El problema de la agresión a Teotihuacán, es solo la punta de un inmenso iceberg que tiene que ver con la noción de Nación y de patrimonio cultural, de los criollos en el poder y su visión neocolonialista del país.
Refleja también, el poder que tiene el Mercado sobre el Estado y el rol que juegan los gobernantes de los tres niveles, como empleados y promotores de los negocios de los “mercaderes”, que no tienen límite en su depredadora ambición de hacer dinero a través de lo que sea.
Pero lo más importante, es una amplia ventana que nos permite conocer el verdadero valor que para el Estado criollo, representa la historia y la civilización primigenia de lo que hoy es México. En efecto, el Estado criollo nuca ha aceptado la presencia de la civilización del Anáhuac como parte fundamental de lo que hoy es el pueblo de México en estos doscientos años “independientes”. Igual que lo hicieron los españoles durante trescientos años en el periodo colonial. Para los que tienen el poder económico y político del país, México surge en 1821, lo demás es la prehistoria de la patria criolla amamantada, siempre, por “la Madre patria” extranjera.
La colonia es el pasado del “México neocolonial” y los siete mil quinientos años de historia indígena, que crearon una de las seis civilizaciones más antiguas del mundo, es en la historia oficial, un periodo escuro y vergonzante, de “tribus primitivas en constantes guerras e inmersos en tumultuarios sacrificios humanos, que, gracias a la llegada de la civilización occidental y a la religión”, se pudo extirpar a los nativos de esos atávicos vicios y bajezas. No en vano los panuchos en el poder, desde Fox, quitaron de la enseñanza secundaria, la historia antigua de México.
Para los criollos y extranjeros en el poder económico y político del país, las zonas arqueológicas y éste pasado, es solo un medio para hacer negocios y crear riqueza “para ellos”. El patrimonio cultural intangible venido de la civilización del Anáhuac, o no existe o es atraso, que televisa y tvazteca, están afanosamente tratando de borrar, para crear al “nuevo mexicano”. Un ser ignorante, vulgar, sin identidad y sin tradición, “moderno”, enajenado y deseoso de consumir todo lo que le manden.
El verdadero problema del patrimonio cultural del pueblo de México, no es la destrucción que están realizando los funcionarios que apoyan y cobijan a los empresarios, sea imponiendo sus proyectos turísticos de luz y sonido o sus tiendas y zonas comerciales. Ni tampoco, los criterios de exploración y restauración, que pretenden crear a marchas forzadas, muchos “disneylandias prehispánicas” para hacer dinero. El verdadero daño a la cultura y la identidad del pueblo, es la destrucción y desvaloración que se ha venido haciendo durante cinco siglos del PATRIMONIO CULTURAL INTAGIBLE del Anáhuac.
En efecto, el patrimonio cultural tangible (zonas arqueológicas) se refiere a los objetos, que son producidos por el patrimonio cultural intangible (los sujetos), y este es el punto, amable lector. Desde 1521 los valores de la civilización invadida, sus conocimientos, sentimientos, creencias y sabiduría acumulada por miles de años, ha sido brutalmente negados, destruidos y menospreciados; acaso solo explotados “turísticamente”.
Los hijos de los hijos de la civilización invadida, son ahora los más pobres, los herederos directos de éste patrimonio, además de los llamados pueblos indígenas, son todos los millones de mexicanos que son cultural y morfológicamente descendientes de aquellos que un día construyeron Teotihuacán. Son campesinos, jornaleros, albañiles, desempleados, vendedores ambulantes, mil-usos, empleados de salario mínimo, obreros. Una inmensa mayoría silenciosa y explotada que representan el corazón del pueblo de México, y que hoy, viven alejados e ignorantes del patrimonio cultural INTANGIBLE que les legaron los constructores de las llamadas zonas arqueológicas.
La agresión más grave que sufren los mexicanos, es a su patrimonio cultural intangible. La estrategia de negación y valoración de la herencia indígena, ha condenado a los descendientes de los pueblos originarios a vivir en la ignorancia de lo más valioso que poseen. A través de esta ignorancia, los conducen a vivir como explotados extranjeros incultos en su propia patria. Su pobreza material se sustenta en la ignorancia de su riqueza cultural y espiritual. El daño mayor, no es a las piedras, sino a “los rostros y corazones” de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos.
Pueden los criollos destruir todas las zonas arqueológicas y saquear todos los museos. Mientras la enseñanza de Quetzalcóatl y los toltecas sigua viva en las mentes y los corazones del pueblo. Mientras la Toltecáyotl guie los actos y sentimientos de las personas, las familias y los pueblos, tendremos FUTURO.
Porque el futuro, se encuentra justamente en la sabiduría del pasado, no en las piedras y objetos.
La Toltecáyotl representa la suma y decantación de la experiencia y sabiduría de ocho mil años de historia de nosotros mismos.
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