El sentido divino y sagrado de la existencia.
Cuando un ser humano se cuestiona el sentido de su existencia, ha cruzado una línea que la humanidad tardó miles de años en cruzar. En efecto, muchas personas nacen, crecen, se desarrollan, se reproducen y mueren; y jamás supieron cuál fue la razón superior de su existencia, jamás se cuestionaron el sentido profundo de su vida. Como animalitos, se entregaron a tratar de satisfacer con loco frenesí sus necesidades básicas materiales de existencia. Vivieron por vivir, más nada.
Sin embargo el ser humano superior, abre sus sentidos a los arcanos de la sabiduría ancestral, y busca darle un significado elevado y trascendente a su existencia. La vida material sin esta búsqueda, pierde sentido. Se empobrece, se diluye en la nada del tiempo sideral.
La energía que constituye el universo.
Sin embargo el ser humano superior, abre sus sentidos a los arcanos de la sabiduría ancestral, y busca darle un significado elevado y trascendente a su existencia. La vida material sin esta búsqueda, pierde sentido. Se empobrece, se diluye en la nada del tiempo sideral.
La energía que constituye el universo.
El universo, según los toltecas, se constituye de dos clases de energía: la energía luminosa y la energía espiritual. La primera es la Luz y se genera a partir del Sol, y fue representada a través del agua (Tláloc). Por medio de la fotosíntesis, en la que intervine la Luz, el agua, la tierra y el aire, se crea “el mundo vegetal” y con él, el mundo y la vida en el planeta.
La segunda es la energía espiritual, y es producida por la conciencia de Ser, de todos los seres vivos, y se representaba a través del viento (Quetzalcóatl). Existen seres que especialmente producen una cantidad mayor de esta energía. Los seres humanos y los árboles, son los mayores generadores de esta preciada energía.
A su vez, la “intensión” de la energía se puede apreciar en dos dimensiones. La energía biófila y la energía necrófila. La primera busca el desarrollo y plenitud de la VIDA, cualquiera que sea su manifestación. La necrófila en cambio, busca la destrucción y negación de la vida.
La condición humana y la inercia de la materia.
La condición humana es la imperfección, lo que implica estar sujeto a las fuerza de gravedad y a la inercia de la materia (la corrupción). La naturaleza humana es imperfecta y en tal sentido, ésta es su primigenia condición. Lo que nos “humaniza” son nuestras limitaciones, imperfecciones y defectos. Pues de modo contrario, sí fuéramos “perfectos” e incorruptibles, seríamos ángeles y la Tierra sería “el paraíso”.
Lograr la conciencia de “esta condición de imperfección natural”, es el desafío “del estar vivos”. Y la lucha imposible por corregir estas imperfecciones, es lo que le da sentido a la existencia. La lucha consiente en contra de nuestras debilidades e imperfecciones es el sentido más puro y decantado de la vida. Los Viejos Abuelos toltecas la nombraban simbólicamente como “La Batalla Florida”.
La estupidez y la degradación son las fuerzas que nos arrastran en la esencia de nuestra condición humana. La “inercia de la materia”, es la caída “natural” en los abismos de la estupidez humana. La materia se dirige de manera natural, prisionera de las fuerzas gravitacionales, a su caída inevitable, la degradación (polvo eres y en polvo te convertirás).
La chispa divina ha sido depositada en el cuerpo, a través del “soplo divino que la de conciencia a la materia” (Ejécatl-Quetzalcóatl), es un “prisionero temporal”. El “movimiento natural” es hacia abajo, pero el Espíritu busca la elevación superior.
Es por ello que el ser humano queda prisionero a estas dos fuerzas desde el mismo momento de su nacimiento y está condenado a sufrir las consecuencias de esta condición, sino lucha por oponerse a la gravedad y a la inercia, será inexorablemente arrastrado a los abismos de la estupidez humana.
Las necesidades materiales de la existencia.
Todos los seres vivos orgánicos necesitamos satisfacer las necesidades materiales de subsistencia, tanto personales, como familiares y comunitarias. De manera natural, el ser humano, será movido por el “instinto de supervivencia” de mantener las condiciones necesarias para mantener la vida, tanto en el sentido de sustento, conservación de la vida y preservación de la especie.
La condición humana, una dualidad divina.
La materia es la “otra parte de nosotros mismos” con la cual se puede manifestar el Espíritu. Los toltecas simbólicamente la representaban con Tezcatlipoca (el enemigo interior). Materia y Espíritu son un par de opuestos complementarios. Los toltecas le llamaban “la dualidad divina” (Ometeótl). Un par de opuestos complementarios, que al unirse en equilibrio, forman un tercero, diferente a los dos que le conforman, es decir, “el ser humano”. El opuesto complementario de Quetzalcóatl fue Tezcatlipoca.
La conciencia de Ser y la necesidad de la trascendencia.
La Cultura son todos los conocimientos y sentimientos que un grupo humano ha ido conservando y sistematizando a través del tiempo, para resolver los desafíos derivados de la subsistencia material, y una vez resueltos, iniciar la satisfacción de la necesidad de trascendencia espiritual de la existencia. En las tradiciones, fiestas, usos y costumbres, los pueblos van atesorando estos saberes y sentimientos, así como en la ciencia, la filosofía, la religión y la educación escolarizada.
De modo que un individuo para llegar a tener “conciencia de Ser”, tendrá acceso a la sabiduría que ha atesorado el grupo humano al que pertenece a partir de su familia, de la cultura popular, del sistema de valores y principios sociales, de la religión y de la escuela.
El mayor logro de un ser humano y una sociedad, es crear los significados, valores y medios, para darle a la vida material, un nivel más elevado y trascedente. Darle la oportunidad a la chispa divina que le da conciencia a la materia, de trascenderla y regresar al origen, a la prístina esencia, a la luz o energía suprema generadora.
De esta manera el pueblo, el ser humano común, está protegido y arropado por la sabiduría de la Cultura Popular. Sin necesidad de que se introduzca a la filosofía, a la teología, a la historia, a la sociología, gracias a las tradiciones, usos, mitos, fiestas y costumbres, que guardan en su fondo un legado de sabiduría existencial, el ser humano estará dotado de la información para conducir su vida por un sendero del equilibrio, el respeto y la virtud. Sí es fiel a la sabiduría que posee la Cultura Popular, podrá vivir en armonía.
El Gobierno.
El gobierno es el “bien público” más valioso de una sociedad. En el gobierno se condensa la voluntad, confianza y la esperanza de un pueblo por mantener “los meta objetivos”, materiales y espirituales, tangibles e intangibles, que garanticen el desarrollo, la permeancia y continuidad del grupo humano. Implica la más alta responsabilidad que un grupo humano puede tener con la sociedad, la historia y la cultura. El gobierno es el encargado de guiar, proteger y defender al pueblo, para garantizar su sano desarrollo y permanencia.
El gobierno puede devenir de una milenaria tradición que se pierde en el tiempo. Las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad sustentaron (sin ponerse de acuerdo), en su momento de esplendor, la responsabilidad de gobernar en las personas con mayor preparación. Esta preparación se basaba fundamentalmente en el desarrollo de LA NOBLEZA HUMANA (no confundir con monarquía o aristocracia) Es decir, el desarrollo de las más altas virtudes, valores y sentimientos, desde la temprana edad en el individuo, sin importar su extracción social. Toda una vida dedicada a desarrollar, decantar y acrecentar la nobleza, la inteligencia y la virtud, para ejercer la dirección de la sociedad, lo cual representa la mayor responsabilidad social e histórica.
El objetivo del gobernante era guiar a su pueblo para que lograra satisfacer las necesidades de orden material y tener los medios para satisfacer la necesidad de trascender espiritualmente la existencia, de manera personal, familiar y social. La guía en la búsqueda de proyectos espirituales comunitarios, eran una de las responsabilidades más importantes de la Nobleza dirigente, así como preservar a la sociedad de todas las adversidades y peligros que pongan en riesgo su desarrollo y existencia.
La responsabilidad de un gobernante debe ser personal, familiar y fundamentalmente comunitaria. Encontrar los medios tangibles para resolver los desafíos de la existencia material y al mismo tiempo, ofrecer los medios intangibles, para satisfacer las necesidades espirituales de la trascendencia existencial. Porque un individuo, una familia o un pueblo que no posea los medios materiales para subsistir está condenado a desaparecer. Pero al mismo tiempo, sí una persona, una familia o un pueblo, no tiene los conocimientos y medios para buscar la trascendencia espiritual de su existencia, la vida pierde total sentido y se rebaja a un estadio animal de existencia. La grandeza del ser humano y la comunidad, es que puede luchar por darle significado trascendente a su existencia. La vida no puede quedarse solo en el plano básico de existencia consumo-material-animal.
En general, todas las civilizaciones han creado una “pirámide de desarrollo humano”. Se han creado cuatro sistemas básicos, los cuales son la base o cimiento en el cual se desplanta todo el modelo civilizador de cada una. El sistema alimentario, el de salud, el educativo y el de organización social, como los elementos básicos para iniciar el desarrollo y asegurar un futuro con bienestar para todos.
Durante miles de años, desde la invención de la agricultura entre los ríos Tigres, Éufrates y Nilo en el año ocho mil a.C., cuando los seres humanos eran nómadas, barbaros, cazadores, recolectores; hasta la creación de Estados Unidos, en 1776, los pueblos de todo el mundo se gobernaban a través de milenarias formas que se sustentaban en el desarrollo de la Nobleza Humana. Fueran reinos, imperios, sultanatos, califatos, feudos, liga, federaciones, confederaciones, tribus, etc.
La situación actual.
Pero en los últimos 232 años, se ha creado e impuesto una nueva forma de gobernar. La democracia es el medio por el cual, los dueños del dinero, controlan a los pueblos a través de sumisos empelados llamados políticos (no confundir con estadistas), quienes “gobiernan” a los pueblos a favor de los intereses de aquellos que les pagan. La política y los políticos se empezaron a formar apenas a finales del siglo XVIII en Europa, a través de los enciclopedistas y las logias masónicas.
El concepto de: “el nuevo orden mundial, el nuevo mundo, el nuevo hombre y la nueva sociedad”, así como el “nuevo contrato social”, tiene que ver con el rompimiento de un antiquísimo orden social de carácter natural, que hacía énfasis en el desarrollo espiritual del ser humano y la sociedad. La dirigencia ya no estará a cargo de los más nobles y educados para guiar al pueblo, sino de aquellos que tengan mayor poder económico y por consiguiente poder político.
“Los Mercaderes” han venido luchando, desde hace siglos, por cambiar el “ancestral orden natural de gobierno”, en el cual, por más riqueza que tengan, no poseen el gobierno ni el poder de la sociedad. Por el contrario, el comercio, la plusvalía, la usura y la explotación habían sido estrictamente controladas o rechazadas. Los “Mercaderes” representan la adoración del “Becerro de Oro”, la inclinación humana a los abismos de la oscuridad, la aberración y la estupidez. El comercio en general, en el mundo antiguo (Mesopotamia, Egipto, China, India, México y Perú) era considerado como una actividad menor y de poco prestigio social, y en algunos casos, era prohibida o estrictamente reglamentada, para impedir que un individuo o una asociación de individuos y sus “intereses individuales o actividades privadas” pudieran sobreponerse al bien común y al interés comunitario o del gobierno.
El “nuevo orden mundial”, pretende la erradicación del sentido espiritual de la vida, en el plano, personal, familiar y comunitario. Someter el interés común al interés individual. El bien común a la iniciativa privada. Ha impuesto el “culto a la materia” (extracción, explotación, producción, comercialización y consumo) a través de la explotación, transformación y dominio de la Naturaleza, y la enajenación y embrutecimiento de los seres humanos, las familias y los pueblos. Primero corrompió y destruyó las antiguas formas de gobierno en la salvaje y primitiva Europa medioeval, para después con “los barbaros del Norte” a sus órdenes, invadir, colonizar e imponer el culto al “Becerro de Oro” en todo el mundo.
La propuesta ideológica es la implantación de “La Libertad y la Modernidad”, entendiendo por ello, a que el individuo no tenga límites y la destrucción de las antiguas formas de convivencia en las que estaban muy restringidos “los Mercaderes” y su nefasto culto (modernidad vs. Tradición). El objetivo es crear una “sociedad sin límites”, sin restricciones, tradiciones, costumbres, en la que “los Mercaderes” puedan actuar con total y legal impunidad, sobre el ser humano, la familia, la comunidad y el gobierno. De esta manera, “el bien común y el interés público” sucumbieron ante “la iniciativa privada y el interés privado”. El Estado se diluye y el Mercado se expande y fortalece para dominar totalmente a la sociedad.
La “globalización planetaria” se inició en 1492, cuando “los Mercaderes” usaron a los pueblos salvajes europeos, para invadir y sojuzgar al planeta. Con una impresionante maquinaria ideológica, religiosa y militar, los pueblos primitivos y guerreros de la península europea, emprendieron a sangre y fuego la construcción del Imperio del Mercado, desde hace cinco siglos. El culto al “Becerro de Oro” inspiró a los españoles, portugueses, ingleses, holandeses, franceses y alemanes a ir a colonizar, esclavizar, robar y depredar América, África y después Asia.
Con la creación del primer país en el mundo en 1776, “los Mercaderes” inician en Estados Unidos, no solo “un nuevo mundo”, sino una nueva realidad mundial, inauguran un nueva era. Seguirá después la corona francesa. Napoleón Bonaparte se convertirá en el primer esquirol que atacará al “viejo orden mundial” y el testaferro de los intereses de los Mercaderes. La misión de Napoleón fue la de derrocar los reinos y las monarquías europeas e imponer las repúblicas y a los políticos, la democracia, el Mercado e impulsará la Revolución Industrial. Primero de la península europea y después del mundo. Los ingleses continuarán la labor en África y Asia. Estados Unidos seguirá con la tarea y pasará a un nivel más sofisticado e intangible de la destrucción del Viejo Orden. El sistema financiero, comercial, tecnológico y cultural que Estados Unidos exporta a todo el mundo, será el eslabón que cerrará la cadena de explotación global. En el siglo XX los medios masivos de difusión serán el arma más dañina para los indefensos seres humanos, que habiendo perdido sus ancestrales formas de gobierno y organización social, sus religiones, sus milenarias culturas y sus tradiciones y costumbres, quedarán totalmente indefensos ante “la modernidad, el progreso, el consumo y el culto al Becerro de Oro”, que ha impuesto El Nuevo Orden Mundial.
Continuaará...
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