martes, 25 de marzo de 2014

CÓMO ES QUE SUCEDIÓ 2/3


2. Después de la invasión, abrazar la nueva cultura y religión. Aceptando las nuevas leyes, autoridades e instituciones, olvidando la práctica comunitaria, familiar y personal de las bases culturales de la Toltecáyotl.


Asesorado eficientemente por Malinche, que fue una mujer preparada y muy ambiciosa, Hernán Cortés se asume y se presenta como el “capitán de Quetzalcóatl”, diciendo que había sido enviado del otro lado del mar por Quetzalcóatl, (a quien asocia perversamente con el rey de España), para rectificar las desviaciones filosóficas-religiosas que había implantado Tlacaélel. Que Quetzalcóatl tenía un poderoso reinado del otro lado del mar, por dónde se había ido y que estaba preocupado por lo que sucedía en el Anáhuac.


Como el año de 1519 era en el calendario del Anáhuac la fatídica fecha de la profecía del regreso de Quetzalcóatl y como, desde las costas del Golfo se tenía seguimiento de los avistamientos de las dos expediciones anteriores, la de Francisco Hernández de Córdoba en 1517 y la de Juan de Grijalva en 1518, la Triple Alianza estaba al tanto de las aproximaciones de los europeos y estaba preocupada por el cumplimiento de la profecía, en tanto, se sabía transgresores del legado filosófico-religioso-cultural de la Toltecáyotl.


Cortés logra urdir su trama de engaños a través de la valiosa información que le proporcionó Malinche (Malinalli Tenépatl), quien fue entregada por el tlatoani de Tabscoob (Tabasco) ante su derrota en Centla con los españoles. Malinche tenía como lengua Madre el náhuatl y aprendió la lengua maya cuando fue parte de un botín de guerra entre los derrotados nahuas de Xicalango y los vencedores mayas de Potonchán.


Malinche sabía hablar náhuatl y maya, y se comunicaba en esta última lengua con Gerónimo de Aguilar, quien naufragó en 1511 en las costas de Quintana Roo y vivó entre los mayas de Chetumal hasta 1519 –en que fue rescatado por la gente de Cortés-, donde aprendió a hablar la lengua maya. Esta serie de “circunstancias favorables” para armar y recrear las mentiras con las que Cortés pudo “penetrar” en los Altépetl nahuas del Altiplano Central, sin ser rechazado, como si lo hicieron los mayas que no transgredieron la Toltecáyotl, o ser combatido hasta el exterminio como les pasó a otros conquistadores en América, fue por la valiosa y estratégica información que Malinche les brindó a los invasores-conquistadores.


De modo que los aventureros y “rescatadores de oro” se asumieron con el líder de la expedición, como “los enviados de Quetzalcóatl”. En los “usos y costumbres” milenarios de la Toltecáyotl en el Cem Anáhuac, los enviados o embajadores eran tratados con mucho respeto y consideración, además de que “la palabra” era profundamente respetada. Cortés manejó hábilmente la información que Malinche le fue proporcionado, dado que inmediatamente Malinche aprendió la lengua castellana.


Al principio, los totonacas de Cempoala y después los nahuas de Tlaxcala se aliaron a los “enviados de Quetzalcóatl”, no solo porque fueran los enemigos de la Triple Alianza, sino fundamentalmente porque sabían de la transgresión filosófica-religiosa y la profecía del regreso de Quetzalcóatl.
Este punto es muy importante para entender “el momento histórico” que se vivía en el Anáhuac. No fue, como afirman los historiadores hispanistas y neocoloniales, que la conquista fue “un hecho de armas” europeas contra anahuacas, donde la pólvora, el caballo, el acero y el valor de los europeos, determinaron la victoria.


Fue en cambio un cisma filosófico-religioso que venía desde la partida de Quetzalcóatl a mediados del Siglo IX y las transgresiones ordenadas por Tlacaélel al sobreponer a Huitzilopochtli por encima de Quetzalcóatl en la creación de la ideología mixtico, materialista, guerrera de la Triple Alianza, las que fueron usadas hábil y perversamente por Cortés.


Posteriormente vino el apoyo fundamental y decisivo que recibieron del texcocano Ixtlilxóchitl, quien había sido desposeído del Altépetl de Texcoco por Moctezuma, ya que Nezahualpilli (hijo de Netzahualcóyotl), decidió antes de morir, que lo sucedería su hijo Ixtlilxóchitl. Moctezuma cabildea e impone a su sobrino (hijo también de Nezahualpilli y un hermana de Moctezuma). Texcoco se divide y  Ixtlilxóchitl entra en conflicto con Moctezuma y antes de que Cortés llegue a la Ciudad de Tenochtitlán se le presenta con trescientos mil guerreros para luchar en contra de Moctezuma.


El verdadero comandante en jefe de todos los aliados anahuacas de Cortés fue Ixtlilxóchitl. Cortés no podía comandar los ejércitos porque no hablaba y no entendía la lengua y menos “los usos y costumbres” militares del Anáhuac. Ixtlilxóchitl ha sido “borrado” literalmente de la historia hispanista de la conquista, pero él fue el que lideró las batallas, convocó a los pueblos del Altiplano a sumarse a su causa y puso el ejemplo a los demás tlatoanis de convertirse a la fe cristiana. A tal punto que, amenazó de muerte a Yacotzin, su propia madre, porque ella no aceptaba bautizarse y españolizarse.


Lo que sucedió en Texcoco entre Cortés, Ixtlilxóchitl, Yacotzin y los texcocanos, es un excelente ejemplo de lo que posteriormente se repetirá en todo el Cem Anáhuac. Ixtlilxóchitl se pone al servicio de  Cortés y lo invita a Texcoco, lo agasaja con un banquete, le pide que lo bauticen y ordena que decenas de miles de texcocanos se bauticen y como su madre, quien había sido la esposa de Nezahualpilli, le  respondió a su hijo “que debía de haber perdido el juicio, pues tan presto se había dejado vencer de unos pocos bárbaros como eran los cristianos”, la amenaza de muerte de no acceder.


El punto es que por ambición o por creer en que los extranjeros eran los enviados de Quetzalcóatl, los tlatoanis y los pueblos se empezaron a aliar a los invasores en contra de sus hermanos. La verdadera conquista del Cem Anáhuac comienza apenas el 13 de agosto de 1521 con la caída de Tenochtitlán y ha seguido sistemáticamente hasta nuestros días. Siempre con la ayuda a los extranjeros por parte de “los malinches” y las autoridades.


Abandonamos nuestra milenaria cultura por creer que el regreso de Quetzalcóatl se ha cumplido. Año tras año, siglo tras siglo, “el ala y la cola”, el pueblo, vive con la esperanza inconsciente del regreso de la Quetzalcóatl y su sabiduría La Toltecáyotl. Esta visión nos ha hecho creer una y otra vez en los sucesivos conquistadores disfrazados de iluminados redentores que han ido llegando a nuestras tierras. Desde la cristianización hasta la globalización, siempre ha sido lo mismo. Desde los misioneros hasta los inversionistas, la historia se repite por no conocerla y comprenderla.


3. Las autoridades surgidas del Estado Suyuano, ante la invasión y para mantener  su poder ilegítimo se aliaron a los extranjeros invasores.
Ante el cisma religioso, filosófico y político que crean las mentiras de Cortés asumiéndose como el embajador de Quetzalcóatl y los temores de la Triple Alianza por las transgresiones hechas a La Toltecáyotl. Y dado que Cortés fue avanzando a través de las debilidades y rencillas de los pueblos del Altiplano, pero sobre todo, que se presentó como embajador y no como conquistador. Las autoridades de la Triple Alianza, hasta la Matanza del Templo Mayor, siempre lo consideraron diplomático, y como tal, así lo trataron. 


Al interior de las autoridades del Altiplano las contradicciones e indecisiones pululaban como el polen en primavera.  Las altas autoridades civiles y religiosas de los Altépetl sabían que se había trasgredido La Toltecáyotl, tanto los aliados como los dominados por la Triple Alianza. Unos consideraban la posibilidad de enmendar el error y creían que al hacerlo, Cortés y sus hombres regresarían por donde habían llegado. Esta idea fue la que finalmente venció en el Tlatócan.


Se ha querido pintar a Moctezuma como un hombre pusilánime y cobarde, totalmente falso. Era un valiente y experto guerrero ya que era seleccionado por sus mejores cualidades por el Tlatócan, no era un puesto que se heredaba. Pero también era devoto de la advocación filosófica religiosa de Quetzalcóatl. Pero sobre todo, se le pone como “un rey europeo" que tomaba decisiones personales y no es cierto. Moctezuma “mandaba obedeciendo” al Tlatócan o Consejo Supremo de la Triple Alianza. Las decisiones se tomaban de manera colegiada.  Y este es el punto.


Los errores con los invasores europeos desde que se bajaron de sus navíos fue el creerlos enviados de Quetzalcóatl, darles un trato de embajadores, obsequiarles, alimentarlos, avituallarlos y servirlos. Primero las autoridades de Cempoal, Tlaxcala y Texcoco, y después todos los demás, hasta nuestros días.
Se necesita “entender el momento histórico” y el periodo de decadencia cultural que se vivía en el Anáhuac. Los temores de la profecía, la incertidumbre de la verdad sobre Cortés, el desgaste del rito a Huitzilopochtli. Las atrocidades que aterraban y horrorizaban  a los anahuacas a través de las matanzas, como la de la ciudad santa de Cholula, los brutales aperreamientos y la facilidad para asesinar. 


Pero sobre todo, el brutal choque humano de una cultura de la guerra, el robo, la mentira y el abuso, contra una cultura humanista y espiritual, -aunque en un periodo de decadencia, en especial la Triple Alianza-. Esto no se ha querido ver y comprender por los “mitos de conquista”. Pero los españoles venían con el sistema de “terrorismo de Estado” a través de horrorosas matanzas, herencia de la “Guerra de Reconquista” y de la Edad Media.


Pero lo más importante y decisivo, poco tomado en cuenta y dimensionado en toda su magnitud por los historiadores hispanistas, fue la indescriptible catástrofe que representó la viruela para las personas, las familias y los pueblos. En efecto, la enfermedad que trajeron al Cem Anáhuac los españoles resultó la primera guerra bacteriológica del planeta. La mortandad, la incapacidad para curarla y su total desconocimiento, de una civilización que manejó por siglos una eficiente ciencia médica, hicieron de la viruela la destrucción física y emocional de la sociedad. Se pensó que era un castigo divino por la transgresión a la enseñanza y religión de Quetzalcóatl.


Ante este caos religioso, ideológico y mortandad, muchas de las autoridades, primero en el Altiplano Central y después de 1521, en todo el Cem Anáhuac, decidieron unirse al bando de “Cortés-Quetzalcóatl” y se sumaron a la invasión, luchando contra pueblos y culturas que resistieron y siguen resistiendo la agresión hasta nuestros días.  


Vale la pena, para concluir este apartado, recordad la figura y la posición de Xicoténcatl Axayacatzin, el guerrero tlaxcalteca que desde el primer momento vio a Cortés y los españoles como peligrosos invasores. Los combatió y se opuso a la alianza con el invasor pero el Tlatócan de Tlaxcala decidió hacer la alianza, y Xicoténcatl tuvo que obedecer, pero no colaboró en la guerra contra los mexicas por lo cual Cortés lo mandó ahorcar. Xicoténcatl el ejemplo del guerrero del Anáhuac, como Gonzalo Guerrero, Cuitláhuac, Cuauhtémoc, Morelos, Mina, Guerrero y Zapata. 


4. Las autoridades y los líderes de opinión anahuacas, abrazaron la cultura, lengua y religión del invasor para mantener su estatus y su posición social.
Ante el momento histórico que se vivía, especialmente en el Altiplano Central, los pueblos de todo el Cem Anáhuac (desde Nicaragua hasta el Norte de E.U.), estaban enterados del desplome de la Triple Alianza y la catástrofe humanitaria que vivían los pueblos nahuas del Altiplano por la epidemia del sarampión.


La cultura guerrera del Estado Suyuano (periodo Postclásico) tenía como “uso y costumbre”, que en las guerras de expansión, el vencido se incorporaba como “socio-aliado” del vencedor (como Alemania con la OTAN). Esta modalidad fue la que hizo que la Triple Alianza se expandiera y creciera en poder cuantitativo y cualitativo de manera muy rápida.


Cuando los mexicas y sus pocos aliados fueron vencidos por los ejércitos comandados por Ixtlilxóchitl al servicio de Cortés, los propios mexicas se pusieron a las órdenes de Cortés, y ellos mismos participaron en la conquista del Cem Anáhuac para beneficio del nuevo orden religioso, filosófico, cultural, económico y político encabezado por Cortés.


Debe decirse lo que han callado los historiadores hispanistas, Cortés llegó a tener tanto poder, -en hombres a sus órdenes como en metales preciosos-, que en su momento acarició la idea de convertirse en rey del Anáhuac, razón por la cual la corona le entabló un Juicio de Residencia (igual que a Colón), para someterlo y subordinarlo al imperio español.


En este “fin del Quinto Sol”, que debe entenderse como un colapso cultural, provocado y manipulado por Cortés, quien siendo asesorado por Malinche, logró crear primero, un caos y el derrumbe del Estado Suyuano mexica, y posteriormente, siguió con los demás pueblos y territorios del Cem Anáhuac. Poco a poco fue sumando aliados-vencidos o aliados-convencidos, que tanto por la derrota militar como por una “estrategia de sobrevivencia” se aliaron con los nuevos detentadores del poder.


Para entender este punto, es necesario recordar la famosa reunión a la que fueron convocados por Moctezuma todos los tlatoanis de los Altépetl, aliados y tributarios de la Triple Alianza, en la cual Moctezuma, delante de Cortés, les anuncia a que a partir de ese momento la nueva autoridad es “el embajador de Quetzalcóatl” y que así como él, todos los demás, obedecerán y servirán en lo que les mande Cortés. Esa fue la entrega de la Triple Alianza a Cortés (2ª Carta de Relación. E. Purrua. pp. 59). Al terminar la reunión Cortés le dijo a Moctezuma que, como “el rey de España-Quetzalcóatl” necesitaba oro, mandara a su gente y que él mandaría también a españoles, a que fueran a los Altépetl de los tlatoanis a pedirles el oro requerido.


Lo cual no sucedió por la llegada a Veracruz de 1500 hombres al mando de Narváez, enviados por Velázquez, el gobernador de Cuba, para tomar preso a Cortés por haber salido prófugo de Cuba, ya que se había descubierto que planeaba traicionarlo –como sucedió-, y que se “apropiaría” de la expedición que “legalmente” le correspondía a Velázquez y sus asociados. De modo que Cortés dejó “el proyecto” de ir a “rescatar oro” para después, y se dicó a comprar a los hombres que enviaba Velázquez para fingir una lucha en la que él salía victorioso.


Aquí es necesario aclarar la mentira sistemática de los “historiadores hispanistas” de que Cortés tenía un ejército con soldados, falso. Los ejércitos modernos se iniciaron en Europa hasta el Siglo XVII, en ese momento solo existían “tercios”, que eran asesinos y ladrones al mando de un “capitán”. No tenían cadena de mando, uniformes, armas reglamentarias, etc., eran simples mercenarios dirigidos por un líder al que llamaban “capitán”.


Cortés no era “hombre de armas”, era más un leguleyo que había sido expulsado de la Universidad de Salamanca por el bajo desempeño académico (no terminó).  No traía soldados, sino mercenarios que habían sido contratados por los inversionistas  de la expedición para “rescatar oro”, o inversionistas que personalmente participaban, solos o con esclavos y subalternos. A esta gente se le llamó “capitán”, pero tampoco eran “hombres de armas” como los verdaderos capitanes de los tercios que existían en Europa.


La invasión de España a los pueblos del continente Ixachillan (nombre en lengua náhuatl), desde Colón hasta la última expedición, fue producto de la iniciativa privada de inversionistas y aventureros. La corona nuca financió las expediciones (ni el primer viaje de Colón, lo de “las joyas de la reina” es solo otro más de los mitos hispanistas”). La corona solo otorgaba permisos para “rescatar oro o fundar” a cambio del 20% de lo robado, a lo que llamaron con eufemismo “el quinto real”.


La historia hispanista nos ha hecho suponer que Cortés era un “capitán”, que traía un ejército con soldados, mandos, uniformes, insignias, banderas  y que dependía de la corona española, totalmente falso. Los viajes de Colón, como todas las expediciones españolas fueron financiados por inversionistas. La conquista de América fue una EMPRESA PRIVADA, la colonización en cambio fue un acto imperial.


Eran un conjunto de inversionistas y una padilla de aventureros que no eran militares, no venían enviados por la corona, solo tres sabían leer y escribir. Lo único que los “uniformaba” era su codicia, ser ladrones y asesinos, además de estar permanentemente en luchas internas por el poder y el despojo de lo robado. A tal punto, que en su momento trataron de matar a Cortés, quien tuvo que traer una “guardia personal” para protegerlo de sus propios compinches.


Al término de la Batalla de Tenochtitlán Cortés envía a un puñado de españoles con miles de “aliados y vencidos” anahuacas a “visitar” es los tlatoanis de los Altépetl en busca del oro. Así es como comenzó la verdadera conquista del Cem Anáhuac. La dirigieron un puñado de españoles que más o menos obedecían a Cortés, -entre sus traiciones y luchas de poder-, y decenas de miles de guerreros tlaxcaltecas, texcocanos, mexicas, xochimilcas, etc. El caso de la traición a Cortés por Cristóbal de Olid es el ejemplo clásico de las relaciones entre los mercenarios.


Así como relatamos como Ixtlilxóchitl se pasó voluntariamente al bando de Cortés, así mismo lo hicieron muchos Tlatoanis en todo el Cem Anáhuac. Para no perder el poder en sus Altépetl y mantener sus privilegios y canonjías, aceptaron, no solo sumarse a los españoles, sino aceptar su religión, su idioma, su cultura y mantenerse en el “nuevo orden” como autoridad. 


Esto fue hecho por convicción, como el caso referido de Ixtlilxóchitl o por simulación, como el caso tlatoani zapoteco de Tehuantepec, Cocijopij, quién no solo se convirtió a la religión católica y fue bautizado, sino para demostrar su devoción religiosa a los españoles, pagó de su propio patrimonio la construcción del templo y convento de Santo Domingo de Guzmán en Tehuantepec, pero siguió en su casa profesando la religión ancestral, hasta que fue descubierto por la Santa Inquisición.  

  


Debe recordarse que, a lo largo de toda la Colonia, el número de españoles o peninsulares fue muy bajo. En el censo de 1800 se reportan 15 mil peninsulares en el Virreinato. Por lo que en las primeras tres décadas después de la caída de Tenochtitlán, muchos tlatoanis se mantuvieron en el poder en el nuevo orden colonial y fueron desplazados poco a poco, conforme los peninsulares, los criollos y hasta los mestizos empezaron a ocupar los puestos de autoridad, especialmente en los lugares más alejados e inaccesibles de la Ciudad de México y ciudades del interior del virreinato.


Esta “conversión” de las autoridades resultó ser un factor muy importante en la conversión de los anahuacas “del ala y la cola”, es decir, de los masehuales que veían como la clase dirigente abrazaba la cultura y religión de los invasores. Se transformaban y trataban, no solo  de hablar, vestir y comer, igual que los conquistadores-colonizadores, sino que empezaron a asumir sus valores y principios como propios.


En efecto, la propiedad privada, el comercio, el consumo de alcohol y los productos “de castilla”, así como la explotación de los masehuales, fue el nuevo orden al que se “adaptaron” y comenzaron a jugar el papel de “colonizados-colonizadores”, es decir, aceptar sumisamente la explotación del colonizador, pero en la primera oportunidad, jugar el papel de feroz colonizador con aquellos que están más abajo en la escala social del sistema colonial.




Esta práctica viciosa y perversa nos ha hecho mucho daño. Ha permitido la formación de una cultura “mestiza” de abuso y violencia. Una cultura de la ilegalidad, la corrupción y la simulación. Una sociedad de “vencedores y vencidos”. De “chingones y chingados” hasta en el más mínimo espacio, acabando con nuestra cultura de respeto, solidaridad y fraternidad.


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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo una duda;
¿no se supone que la Malinche fué regalada a los mayas después de que los aztecas asesinaron a su padre?

Esto sería una razón para la traición, ya que muchos se unieron a los españoles para combatir a los azecas; una AutoConquista.

Anónimo dijo...

Otro gran artículo Guillermo Marín, saludos. Atte: Giovanni

Anónimo dijo...

Estimado Profesor Guillermo Marín, le envío mis respetos y mi más profundo agradecimiento por la labor que viene usted realizando. Muy pocos como usted nos presentan una visión tan diferente de la historia y de México. No estoy totalmente de acuerdo con usted, especialmente con el Gran Imperio Azteca, pero en general su trabajo despierta la pasión y el interés. Espero que pronto venga al Istmo de Tehuantepec, aquí tenemos gente de valía que conoce la historia.
Su atento y seguro servidor.
Profesor Anastasio Matus

Anónimo dijo...

Excelente, desde el punto de vista de usted que me párese es la historia de méxico, los mayas traicionaron a los aztecas.,
Según tengo entendido cuando kaivil balam i va.a derrotar a los españols en un barranco, los prisioneros aztecas que le servían como traductores, les advirtieron de una emboscada,

La verda es que si se hubieran unido fuerzas la historia seria otra, aunque me gusta pensar que así fue!

La UNICA película que recomiendo es AVATAR la union de los pueblos contra los invasores.