lunes, 30 de julio de 2007

LA POBREZA INTELECTUAL Y DE LIDERAZGO DE LA IZQUIERDA EN MÉXICO.

Desde los mismos orígenes de las sociedades humanas, se han creado dos grandes corrientes de ver y entender el mundo y la vida. La que ve el mundo y la vida desde el punto de vista ESPIRITUAL y la que lo ve desde el punto MATERIAL. Es decir, la razón de la vida en lo particular y el desarrollo de la sociedad en general. Su significado, permanencia y trascendencia.
Se le ha llamado de diversas formas a través del tiempo y del espacio, pero en síntesis es lo mismo. Dos visiones que se deberían completar en equilibrio, pues la exclusión de cualquiera de las dos, es la destrucción de su opuesto complementario. La materia necesita del Espíritu para trascender y el Espíritu necesita de la materia para Ser. Esta es la expresión más clara de la dialéctica de la vida. Dos opuestos complementarios que en equilibrio perfecto, crean un tercero, mejor y diferente, que los dos que le crearon. Los individuos y las sociedades encuentran en su equilibrio, el desafío más importante de la vida. Sin embargo, este par de opuestos complementarios siempre están en lucha por la preponderancia. Pero cuando Espíritu y materia se equilibran armónicamente, logran la trascendencia de la existencia.

Desde los filósofos presocráticos hasta Federico Nietzsche, la filosofía occidental había sido “metafísica”, es decir, que la trascendencia de la existencia se encontraba en un plano más allá de la existencia física. La muerte en el mundo material, era la puerta de entrada al mundo espiritual. Más de 9900 años en que las sociedades de todo el mundo vivieron intensamente este paradigma. Sin embargo, a partir del siglo XIX, en que Nietzsche declara la muerte de DIOS y afirma que la trascendencia de la existencia solo se puede dar en el plano de la vida material, pues no se tiene “certeza científica” de la vida después de la muerte. Que el ser humano y la sociedad, solo tienen “el aquí y el ahora” para trascender y buscar la felicidad y el significado de la vida en el plano material.

Esta es la razón por la cual, a la larga, los filósofos se convertirán en “economistas”. El pensar que la economía es la solución de los problemas personales y sociales, es el origen del problema de nuestros tiempos. Por una parte surgió una corriente que afirmó que el ser humano y la sociedad, podían construir su desarrollo y felicidad en el mundo material, a través de la rectoría del Estado. Los otros, en cambio, pensaron que esto se podía lograr a través del Mercado. Pero los dos, vislumbraban la realización de la existencia humana, solo en el plano material. Aquí nacen dos corrientes ideológicas que, aunque se presentaron como opuestas, en verdad, eran lo mismo, pues ambas partían de la realización humana, solo desde el plano material de la existencia.

Así, durante el siglo XX “el mundo occidental” se debatió entre el socialismo y el capitalismo. La primera revolución socialista del mundo surgió en México y fueron los hermanos Flores Magón sus principales ideólogos. Después de dos guerras calientes, una fría y múltiples de “baja intensidad”, el colapso del socialismo fue contundente. Con la victoria el capitalismo se reconvirtió en un voraz y poderoso neoliberalismo económico de carácter global, depredador y antihumano.

En México, una de las 6 civilizaciones más antiguas de la humanidad, desde 1521 se ha impuesto un feroz sistema colonial importado primero de España, el cuál duro 3 siglos. Después los criollos a través de una guerra civil, refuncionalizaron el sistema colonial y crearon, en 1821 “su propio país” excluyendo a las mayorías, independizándose de España y copiando ahora a Francia. Durante el siglo XIX se dividieron en dos bandos y tuvieron una lucha fratricida entre conservadores-centralistas-monárquicos y liberales-federalistas-republicanos. Vencieron los últimos, pero las dos fuerzas criollas se han mantenido. Ahora se les conoce como PAN y PRI y su anexo el PRD.

En el siglo XX, después de la revolución se impuso el modelo Norteamericano y desde 1921, los que nos gobiernan, se han esforzamos arduamente por convertirnos en “gringos de tercera”. En estos quinientos años se le ha dado sistemáticamente la espalda a la milenaria sabiduría y experiencia de desarrollo humano y de organización social de la civilización del Anáhuac. Solo se ha usado y explotado su potencial, pero para apuntalar el excluyente proyecto colonizador, primero de los peninsulares y después de los criollos.

Occidente desde el siglo XX se ha convertido en una cultura FUNDAMENTALISTA DE LA MATERIA. Marx y Engles, a final de cuentas son iguales a David Ricardo y Adam Smith. La visión materialista de la sociedad y la naturaleza, ha llevado a occidente a poner en crisis, no solo la existencia de la humanidad, sino la del mismo planeta que nos ha dado asilo. La vida no solo es la explotación de la naturaleza y la mano de obra, la producción, la inversión de capitales, la creación de la tecnología, la ampliación de los mercados vía el consumo, la publicidad y las utilidades. La sociedad occidental y su modelo, se encuentra moribunda y desahuciada porque en esencia es autodestructiva. El modelo de desarrollo no tiene futuro y esta aniquilando a la humanidad y al planeta.

Ante esta atrocidad humana, la clase dominante de los criollos se vuelva fundamentalista de la materia, el consumo y la explotación del pueblo y la naturaleza aleándose servilmente a los grandes capitales. Pero la oposición en México, se sigue afirmando y auto etiquetando como: “socialistas, comunistas, trotskistas, maoístas o de izquierda”. Ante las injusticias y los excesos de los “adoradores del becerro de oro”, se siguen inspirando en teorías materialistas caducas, pasadas de moda, que han comprobado fehacientemente su total incapacidad de crear una sociedad mejor.

Da vergüenza ver la incapacidad y la pobreza intelectual de los “líderes de izquierda”, por enfrentar este perverso fundamentalismo de la materia, que esta oprimiendo a la sociedad, con discursos panfletarios de los años setentas. A estas alturas de la historia, todavía encontramos marxistas, marxsiólogos y hasta “marcianos”, que sueñan con traer a México “la revolución bolchevique”. Cuanta terquedad, pereza mental e incapacidad de entender que fracasó de este modelo occidental del culto a la materia por vía del Estado.

Al igual que el pueblo, nuestros líderes de izquierda, son “extranjeros incultos en su propia tierra”. Conocen algo de la historia “universal”, de materialismo dialéctico, de la revolución bolchevique y de la lucha de clases, pero no saben absolutamente nada sobre la experiencia humana que se dio en México a lo largo de más de siete milenios y medio, que nos llevó a ser una de las más importantes civilizaciones del mundo.

A muy pocos de nuestros líderes les interesa conocer y estudiar la Historia antigua de México, investigar la Toltecáyotl. Los sistemas de alimentación, salud, educación y de organización social, que permitieron por más de mil años, el esplendor de nuestra milenaria civilización. Nuestros líderes piensan que la Civilización Madre esta totalmente muerta y que los mexicanos de hoy, nada tenemos que ver con los 7 mil quinientos años de autodeterminación y desarrollo de la civilización del Anáhuac. Siguen pensando, como lo ha inculcado el colonialismo, que la civilización Madre era primitiva, salvaje y caníbal, que esta muerta y que todo lo bueno que tenemos nos vino de Europa. Intelectualmente se sienten hijos (bastardos) de Europa, de dónde ha llegado todas las copias mal hechas y tardíamente.

El pueblo de México esta arto del sistema colonial de explotación, que aunque maquillado, en esencia sigue siendo el mismo que se implementó en 1521. La democracia es el sistema por el cual los ricos gobiernan en nombre del pueblo para su beneficio a través de los títeres llamados políticos. Hemos tenido dos estallidos sociales en 1810 y en 1910, y nada ha cambiado. Todo se modificó para seguir igual. Nuevamente el pueblo esta llegando al límite de esta explotación y de esta injusticia ancestral. La colonización ha sido implacable e inhumana, injusta y violenta, depredadora y necrófila. Pero los líderes de la oposición siguen estancados en la revolución marxista-leninista.

Aferrados (por su colonización intelectual) a ver el mundo y la vida, desde la visión eurocéntrica. No tienen la capacidad de entender su propia historia y su propia cultura y a su propio pueblo. De entender la gran sensibilidad espiritual de su pueblo, su mística y su pasión por lo sagrado y por lo divino. Su ancestral forma de ver y sentir el mundo y la vida. Los mexicanos y su milenaria civilización, se funda más en una visión ESPIRITUAL, que en una visión “materialista”. Con honrosos chispazos de luz que nos dio Morelos o Zapata, los mexicanos hemos estado privados de líderes que sean capaces de representar las más altas y primigenias aspiraciones existenciales, de justicia, dignidad, fraternidad, espiritualidad y comunitariedad del milenario pueblo mexicano. Tal vez por eso, los movimientos más puros en nuestra historia, han sido abanderados por Tonatzín-Guadalupe.

Ante el neoliberalismo, la globalización, la deshumanización, la destrucción de la naturaleza, la familia, la sociedad, el arte, la educación. Ante la pérdida de los valores éticos y morales y la comercialización de las aspiraciones más nobles de lo humano. Lo que tenemos son nuestros milenarios valores, principios y actitudes ante el mundo y la vida, tenemos nuestra gran experiencia humana, nuestra riqueza en sabiduría de organización, nuestra extraviada relación armoniosa con la naturaleza, nuestras ancestrales tradiciones y costumbres. En síntesis, nuestra milenaria forma de ver y entender el mundo y la vida.

Por eso es que EL FUTURO DE MÉXICO ES SU PASADO. Lo que nos hace falta es tener los líderes que lo entiendan y lo proyecten en el pueblo, para que éste despierte. Líderes que dejen atrás las ideologías foráneas del culto a la materia, al becerro de oro, los importados modelos sociales y culturales que nada tienen que ver con nuestra esencia.

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