sábado, 6 de febrero de 2016

EL PENSAMIENTO…domesticado, salvaje y ancestral.






En la visión más conservadora, el ser humano tiene apenas 10 mil años de vivir en civilizaciones. Aunque las nuevas tecnologías, especialmente la Internet, ha acabado con “el control del conocimiento” y hoy,  la “historia oficial de la humanidad” se está cayendo en pedazos y aparecen testimonios de hasta cientos de miles de años antes. Lo que hace más confiable la historia del Anáhuac, que habla de cuatro Soles o humanidades anteriores a la presente.



Por el pensamiento colonial eurocéntrico surgido en 1492, occidente ha impuesto, -a sangre y fuego-, un PENSAMIENTO ÚNICO y ha tratado de destruir el pluriverso epistémico en el que la humanidad vivió, hasta que los barbaros pueblos europeos, tomaron casi el control total del planeta.



Para el pensamiento único eurocéntrico, el conocimiento solo se puede obtener por medio de “la razón”. Sin embargo, insectos, plantas, animales y el ser humano, durante mucho tiempo, han
accedido al conocimiento por otros medios que no son solamente la razón.



Los nativos de los pueblos descubiertos no tenían alma (según Colón), por lo que eran “desalmados”, y como los animales, podían estar al servicio del hombre blanco, de manera “legal” por la corona y de manera “moral” por el Vaticano.



Esta deshumanización del “otro”, sienta las bases de la explotación de los invadidos/colonizados a través del racismo económico, es decir, que por cuestiones de fenotipo los seres humanos pasarán a sumarse al trabajo esclavo.


La Europa paupérrima del final de la Edad media, se pudo capitalizar rápidamente debido justamente “al trabajo esclavo” y el oro y la plata que extrajeron ilegalmente de los territorios invadidos. 



En general, las seis civilizaciones con origen autónomo, las más antiguas del planeta, han vinculado totalmente el conocimiento con la espiritualidad y a eso se le ha llamado SABIDURÍA. 

Occidente ha hecho lo contrario, ha parcializado el conocimiento y lo ha enfocado en la explotación de la naturaleza, el ser humano y la guerra, a esto le ha llamado “CIENCIA”. De modo que la sabiduría busca la realización plena del ser humano, y la ciencia, la riqueza y explotación.



Según el Pensamiento Único, la ciencia se inició a finales del Siglo XVIII con Copérnico, Kepler, Galileo y Newton, entre otros. Lo que implica que, miles de años atrás los egipcios, sumerios, indios, chinos y anahuacas, ¿NO TENÍAN CIENCIA? La verdad, es que Europa es la cultura más nueva del planeta y es una “cultura pirata”. 



En efecto, desde Alejandro el Magno y pasando por muchos “científicos” europeos de la antigüedad, casi todos se dedicaron a retomar la sabiduría ancestral que para el caso de Europa, el Islam había rescatado de los mil años de destrucción y persecución de la “Edad Media”. La sabiduría griega fue totalmente reciclada de Egipto, Mesopotamia e India. 



La cultura griega encontró su periodo luminoso en “el siglo de Pericles” (siglo V a.C.), se nutrió de los remanentes de las civilizaciones en decadencia de: Egipto, Sumeria e India, por lo que no se puede considerar una cultura con “origen autónomo”. 


 
El concepto moderno de “Europa” surge hasta el siglo XVIII con el “romantisísmo alemán”, especialmente con Federico Hegel, quien toma a la cultura griega “como origen de la cultura europea”. Sin embargo, en el siglo de Pericles, “Europa culturalmente no existía”. 


Tendrían que pasar muchos siglos para que eclipsaran los griegos, surgiera el Imperio Romano, pasara la Edad Media y el Renacimiento, para que a finales del siglo XVIII se definiera culturalmente Europa. En el siglo V a.C. la cultura griega pertenecía al mundo oriental y norafricano.  



Para el caso del Anáhuac y Europa, es fácil ver la diferencia civilizatoria/conocimiento. En 1492 los europeos creían que el mundo era plano, y para el Anáhuac, desde por lo menos el año 3114 a.C., se sabía que la Tierra giraba en torno al centro de la galaxia en 25,625 años, conocida esta medida como La Cuenta Larga, misma que se encuentra en una inscripción en una estela en Chiapa de Corzo, Chiapas.



Los “científicos occidentales” y sus achichincles nativos colonizados, se han convertido en los dóciles reproductores del PENSAMIENTO DOMESTICADO al servicio del comercio y la guerra, primero de Europa y ahora de Estados Unidos.



Por supuesto, “la ciencia” en occidente está para servir a los intereses más perversos, sea del poder financiero, la industria bélica, farmacéutica, alimenticia, multimedia, etc. 

La ciencia y la tecnología no tienen ética, moral o ideales, están esclavizadas al poder y son un medio para hacer riqueza “al precio que sea y sin importar NADA”.



El Pensamiento Salvaje, por otra parte, fue un término que usó el filósofo Levi-Strauss, para referirse al “otro pensamiento”, el que no está sometido al poder económico eurocéntrico y que es producto de la diversidad y riqueza humana. 


Sin embargo, existe otra forma de interpretar el mundo y la vida, la más antigua de la humanidad, El PENSAMIENTO ANCESTRAL. 

La sabiduría que tiene milenios y que ha sido desarrollada a partir de la investigación, la experiencia, el análisis y la sistematización de los saberes comunitarios de los pueblos. Se generó en la misma génesis de las civilizaciones Madre: Egipto, Mesopotamia, China, India, Anáhuac y Tawantinsuyo.



Para el afortunado caso de lo que hoy malamente llamamos “México”, resulta que somos hijos de los hijos de un “pensamiento ancestral” llamado en lengua náhuatl TOLTECÁYOTL, pero que es producto de todos los pueblos y culturas que han existido y siguen existiendo en estos ocho milenios de desarrollo humano endógeno en lo que es nuestro territorio (ocupado).



Si se piensa en, por ejemplo, el Tollán de Daany Beédxe (Montaña del Jaguar-Monte Albán), los Viejos Abuelos trabajaron en su construcción 1350 años consecutivos, desde su planificación, desbaste de los cuatro cerros que conforman el conjunto y su imponente construcción. Lo interesante es que la misma planta arquitectónica del año 500 a.C. en que se inició la construcción, es la misma a la de su abandono en el año 850 d.C. 



Esto implica, entre otras cosas: que existió una “filosofía” que concibió el objetivo del proyecto, que éste, se mantuvo inalterado durante más de 13 siglos, que fue compartido y aceptado por muchas generaciones, lo que implica que no fue un “proyecto personal o familiar”, sino “intercultural y de largo plazo”. Pero fundamentalmente, nos revela una sabiduría tras generacional, dinámica y dialéctica.

   

La TOLTECÁYOTL es la herencia más valiosa, nuestro Patrimonio Cultural que nos identifica y nos da un rostro propio y un corazón verdadero.



Es una sabiduría viva, con una raíz filosófica, enriquecida de manera plural por muchas culturas diferentes en tiempo y espacio, pero todas unidas por una sola “matriz-raíz”, compartida por todos los pueblos y culturas que han vivido por miles de años en estas tierras, nombradas ancestralmente como Anáhuac.



Es el conocimiento de la Toltecáyotl, lo que nos permitirá salir del calabozo cinco centenario de la colonización. Requerimos pensar y ver el mundo con nuestros propios ojos y con nuestra propia mente. Esta es la razón por la cual “El futuro de México está en el conocimiento profundo de su pasado”.



                                    
 Viste www.toltecayotl.org 

miércoles, 3 de febrero de 2016

LA HISTORIA COLONIZADA 2/2

(Al pueblo lo han creer que los “aztecas” son la inspiración más elevada de su pasado “prehispánico”, ya superado por la imposición de la cultura europea, las religiones judeocristianas, la lengua española, la modernidad y el capitalismo, a través de la SEP, televisa, el INAH y la multimedia trasnacional, desde Hollywood hasta la televisión satelital. Los aztecas son “lo máximo del México prehispánico” y la prueba es que en el Museo Nacional de Antropología e Historia ocupan la sala principal.) parte PRIMERA.

¿Cuál es el objetivo de este perverso epistemicidio?

Impedir que el pueblo conozca la verdad de su civilización Madre. Quitarle al pueblo la capacidad de volver a pensar, sentir y actuar como lo hicieron sus venerables ancestros en el periodo más luminoso de LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD. En efecto, la Toltecáyotl logró alcanzar el más alto nivel en desarrollo humano para todo un pueblo en la historia del planeta. Impedir que la gente sepa que han existido otras formas de vida, otros valores, principios y sentimientos que pueden ser una “razón de Estado” y que pueden volver a ser una realidad. Que no únicamente el Estado se ha conformado para explotar a la naturaleza y a los seres humanos a través del “trabajo-consumo, y la guerra y el comercio”.

Los niveles alcanzados en materia de alimentación, salud, educación y organización comunitaria, en un amplio y sólido espacio de la democracia participativa, son la grandeza de nuestra Cultura Madre. Estos logros comenzaron con la invención de la agricultura y el maíz al rededor del sexto milenio a.C., y para el año 1500 a.C. tenemos testimonios decantados de lo que será nuestra civilización con la aparición de los olmecas, llamados “la Cultura Madre. Cuatro mil quinientos años de INVENTAR E INVESTIGAR, por nosotros mismos a través de la ciencia biófila todo cuanto nos rodeaba, desde las plantas y animales, hasta la mecánica celeste, pasando por explorar los insondables misterios de la conciencia de “Ser energético” y las potencialidades espirituales.       

Pero los logros más sobresalientes de nuestra civilización Madre se dieron entre el año 200 a.C. y el 850 d.C. Mil años de esplendor en el que se lograron construir el mayor número de centros de conocimiento e investigación de la historia antigua de la humanidad. Los Tollanes, llamados por los colonizadores “zonas arqueológicas”, es la expresión más prodigiosa de una ciencia decantada para investigar, estudiar y sistematizar, las posibilidades “energéticas” del ser humano. Campos del conocimiento humano que por la persecución que hizo la Iglesia Católica en Europa durante mil años, conocidos como “Edad Media o época oscurantista”, Occidente se ha visto imposibilitada a entender.

En el Cen Anáhuac se vivieron mil años de armonía y equilibrio. No existió la moneda, la propiedad privada, la guerra y las armas como instrumento de dominio y expansión. El pueblo, independientemente su estatus, era obligado a enviar a sus hijos a la escuela que era pública y gratuita. El Estado integrado en una red de calpulli operaba a partir de la democracia participativa, el bien común estaba por encisma del interés privado, El Estado, las familias y los individuos, tenían como responsabilidad mantener el equilibrio entre el mundo espiritual y el material, entre el mundo de las cosas concretas y el mundo de las cosas abstractas a través de la sabiduría de la Toltecáyotl. 

Estos grandes logros tuvieron un fin (nada es eterno) y metafóricamente este final de ciclo se conoce como el Colapso del periodo Clásico (850 d.C.). En la mítica del Anáhuac se representa con la partida de Quetzalcóatl y la profecía que regresaría a restaurar la sabiduría y el equilibrio en el año “uno caña” que se repetía cada 52 años. A partir de la ausencia de la dirección de las personas de conocimiento, comienza una historia de decadencia filosófica-religiosa en el Anáhuac, más no de carácter cultural. Pues en 1519 la ciudad de Tenochtitlán era la más grande del mundo y la calidad de vida de un tenochca era muy superior a un madrileño.

La decadencia fue de carácter filosófico-religioso. Ante la partida de los venerables maestros toltecas, la destrucción y abandono de los centros de conocimiento (Tollanes), una nueva clase de dirigentes se apodera del control de los pueblos. Se crean los “Señoríos”, que implicaban posesión de territorios, linajes familiares de gobierno, guerras de expansión territorial y tributación.

La llegada de los mexicas al Valle del Anáhuac en 1215, marcará el inicio del último trayecto del periodo Postclásico o decadente. Los mexicas son un pueblo sin el legado de la sabiduría tolteca, nómada, guerrero y guiados por su numen tutelar llamado Huitzilopochtli, “no saben hablar la lengua náhuatl, no saben sembrar maíz y tejer algodón”. Son rechazados en todo el Altiplano y andan errantes hasta que en 1325 fundan una pequeña aldea sobre un islote del lago a la que llamaron Tenochtitlán.

Poco a poco hacen suya la Toltecáyotl, que estaba en etapa de decaimiento, ya que han pasado casi cinco siglos de la partida de los maestros. Especialmente los linajes dirigentes mexicas mandan a estudiar a sus hijos al calmécac de Cholula en donde se mantenía el legado tolteca con mayor intensidad, con el fin de que se apropiaran “de la tinta negra, la tinta roja” (la sabiduría tolteca). Fue hasta el año de 1440, cuando Moctezuma Ilhuicamina toma el poder y con su Cihuacóatl Tlacaélel, inician el proyecto de expansión mexica. Tlacaélel con sus reformas depone a Quetzalcóatl e impone a Huichilopoztli, es decir, se trasgrede a la Toltecáyotl, disminuyendo el aspecto espiritual y haciendo del culto al mundo material el imperativo de expansión mexica.

Los mexicas no formaron “un imperio”, ni tenían el control y el poder del Cen Anáhuac que la ideología criolla neocolonial hace creer a los ingenuos. Menos aún, eran criminales y caníbales, como los describieron los conquistadores y misioneros del siglo XVI, para ocultar sus crímenes de lesa humanidad. Tenían el control de gran parte del Valle del Anáhuac y una mínima parte de la costa del Golfo, pero no era total y menos absoluto. Como prueba de esto está la existencia del Señorío de Tlaxcala, los constantes conflictos con los matlazincas y otros pueblos más, que nunca se dejaron conquistar, como el caso de los yopes de las montañas de Guerrero o los triques de las montañas de Oaxaca. Jamás pudieron dominar el mundo maya y la gran chichimeca. Los mismos purépechas los derrotaron vergonzosamente en 1479 y jamás los pudieron dominar.

Lo cierto es que los mexicas lograron grandes avances culturales y de manera vertiginosa. La visón materialista, místico, guerrera, no tuvo tiempo de consolidarse. La historia de los mexicas es realmente muy corta, en comparación con otros pueblos como los, mayas, zapotecos y purépechas, por citar solo tres. Al pueblo mexica hay que valorarlo por lo que fue y sigue siendo. Los descendientes culturales, actualmente son los habitantes del Barrio de Tepito, en la Ciudad de México, que “no niegan la cruz de su parroquia” y son barrio emblemático de la capital del país.

Para poder descolonizar a nuestro pueblo, primero se debe descolonizar la historia que escribieron los conquistadores, misioneros y los anahuacas convexos. Debemos de investigarnos y repensar nuestro pasado desde nuestra propia perspectiva y dejar las ideas y prejuicios del silgo XVI. Para con ello analizar críticamente los trabajos que se han hecho en el siglo XIX y XX de la “academia”, que ha carecido de dignidad, nacionalismo y conciencia crítica. Debemos de estudiar con mayor rigor la obra de los pocos investigadores críticos contemporáneos como Laurette Séjurné, Guillermo Bonfil, Alfredo López Austin, Leonel Durán, Jacques Lafaye, Tzvetan Todorov, y por supuesto a Rubén Bonifaz Nuño.  Además de los investigadores regionales críticos, que “no aparecen” en el escenario nacional.

Porque, “como personas, familia y pueblo, somos lo que recordamos”. Nuestra memoria histórica nos hace ser lo que somos. Y si no recordamos…no somos nada. Y como no somos nada, hacen de notros lo que quieren el Mercado y los Mercaderes. El futuro está en el conocimiento descolonizado de la historia verdadera del Anáhuac. Requerimos reconocernos en nuestro “rostro propio y nuestro corazón  verdadero”. El camino es la descolonización, porque eso nos dignifica y nos hace verdaderos y nos permite aspirar a un futuro “propio-nuestro”.

 
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