viernes, 29 de marzo de 2013

INVASIÓN Y COLONIZACIÓN



A partir de 1492, la colonización europea inicia la explotación y depredación de pueblos y recursos naturales del planeta y con ello da inicio el capitalismo. De esta manera van llegado como verdaderas plagas bíblicas los europeos a América, África y más tarde a Asia.


Es a partir de esta expansión que se ven destruidos o transformadas las diferentes formas de organización social, económica, cultural y religiosa de los pueblos y gobiernos del mundo antiguo, quedando sujetos periféricamente al control central de Europa.


Sin embargo, es importante comparar y diferenciar la invasión con la colonización. Las dos buscan explotar a los pueblos invadidos y depredar sus recursos naturales en favor de los invasores. La diferencia se encuentra en que la invasión no se mete ni destruye la cultura y religión del pueblo invadido.


En cambio, la colonización basa su estrategia justamente en que el pueblo invadido pierda la lengua, la memoria histórica, los conocimientos, los espacios y su religión. 



Al perder estos cinco Elementos Culturales el pueblo invadido queda indefenso, vulnerable, como un zombi dócil antes las políticas coloniales de explotación y extracción.


Esta “amnesia de sí mismo” hace esclavo al invadido, pero sobre todo, lo convierte en un colonizador de sí mismo y de su pueblo. En efecto, el colonizado en vez de tratar de derrotar y expulsar al invasor-colonizador, hace que se convierta en otro colonizador.


El “colonizador-colonizado” en vez de rechazar a su invasor-explotador lo trata de igualar. Amputa de su identidad sus raíces y pretende torpemente “disfrazarse-igualarse” a su explotador, jugando un papel doble de “colonizador-colonizado”.


Sumiso y servil ante su explotador extranjero y al mismo tiempo, feroz y despiadado con sus iguales, con sus hermanos. Permanentemente despreciando lo propio y exaltando la ajeno. Denostando lo ancestral y sobrevalorando lo nuevo venido de afuera.

Un buen ejemplo de una invasión fue la que sufrió la península ibérica a manos de los árabes. En 711 inició la invasión y la ocupación duró hasta 1492. Fueron casi ocho siglos de dominación-ocupación musulmana de la península.


Durante este largo periodo de tiempo los árabes gobernaron, explotaron a los pueblos originarios de la península y depredaron sus recursos naturales en favor del Islam. Sin embargo, los árabes no se metieron con la lengua, la memoria histórica, los conocimientos, los espacios y la religión de los pueblos originarios de la península, solo los explotaron.


Como no destruyeron la cultura originaria y se mantuvieron los Elementos Culturales que la conformaban, los padres les enseñaron a los hijos, -de generación en generación-, que debían “echar a los moros al mar” y, después de 781 años lo lograron.


Durante estos siglos de ocupación árabe, los judíos que tenían siglos de haber llegado a vivir a la península se aliaron a su “primos” los árabes, y los pueblos originarios de la península tuvieron que cargar con la peor parte. Lo que los mantuvo fue justamente su cultura y su identidad.


En efecto, la “resistencia cultural” se fundamenta en los Elementos Culturales de los pueblos. Ésta es la diferencia entre una invasión como la árabe en lo que hoy es España, y la colonización que hicieron los españoles en el Anáhuac. Los árabes invadieron ocho siglos, los españoles colonizaron tres.


Los españoles-extranjeros han sustentado la explotación y la depredación del Anáhuac en estos cinco siglos a partir de tratar de destruir la milenaria cultura de los pueblos invadidos. Los europeos invadieron India y China hasta el siglo XIX y no pudieron destruir sus Elementos Culturales, por lo que hoy gozan de mayor conciencia e identidad.



Desde 1521 empezaron por prohibir las lenguas originarias e imponer el castellano, destruir la memoria histórica milenaria, no solo con la quema de los códices, sino con el feroz extermino de los maestros, sacerdotes, pensadores y la destrucción del milenario sistema de educación del Anáhuac.


Arrasaron totalmente con toda la estructura de conocimientos y saberes ancestrales acusándolos de demoniacos, primitivos e inservibles para “el nuevo mundo y la nueva sociedad”. Los anahuacas quedaron solo en calidad, primero, de animales y después de mano de obra esclava.

Se apoderaron, nos solo de las “mejores tierras”, sino de todos los espacios que identificaban y cohesionaban a los pueblos, fueran éstos espacios sociales, recreativos o sagrados. El punto era dejar sin “base y sustento” a los pueblos invadidos para que perdieran su identidad cultural.


Finalmente, y a partir de una inconmensurable escalada de terrorismo de Estado, los invasores persiguieron, torturaron y asesinaron a los sacerdotes y autoridades religiosas para decretar oficialmente la “expulsión del demonio” de las tierras arrebatadas a los pueblos originarios. La iglesia católica y la Santa Inquisición fueron las responsables de este holocausto.


Esta persecución feroz y deshumanizada se ha venido mantenido a lo largo de estos cinco siglos, ayer eran “alzados y ministros del demonio”, hoy son subversivos al modelo económico y transgresores de la paz social.


La acción permanente de violencia y despojo por el Estado criollo en contra de los pueblos originarios y sus territorios ancestrales, en favor de las grandes empresas nacionales y transnacionales viola los derechos humanos y comunitarios.


La resistencia se sustenta en la conciencia comunitaria e identidad cultural.


Pero volviendo al punto entre invasión y colonización. Si los españoles durante generaciones mantuvieron la consigna de “echar a los moros al mar”, en el Anáhuac ha sido la de enseñarle a los hijos a convertirse en un invasor-colonizador. A eso le llamamos “triunfar, modernizarse, tener un vida mejor”.


En efecto, al perder la lengua, la memoria histórica, los conocimientos, los espacios y la espiritualidad, el pueblo se convierte en un colonizador de sí mismo. Pretende hacerse a “imagen y semejanza” de su colonizador. Trabaja consciente o inconscientemente en fortalecer y perpetuar el sistema neocolonial.


La gente que tiene que ir a trabajar como ilegal a Estados Unidos, regresa tratando de “comportarse-asemejarse-igualarse” a quien lo maltrató, explotó y vejó.


Porque de esta manera, él cree, que ya es superior a sus iguales. Finalmente es despreciado por los propios y por los extranjeros, que jamás lo aceptarán como igual y se pierde en el “laberinto de la desolación”, ni de aquí ni de allá.


El profesor inconsciente, en el aula es otro “agente colonizador” que ha jugado un papel fundamental en la neocolonización. El profesor, desde los tiempos “vasconcelistas” hasta nuestros días es “la cabeza de playa” de “la modernidad”.


El modelo es que los pueblos herederos de la civilización del Anáhuac no tienen nada que aportar al “modelo nacional criollo” y hay que “civilizarlos” es decir “modernizarlos”.


Vasconcelos en el prólogo de su obra “La Raza Cósmica” señala: En todo caso, la conclusión más optimista que se puede derivar de los hechos observados es que aun los mestizajes más contradictorios pueden resolverse benéficamente siempre que el factor espiritual contribuya a levantarlos.


En efecto, la decadencia de los pueblos asiáticos es atribuible a su aislamiento, pero también, y sin duda, en primer término, al hecho de que no han sido cristianizados. Una religión como la cristiana hizo avanzar a los indios americanos, en pocas centurias, desde el canibalismo hasta la relativa civilización”. JV.


La visón de que en las comunidades solo existe ignorancia, retraso e incapacidad y que el profesor tiene la “misión de modernizar” y con ello llevar el progreso, era, hasta hace muy poco tiempo, la forma en la que se preparaban a los futuros docentes en las normales.


De esta manera la “resistencia cultural” permitió hasta mitad del siglo XX mantener los valores y principios ancestrales en las comunidades, pero cuando penetró la SEP a todos los rincones del país con su “profesor modernizador-colonizador”, y posteriormente la televisión y la radio; la lengua, las tradiciones, fiestas, usos y costumbres empezaron a perder vigencia y fuerza de cohesión social.


El último factor transformador en las comunidades ha sido la migración, que ha cambiado profundamente la forma de ver, sentir y entender el mundo y la vida, especialmente en la juventud, que ahora no pretende emigrar a las grandes ciudades del país, sino a los Estados Unidos.


Cuando la gente en las comunidades zapotecas, mixtecas, mazatecas, etc., deja de sentir, pensar y actuar de acuerdo a su milenaria visión del mundo y la vida, sus saberes comunitarios, su lengua y sus tradiciones pasan a ser folklor, totalmente inútiles e imprácticas, por lo cual necesariamente se condenan a su desaparición.


Conclusión. La revaloración y utilización de “los saberes comunitarios” en el sistema educativo, especialmente en estados como Oaxaca, que es, -“la reserva espiritual de México”-, resulta el mejor instrumento para combatir la colonización cultural cinco centenaria.




En efecto, cuando el profesor logra vincular su trabajo en el aula con “los saberes comunitarios” que poseen sus estudiantes, padres de familia, hombres y mujeres de conocimiento y sus autoridades tradicionales, permite que la comunidad recupere la lengua milenaria y la sabiduría que ella posee y que orienta para tener mejor calidad de vida.


La memoria histórica está viva en la comunidad, lo mismo que los saberes ancestrales y la espiritualidad, lo que se requiere es la recuperación de todos estos espacios, físicos e intangibles y a través de la revaloración por medio del proceso educativo, los niños y jóvenes, podrán fortalecer su auto estima, su identidad y su capacidad para apropiarse de un mundo cada vez más globalizado, pero haciendo sus propias decisiones.


Los saberes comunitarios representan el inicio del camino para recuperar los Elementos Culturales e incorporarlos en la construcción de una educación crítica y una sociedad más justa en la que se acaben para siempre, los vencedores y los vencidos, los colonizados y los neocolonizadores.



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lunes, 11 de marzo de 2013

EL CONCEPTO DE “LO CRIOLLO” EN UNA SOCIEDAD COLONIZADA


 
En general en México y en casi todos los países “latinoamericanos” cuando una persona usa el adjetivo de “criollo” es para afirmar que es “propio, autóctono, del lugar”, por ejemplo: maíz criollo, gallina criolla, perro criollo.


En casos como Venezuela, se llega a sustentar el concepto de identidad nacional en “lo criollo”, de modo que cuando en México afirmamos que “el equipo azteca de fútbol”, en Venezuela se refieren al “equipo criollo”.


Pues bien, criollo literalmente se refiere a lo contrario. Cuando llegaron los primeros españoles a América y para el caso concreto de México, los hijos de un matrimonio de españoles que nacieran en La Nueva España, eran considerados “criollos”.


En efecto, en el periodo colonial se implementó el Sistema de Castas en donde el primer lugar lo tenían los “gachupines”, es decir, españoles nacidos en España. El segundo lugar era justamente para los criollos, es decir, hijos de españoles nacidos en el Virreinato, por lo cual eran “españoles de segunda” y después todas las demás mezclas hasta "el torna atrás".


Es decir, que no podía ocupar los puestos más importantes en el Sistema Colonial en la administración pública, en la iglesia, en el ejército, y por supuesto, en la “rancia, clasista y racista” sociedad novo hispana.

 
Desde los primeros años de la Colonia, primero los conquistadores, y después sus propios hijos y nietos, empezaron a desarrollar un rechazo hacia los españoles que recién llegaban al Virreinato con altos puestos otorgados por la corona española, que los ponían por encima de ellos.
 
 
Estos hijos y nietos de conquistadores, así como los primeros colonizadores vieron con frustración que los españoles recién llegados los estaban desplazando, no solo en la administración colonial, sino en el comercio y en general de la vida social de la Colonia.
 
 
Influyó mucho en México el intento de traición de Hernán Cortés, quien pretendió traicionar a la corona española y crear su propio reino en el Anáhuac. La historia hispanista echa mucha tierra al asunto para “limpiar la imagen de Cortés”, pero la verdad es que por esta razón se le instruyó el famoso “Juicio de Residencia”, lo que lo obligó a irse a España y dejar su conspiración pendiente.
Pero sucedió que Martín Cortés, hijo del conquistador, también pretendió llevar a cabo los planes paternos y algunos conquistadores que perdieron sus encomiendas y los favores de la corona.

 
Recuérdese que para los primeros años de la Colonia, los que verdaderamente tenían la maquinaria de poder en el Anáhuac eran los “aliados de los españoles”, y además, según la cultura militar de los mexicas, quienes eran vencidos se incorporaban a los vencedores en calidad de aliados.

 
Esto es muy importante tomarlo en cuenta para “re-construir” la Historia del Anáhuac, porque la verdadera conquista comenzó con la caída de México-Tenochtitlán (y sigue hasta la fecha). Los pocos españoles que había, encabezaron ejércitos de anahuacas que eran dirigidos por indígenas anahuacas.
 
 
De esta manera las “conquistas españolas” en verdad eran hechas por los ejércitos de aliados, razón por la cual no solo vencieron militarmente, sino lo más importante, hicieron los poblamientos, especialmente en el Norte, pero también en el Sur. La fundación de la ciudad de Oaxaca es un ejemplo de ello con sus “barrios” de Xochimilco, Jalatlaco, San Martín Mexicapan y San Juan Chapultepec, todos por pueblos nahuas del Altiplano aliados de los españoles.

 
Pero volviendo al punto del concepto criollo, diremos que, los criollos desplazados y resentidos empezaron a engendrar un sentido de identidad frente al gachupín durante tres siglos que culminó con el estallido social llamado con eufemismo por la Historia Oficial, -“Guerra de Independencia”-, es decir, los criollos traicionaron a sus parientes los gachupines y levantaron a los anahuacas en contra de ellos. Cuando Hidalgo dice en Dolores “es hora de matar gachupines” el estallido social da inicio.

 


 
Desde el Siglo XVIII criollos como Francisco Javier Clavijero empiezan intelectualmente a construir una “identidad criolla” frente a sus parientes los gachupines. Esta “identidad” se sustenta en que “esta tierra y sus naturales” les pertenecían verdadera y justamente a los criollos, porque sus antepasados habían derrotado y conquistado “al imperio azteca”.
 
 
Así pues, “lo criollo era lo original”, lo verdadero, frente a lo gachupín que era “lo de afuera”, lo llegado, lo impuesto, lo “exógeno”. Por eso durante la Colonia y llega de alguna manera hasta nuestros días, existen dos conceptos que aparentan –por la colonización mental y cultural- ser opuestos. Lo criollo frente a los castizo o de Castilla.

 
De esta manera existían productos venidos de Castilla, es decir, España, y productos propios de estas tierras anahuacas. Por lo cual tenemos productos criollos frente a los traídos de Castilla. Así se decía, por ejemplo: rosa o nuez de castilla, frente a un maíz criollo.
 
 
Sin embargo, tanto en el periodo colonial (1521-1821) como en el periodo neo-colonial (1821-2013), los criollos se han caracterizado por ser ineptos, corruptos, inmediatistas y traidores “a su patria”. Antonio de Pauda Severino López de Santa Anna y Pérez de León, Miguel Gregorio de la Luz Antenógenes Miramón y Tarelo, Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox Quesada, por citar algunos.


La colonización mental y cultural hace suponer al pueblo que “lo criollo” es la perteneciente o nacido de esta tierra, “lo original”. Lo indígena o anahuaca ni siquiera cuentan. Así desaparece la milenaria civilización del Cem Anáhuac y el pasado del país es solo “lo colonial” y en la historia personal todo mundo habla de “los abuelitos españoles”. Muy poca gente en este país se jacta, se enorgullece de ser indígena, y menos aún, anahuaca.
 
 
Esto explica por qué en la Historia Oficial de la SEP, los siete mil quinientos años de desarrollo humano de los pueblos originales apenas ocupan algunas páginas de sus libros de historia y, la “Historia Grande de México”, inicia con la caída de la México-Tenochtitlán y es una permanente exaltación de lo hispánico.

 
El objetivo es borrar de la mente del pueblo a sus Viejos Abuelos y desaparecer o disminuir al máximo a una de las seis civilizaciones más antiguas e importantes del planeta. Es tanto como si en la India, la historia oficial, arrancara con la invasión inglesa, y además, que todos los indios sintieran vergüenza de su pasado y todos presumieran a “su abuelito inglés”.
 
 
Los actuales (mal llamados mexicanos) habitantes de este país, somos cultural y racialmente mestizos. Aquí existe la innegable y rotunda presencia de África y Asia, no solo de Europa. No existe ningún “mexicano puro” y menos un “indígena puro”, eso de la “pureza racial y cultural” es sinónimo de ignorancia y racismo.

 
Pero no cabe duda que para la gran mayoría de ciudadanos de este país, la influencia más grande de nuestro mestizaje cultural viene de la civilización Madre. Por la colonización cultural, el pueblo ha sido sumido en la ignorancia y desprecio de sí mismo.
 
 
Pero debería ser al contrario, los “mexicanos” con mayor influencia cultural anahuaca, en su forma de ver y entender el mundo y la vida, deberían estar más orgullosos que nadie, de ser portadores de este milenario y valioso legado cultural.

 
El punto es, por una parte, que quienes tienen el poder económico, político, religioso y cultural del país… "casualmente" son los criollos. Y en segundo lugar, que en estos dos siglos se ha creado una ideología criolla, es decir, la que nos lleva a la despiadada explotación y depredación de la gente y los recursos naturales, sin ninguna compasión y con todo el cinismo.
 
 
En efecto, la ideología criolla de explotación y depredación vive y mueve a todos los abusivos, deshumanizados y despiadados, sean los pavorosos caciques indígenas, los desculturizados mestizos, los exquisitos criollos o los invisibles extranjeros que solo ven por su interés personal, de grupo político o empresarial y de sus “patrones trasnacionales”.
 

Porque, “el criollismo”, es una cuestión ideológica y cultural, no racial. Han existido, -y siguen existiendo, extranjeros e hijos de extranjeros que han dado lo mejor de sí, y hasta su propia vida, por la gente y la cultura del Anáhuac, comenzando con Gonzalo Guerrero, Francisco Javier Mina o los intelectuales españoles  refugiados de la Guerra Civil.
 

Conclusión: el uso del concepto CRIOLLO para referirnos a lo propio-nuestro, es un garrafal error producido por la ignorancia y la colonización mental y cultural. Luego entonces, si “lo propio-nuestro” no es lo criollo, por fuerza necesaria tendrá que ser lo anahuaca o del Anáhuac.