todo, enseñaban una forma de vivir e interpretar el mundo, dándole un significado muy importante a la trascendencia espiritual del ser humano, la familia y la sociedad. Todo esto integrado totalmente con el universo.




Esto se logró en base a contar con una sólida pirámide de desarrollo humano que alentaba la investigación y creación del conocimiento biófilo, la educación obligatoria, la no invención de las armas y el uso de la violencia, el comunitarismo y la exclusión de la propiedad privada y la moneda y el compartir con todos los pueblos un mismo propósito social de alta significación y prioridad de Estado, consagrado en el desarrollo espiritual y la obligación y responsabilidad humana de mantener el equilibrio y armonía del mundo y el universo.



La Guerra Florida de los toltecas, era la batalla interior de carácter espiritual, que buscaba el despertar de la conciencia y la lucha contra las fuerzas gravitatorias que arrastran a la materia a caer en los abismos de la estupidez humana. El periodo Clásico y sus grandes logros se explican al entender al Estado y a la sociedad involucrada totalmente en el desarrollo del potencial espiritual, luchando diariamente contra la natural imperfección humana.




El símbolo filosófico religioso de esta elevada aspiración humana es Quetzalcóatl o la Serpiente Emplumada. Concepto que sintetiza de manera genial la aspiración de una civilización por encontrar la plenitud en el equilibrio. Los toltecas simbolizaron al Espíritu con el quetzal y a la materia con el cóatl o serpiente, de modo que “el quetzalcóatl” es un símbolo filosófico-religioso que nos habla de la búsqueda del ser humano conciente por desarrollarse en equilibrio, para encontrar la plenitud y con ello, la trascendencia existencial.




Toda la compleja y ancestral sabiduría tolteca es resumida en un símbolo que une a todos los pueblos y culturas de manera total -en el tiempo y el espacio-, y que sigue viva y vigente en los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas. El quincunce o la cruz de Quetzalcóatl, el par de opuestos complementarios, los cuatro rumbos de la existencia son variantes de esta sabiduría milenaria.



El futuro de México es su pasado. Es de urgente realización conocer y valorar esta sabiduría ancestral para diseñar el futuro de nuestra nación. No se puede seguir renunciando tercamente a nuestra riqueza cultural, porque es con ella y solo con ella, que encontraremos el equilibrio y la fuerza interna para formar -de nuevo- rostros propios y corazones verdaderos en nuestro país.



Nueva sección TOLTECÁPSULAS
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lunes, 18 de abril de 2011

El Periodo Preclásico: los olmecas.


Este periodo es el primero y el más largo de la milenaria historia del Anáhuac, porque implica la construcción de una compleja y sofisticada “pirámide de desarrollo humano” que les permitiera a los pueblos y culturas de todo el Cem Anáhuac, contar con las base de conocimientos y sabiduría para satisfacer sus necesidades de orden material e inmaterial.



En efecto, se supone que alrededor del sexto milenio a.C. existían solo bandas nómadas de cazadores-recolectores, que vivían de manera primitiva. Fue gracias a la invención de la agricultura y en especial del maíz y la milpa- que estos grupos humanos se volvieron sedentarios y comenzaron a partir de la observación de la naturaleza y la mecánica celeste, empezar a construir el complejo sistema de conocimientos que conocemos como Toltecáyotl.




Esta epopeya que duró casi seis milenios implicó un gran esfuerzo de observación, reflexión, síntesis, aplicación y transmisión del conocimiento entre todos los pueblos y culturas en los inicios de la civilización anahuaca. Sin embargo, esta síntesis se ve consolidada con una personalidad totalmente definida con la llamada “cultura olmeca”.



La pirámide de desarrollo humano tolteca del Anáhuac comprendía, como base, un sustentable Sistema Alimentario, un eficaz Sistema de Salud, un solvente Sistema Educativo, un eficiente Sistema de Organización Social y una elevada concepción espiritual de la vida y el mundo, con los cuales, cada cultura empezó a construir su propia personalidad pero todas y cada una de ellas, compartieron la misma raíz filosófica-espiritual.



Por esto, en el Anáhuac encontramos muchas culturas –diferentes en tiempo y espacio- pero todas unidas internamente por la Toltecáyotl. Es decir, por la génesis de un sistema de conocimientos y valores, que le daban significados muy específicos a la vida del ser humano, la familia y la comunidad.



Todas las culturas tuvieron una fase al principio de su desarrollo con influencia olmeca. Razón por la cual se le conoce como fase “olmecoide”. La cultura olmeca encuentra su mayor concentración entre los estados de Veracruz y Tabasco pero se manifiesta en todo el Cem Anáhuac.



Sus características iconográficas más comunes son: la presencia del jaguar, los labios y nariz gruesa de las llamadas “cabezas olmecas”, las cejas de dragón. Es importante mencionar que en este periodo ya aparece “la Serpiente Emplumada”, símbolo que se mantendrá hasta la invasión europea entre todos los pueblos.



Los olmecas son la manifestación más antigua en el desarrollo humano del Anáhuac. Las demás culturas posteriores tomarán las bases de conocimiento que se generaron en el periodo Preclásico y crearán su propio universo o personalidad, pero sin desconectarse de su matriz civilizatoria.


lunes, 11 de abril de 2011

LA IGNORANCIA, LA MADRE DE TODAS LAS RIQUEZAS MAL HABIDAS.



A estas alturas de la catástrofe planetaria que nos ha llevado inmisericordemente el neoliberalismo y la globalización económica, la gente común, todavía no entiende que, quien manda en el planeta son los intereses económicos en manos de 500 empresas, familias y personas. A los pueblos hábilmente se les ha mantenido en la ignorancia para ocultar quiénes son los que mueven los hilos de la política en el mundo.



La gente ingenuamente sigue pensando que “la política” y los buenos y malos partidos políticos deciden su futuro. La “democracia representativa” a través de partidos políticos (que parten y dividen a la sociedad), y los políticos (que engañan y le mienten al pueblo), es la “cortina de humo” para proteger a “los inversionistas”, que han hecho de la ignorancia, la bajeza y la corrupción, las herramientas para mantener a los pueblos dormidos y ajenos así mismos y a su realidad.




A principios del siglo XX se apuntaba que “la religión era el opio de los pueblos". A principios del siglo XXI la televisión es el “heroína de los pueblos". Razón por la cual, las iglesias ahora están vacías y en descomposición, ya no les son de utilidad a los “mercaderes”. Y como dijo “el tigre Azcárraga”, que él, hacia televisión para "jodidos" y como se ve, su cachorro ha salido un voraz “tigre dientes de sable”.



Son los grandes y poderosos “Señores” dueños del dinero, los que han condenado a la humanidad al dolor, al hambre, a la ignorancia y a la guerra. Entre más ignorante es un pueblo, es más fácil de engañarlo, manipularlo y explotarlo. Los “mercaderes” saben que un pueblo educado en valores y principios, con una sólida base moral y espiritual es muy difícil de someter.




En Islandia, uno de los contados países donde se ha educado al pueblo y que su gobierno es verdaderamente democrático y “manda obedeciendo” a las mayorías, acaba de realizar un refrendo en el que el pueblo por mayoría, rechazó –este domingo-, que los contribuyentes pagaran cinco mil millones de dólares que un banco local había hecho perder a sus ahorradores. En México ha sucedido reiteradamente lo contrario. Los empresarios privatizan las ganancias y socializan las pérdidas con la complicidad de los políticos. El fraude del FOBAPROA es emblemático, pero existen muchas más argucias legaloides en las que “legalmente” se hace pagar al pueblo los robos, desfalcos y fracasos de los empresarios y políticos.



El mexicano “de a pie”, gracias a la televisión y a los medios masivos de los empresarios, sigue creyendo que los políticos y la política son los responsables de su miserable y angustiosa vida. Pese a la burla que se ha hecho de “su voto” con Cárdenas Solórzano y López Obrador, por parte del poder económico local y trasnacional.



Los políticos son simples empleados (gatos de angora) de los “Señores” del dinero –“los mercaderes”-. El dinero mueve las campañas políticas y “la política”, y como dijo un político…”un político pobre, es un pobre político”. Lo que se traduce en la creación de verdaderos carteles del crimen organizado, que cuentan con todo el apoyo económico y político para operar en la total impunidad.



Esto es, que ahora los empresarios son políticos y los políticos ahora son empresarios. Pero los dos operan en general de manera ilegal e inmoral, en contra del bien común, del pueblo, la nación y el mundo. El Chapo Guzmán ya está en la lista de FORBES.



La pobreza, sufrimiento, dolor y desesperanza del pueblo de México, no viene de no tener justicia, trabajo, alimentación, salud, educación, oportunidades. No, esos son los efectos. La causa, es la IGNORANCIA.