sábado, 23 de abril de 2016

LA SABIDURÍA DE LOS TLAMATINIMES


No se puede llegar a ser viejo sin ser sabio. Los sabios son “la tea que nos alumbra y no humea” de los pueblos. 

Los que ven, allá donde la mayoría ni siquiera voltea. Los que escuchan el silencio y los que observan la oscuridad. 

Cuando el Maestro Fernando del Paso afirma que su preocupación nace de “la decadencia que vive México, de la proliferación de gobernantes ineptos y corruptos, de la bulimia del pueblo, de la pobreza ancestral, pero sobre todo, de esa mentalidad de país colonizado”, nos entrega como legado “palabras verdaderas”, que deben resonar en el corazón y despertar nuestra conciencia.

Sin embargo, el tlamatinime nos alumbra el camino, cuando afirma, “Pero el pueblo tiene que reaccionar”. 
Ese es el punto. No será con las ideas del carcelero que saldremos del calabozo de la colonización, no será con luchas armadas o luchas políticas, porque la historia nos dicen que nada cambia en realidad. Lo único que puede cambiar el destino del pueblo es LA EDUCACIÓN, sustentada en los VALORES de la MATRIA.

En efecto, la patria es “el lugar de nuestros padres”. La patria surgió apenas en 1821 de las ideas y ambiciones de un puñado de criollos, es decir, de españoles nacidos en el Anáhuac, que desde 1810 iniciaron una lucha por arrebatarles el poder a los peninsulares, es decir, españoles nacidos en España. 

Debe recordarse que por el sistema de castas, los criollos eran vasallos de segunda que no podían llegar a ocupar los más altos puestos en el gobierno colonial, el ejército y la iglesia, lo cual creó un gran resentimiento a lo largo de tres siglos por “esta injusticia” entre criollos contra los gachupines.

Para librarse de esta “exclusión”, los criollos usaron a los pueblos anahuacas.  Miguel Hidalgo al saber descubierta la conspiración en contra de los peninsulares, inicia la rebelión con dos premisas muy claras “es hora de matar gachupines y vivan los reyes de España”.

En estos dos últimos siglos, los que han diseñado el país han sido un puñado de gente con ideología neocolonial criolla, eurocentrista, modernizadora, capitalista, dependiente. 

Desde el principio, -y no ha variado-, la visión de modernizar y europeizar el país, -su país-, es invitar a la inversión extranjera a que invierta en México, que traigan su tecnología, sus técnicos, sus empresas, para “hacer productivo el país”. 

Una pequeña élite de criollos, -que siguen llegando a vivir al país y que tienen todos los apoyes y canonjías-, entregan impunemente los recursos naturales para su explotación y entregan al pueblo anahuaca como mano de obra en calidad de esclavitud, todo eso a cambio de que “los hagan socios y los tomen como sus iguales”. 

A estos males se suma que en el país de los criollos y para los criollos, el racismo económico y cultural, así como la corrupción, son los cimientos más profundos donde descansan las instituciones y las relaciones económicas, políticas y sociales. 

El racismo económico implica que los que no tienen descendencia europea son tratados como “no humanos”, no tienen derechos y solo tienen obligaciones. El racismo cultural es que los que no poseen “la cultura europea”, no tienen cultura. 

Es decir, la cultura originaria o ancestral no ha sido reconocida y menos valorada. Guillermo Bonfil Batalla plantea esta desgracia en la visión de “un México profundo (el ancestral-tradicional) y un México imaginario (moderno-occidental) en permanente pugna.

El Maestro Fernando del Paso tiene mucha razón en lo que afirma. Como vemos, desde la fundación misma de “México”, se ha vivido en la injusticia, ineptitud y en la corrupción. México es un país injusto por su origen colonial y su naturaleza de ideología criolla. 

Un puñado de ricos insensibles, parásitos y corruptos, y una inmensa mayoría de gente pobre sometida a la ignorancia y a la enajenación. La inequidad en el reparto de la riqueza es lo que caracteriza el “ser del país”, desde Hernán Cortés hasta Carlos Slim.

Sin embargo, desde “Carlos Salinas/Carlos Slim”, hasta nuestros días, la ineptitud y la corrupción se han desfondado. Los mismos excesos y voracidad de las clases políticas y empresariales han llevado al país a una crisis mayúscula. 

El Estado de derecho está ya muy minado, las instituciones no están funcionando. 

Desde el exterior se ve a México como un Estado fallido y pese a las observaciones de Naciones Unidas, OEA, la Unión Europea el poder político y económico no quieren ver la realidad. 

Esta negación es muy peligrosa y nos está conduciendo a una catástrofe social, económica y cultural. 

Tenemos que prestar atención a los hombres sabios de este país. 


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viernes, 15 de abril de 2016

LOS EUROMEXICANOS, LOS MEXICANOS Y LOS ANAHUACAS

En este país desde 1521 los que detentan el poder político, económico, social y cultural son extranjeros. Lo que han vivido “los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos” en estos cinco siglos, sean “indios, campesinos, obreros, empleados, desempleados; en síntesis: LA PROLE, ha sido y sigue siendo, un verdadero infierno.
 
Los que empezaron a llegar al Cen Anáhuac desde 1519 destruyeron las milenarias instituciones, leyes y autoridades del Anáhuac, para imponernos sus leyes, autoridades e instituciones COLONIALES durante tres siglos.
 
Y después de que los criollos echaron a los gachupines del poder y del Virreinato de la Nueva España, fundaron en 1821 “su país”, al que llamaron equivocadamente “México”, manteniendo el sistema colonial, pero disfrazado de una “república bananera”.
 
En los dos últimos siglos los criollos han fortalecido y refinado el poder NEOCOLONIAL, buscando siempre alianzas con países y capitales extranjeros para someter y explotar a los pueblos anahuacas y depredar sus recursos naturales.
 
Los “euromexicanos neocolonizadores” que piensan que no tiene validez este lenguaje, ideología y lucha por la descolonización del Anáhuac, los invitamos a que vean en “su Madre Patria” lo que está sucediendo. En efecto, la invasión, conquista y colonización que sufrimos nosotros, también la sufrieron los pueblos y culturas ibéricas.
 
Los castellanos a sangre y fuego “crearon” desde 1492 hasta 1516 el reino de España sobre los reinos existentes en la península.
 
Han pasado también, cinco siglos, y la herida sigue viva y los vascos, catalanes y gallegos, entro otros, siguen manteniendo la vital necesidad de ser “independientes y autónomos”.
 
Los “euromexicanos”, es decir, los descendientes sanguíneos y culturales de los colonizadores afirman que “nada ha quedado de los vencidos”, que todo acabo en 1521.
 
Que no existe la civilización originaria y que todos los habitantes de este país son “mexicanos” y que en este país, su país, todos somos iguales y que no existe racismo ni clasismo. Mitos y fantasías de la neo-colonización.
 
Solo que la verdad nos dice que existen tres clases de “ciudadanos de este país”. Los “euros y sus descendientes, los anahuacas y sus descendientes” y los mestizos desculturizados.
 
En el primer extremo están esas 200 mil “familias bonitas” de “euromexicanos” que poseen el 40% de la riqueza nacional: Gente que está en lo más alto de la pirámide social en la economía, la política, la ciencia, la cultura.

Del otro lado están diez millones de “indígenas” anahuacas que para sobrevivir al holocausto se han refugiado en los lugares más agrestes y apartados, esta clase de “ciudadanos” poseen el 1% de la riqueza nacional.
 
En medio de esta tragedia está una inmensa masa de mestizos des-culturizados llamados a secas “mexicanos”, ni de aquí ni de allá, hijos de televisa, ladinos, ignorantes de sí mismos, “morenitos en vías de blanquearse”, o como los llamó Guillermo Bonfil, “indios desindianizados”.
 
Pues bien, los “euromexicanos” han sumido al pueblo de “su país”, desde 1821, no solo en la histórica injusticia y pobreza, sino en la corrupción, impunidad y “despropósito gubernamental” más cínico y aberrante desde la implantación del neoliberalismo y la globalización impuesta por los capitales y mega empresas trasnacionales.

El servilismo, la docilidad frente al poder global, sumado a su histórica incapacidad para gobernar y administrar, están llevando a “su país” al fracaso más grande en sus dos siglos de existencia.
 
Un amigo judío alguna vez me dijo que, “el problema de México es su inmensa riqueza”.

Efectivamente, van quinientos años y no se acaba, sea el oro, la plata, la grana cochinilla, las materias primas o el petróleo, pero sobre todo, la riqueza que produce un pueblo “culto y educado” en los valores de la civilización del Anáhuac, que además de ser trabajador, sacrificado, solidario, noble; cree, porque así se lo enseñó su milenaria civilización, en las instituciones y autoridades.
 
De esta manera, ha sido en estos cinco siglos de colonización y neocolonización, que la base de este pueblo –los anahuacas- han creado la riqueza, engrosado los ejércitos que usaron los gachupines y criollos para pelar entre sí, la mano de obra que ha construido todo cuanto está edificado y los votos que llenan las urnas que validan el gobierno de los euromexicanos.
 
Ciudadanos siempre excluidos, denigrados, marginados, despojados, engañados y utilizados. Estos ciudadanos que la “patria” de los criollos les ha vuelto la espalda y siempre los ha engañado y traicionado, sea en 1810, 1910, 1926, 1988 y 2006, son la base y sustento, los cimientos y la estructura de la patria de los criollos.
 
Sin embargo, el Anáhuac no está muerto y “estos ciudadanos de tercera” tienen una MATRIA que es su civilización ancestral.

Las diferentes culturas que la conforman se han mantenido “en estado latente”, se ha refugiado allá en lo más profundo e íntimo de nuestra “esencia”…donde el euromexicano nunca se ha atrevido a penetrar.

No se olvide que fueron nuestros Viejos Abuelos toltecas los maestros “del tiempo y del espacio”. Los olmecas fueron los forjadores del movimiento “ollin y maestros de la medida “mecatl”, de ahí viene su nombre de olmecas, los maestros de “la medida del movimiento”, es decir, del Tiempo.
 
El Tiempo ha sido y es, elemento fundamental de nuestra civilización. El tiempo ha estado de nuestra parte. Ayer fue “el tiempo del no tiempo”, ahora, está muy próximo "el tiempo de nuestro tiempo”.
 
Está por salir la Luz del nuevo Sol y la oscuridad será vencida para la luminosa sabiduría de los Viejos Abuelos que se ha sabido guardar sabiamente en el fondo de nuestros corazones y alumbrará el inexorable futuro, "propio-nuestro", que nos ha sido reservado por “Aquél por quien se vive”.

 
El Futuro de la nación está en su pasado.
 
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miércoles, 6 de abril de 2016

LA ESCATIMADA GRANDEZA DE NUESTROS ANTEPASADOS.

Somos una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo. La que alcanzó el más alto nivel de desarrollo humano para todo su pueblo. La que le ha dado más de cuarenta y dos productos al mundo, como el chocolate, la vainilla y el amaranto, entre muchos otros. 

La que inventó el maíz. La que inventó y usó el cero matemático antes que nadie. 
La primera en crear una calculadora llamada nepohualtzintzin. 

La primera que hizo trepanaciones. 

La primera que tuvo un sistema de educación, obligatorio, público y gratuito. 

La que nunca inventó armas. Con las que heredamos de periodo Prehistórico, con esas nos defendimos de la agresión e invasión europea. 

La que no usó moneda ni propiedad privada. Ochenta años antes de la invasión los mexicas empezaron a usar el cacao como instrumento de cambio, pero no era una monada porque se podría y no se podía atesorar.  

La que aplicó, antes que nadie, la democracia participativa a lo largo de por lo menos tres mil quinientos años y que sigue vigente en cientos de comunidades indígenas y campesinas en la actualidad. 

Son infinidad de aportaciones a la humanidad que son sistemáticamente escatimadas y muchas han sido apropiadas por la cultura occidental, asumiéndolas como suyas. 

Pero ahora deseamos referirnos en especial a la invención del tiempo. Porque somos la civilización que “inventó” el tiempo exacto para toda la humanidad. (El que la gente no sepa esto, es una forma de mantenerla sometida.)

Todo comenzó hacia el sexto milenio aC., cuando se inventó la agricultura, lo que implica, -no solo la domesticación de plantas silvestres-, sino la invención del maíz y la milpa, base del sistema alimentario del Anáhuac. 

Sin que nadie nos trasmitiera el conocimiento, nuestros Viejos Abuelos, por si solos y a lo largo de muchas decenas de siglos fueron investigando, sistematizando y trasmitiendo el conocimiento, para crear en los primeros cuatro mil quinientos años “la pirámide de desarrollo humano del Anáhuac”, que implica: un eficiente sistema alimenticio, un eficaz sistema de salud, un competente sistema educativo, y finalmente, un solvente sistema de organización, que permitirá, que en el año mil quinientos aC., apareciera la cultura olmeca en el vasto territorio del Cen Anáhuac.

Y justamente este es “el inicio” del gran proyecto civilizatorio. Ya satisfechas las necesidades de orden material, con la infraestructura técnica, científica y ética, los Viejos Abuelos se lanzan a su gran desafío, “medir el tiempo”. 

Esta es la razón del nombre de la Cultura Madre, la cultura olmeca, que en lengua náhuatl, -la lengua franca desde Nicaragua hasta Alaska-, “ollín” es igual a movimiento, “mecatl” es igual a medida, traducido como: “el pueblo que mide el movimiento”.

En efecto, el tiempo no existe, es una abstracción de la medida del movimiento. Es decir, el movimiento de rotación que hace la tierra sobre su propio eje nos da el día, y el movimiento de traslación en torno al Sol nos da el año y así sucesivamente en sus diferentes partes y diversos referentes, hasta llegar a “la cuenta larga” de 25,625 años.

Quetzalcóatl olmeca
Para llegar al ser humano en plenitud, deben estar satisfechas sus necesidades de subsistencia material, para después pasar a las necesidades de trascendencia de la existencia en un orden superior.

Cuando un ser humano se plantea ¿quién soy yo, de dónde vengo, a dónde voy, y en dónde estoy?, se puede afirmar que ha dejado un estadio básico elemental de existir,  para pasar a un nivel superior que busca “la trascendencia”, más allá del orden material de la vida.

Para comparar el grado de desarrollo y conciencia de sí, de los españoles en 1492 y el de los anahuacas, diremos que los primeros tenían una religión reciente en la península, que había tenido muchos cambios desde el año 325 en que se creó en el Concilio de Nicea y que pensaban que la Tierra era plana. 

Los Viejos Abuelos tenían una religión propia, nacida y desarrollada por lo menos con tres mil años de antigüedad, y sabían, desde por lo menos el año 3114 aC. (Estela de Chiapa de Corzo), que la Tierra era redonda, que estaba en un sistema solar y éste formaba parte de una galaxia, y que la Tierra tardaba 25,625 años en darle la vuelta al centro de la galaxia.

Sin embargo, cuando llegó accidentalmente a Ixcachillán (continente) Colón, en una empresa mercantil financiada por los “mercaderes” europeos, decretó que los seres humanos encontrados eran “animales”, y en tal condición, estaban al servicio de la supuesta superioridad “bíblica y aristotélica” (Ginés de Sepúlveda) del hombre europeo. 

Desde ese fatídico 12 de octubre de 1492 hasta nuestros días, los extranjeros avecindados, que siguen llegado a hacerse ricos, nos han deshumanizado, tachándonos de salvajes, caníbales, primitivos. Explotando al pueblo invadido con encomiendas, haciendas, fábricas, maquiladoras, salario mínimo y televisa.

La colonización antes que nada es MENTAL, si seguimos pensando como Hernán Cortés, Bernardino de Sahagún y Enrqiue Krauze, nunca podremos salir del calabozo de la colonización. Tenemos que despertar de la catatonia y descubrirnos con nuestros propios ojos y nuestro corazón verdadero. 


Descolonizar es un acto de dignidad y de soberanía intelectual. 


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