jueves, 25 de agosto de 2011

AZALIA OJEDA Y SUS "EXALTACIONES NUESTRAS"



La escena que se suscitó en un barrio rico –Polanco- de la Ciudad de México, entre dos mujeres de, no solo la “cultura dominante”, sino personas ligadas a la televisión, que es uno de los poderes fácticos de la nación, refleja la triste realidad de la sociedad mexicana.



En efecto, desde 1521 los extranjeros invasores destruyeron las milenarias instituciones, leyes y autoridades que habían construido a lo largo de más de tres mil años los originarios habitantes del Anáhuac, nombre que le dieron a su civilización los antiguos mexicanos. Desde Hernán Cortés, pasando por Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Porfirio Díaz, Calles, Echeverría, Salinas y Calderón, por citar a unas cuantas “autoridades”, éstas siempre han surgido de la violencia, el fraude, el abuso. Lo que hoy es México nació en 1521 producto de un acto violento e injusto que se sigue repitiendo a todos los niveles y en todos los espacios. Esa es nuestra realidad y todos, de una u otra forma participamos y recreamos esta tragedia.



En efecto, México es un país COLONIAL disfrazado de una “democracia de opereta”. Las relaciones políticas, económicas, sociales, culturales, son de carácter colonial. El régimen colonial sigue vivo, solo que camuflajeado por la hipocresía social e institucional el Sistema de Castas implantado desde el Siglo XVI. La Señora Azalia Ojeda le grita a la autoridad, “tú no eres nadie”. En efecto, los descendientes sanguíneos y culturales del Anáhuac desde 1521 NO SON NADIE, acaso fantasmas que sirven para votar y comprar productos chatarra. Masa de esclavos, mano de obra barata, peones de hacienda, soldados de levita, mansos y sumisos consumidores que se miden por el rating.



En medio de su exaltación y desde lo más profundo de sus entrañas y su subconsciente, la Señora Azalia Ojeda le grita indignada, “pinche asalariado de mierda” al humilde policía que sabiendo su ubicación en la sociedad colonial y que vive dentro del sistema de explotados-explotadores, abusados abusadores, se inhibe porque sabe que el poder siempre ha estado en manos de esta gente. Por supuesto, la escena no sería la misma sí hubieran sido gente humilde o sencillamente, gente sin “poder”. Entonces seguramente hubieran actuado como su legendaria “autoridad” en contra de sus iguales o inferiores, fueran indígenas, campesinos, desempleados, jóvenes lumpen, etc.



Lo que deja ver el video es una realidad cotidiana en México, que está presente de muchas formas, a veces burdas y grotescas, otras hipócritas y “refinadas”, pero lo cierto es que –todos- conformamos una sociedad racista y clasista, injusta y violenta. Sociedad donde doscientas mil personas tienen la mayor parte de la riqueza de la treceava economía del mundo, en la que en un país con 50 millones de pobres y 20 millones en extrema pobreza vive el hombre más rico del mundo, una sociedad en que cada mes aumenta el precio de la gasolina y el raquítico salario mínimo cada día merma su poder de compra. Una sociedad de desempleados hambrientos y desesperados, donde ser un “pinche asalariado de mierda” es ya un privilegio.



Más allá del lenguaje soez de las “damas de Polanco”, que por desgracia es lo más común en todos los niveles, comenzando por los políticos, empresarios, maestros y por supuesto los “macehuales”. Podemos observar el nivel de violencia de nuestras relaciones y podemos explicar la “inexplicable violencia que vive el país” y sus 50 mil muertos.



Para aquellas personas que no quieren ver “la realidad” de un país colonizado-colonizador, en donde no existen leyes, autoridades e instituciones producto de un desarrollo humano, con justica e igualdad, sino que ha sido producto de la violencia, la injusticia y el abuso colonial y neocolonial. Aquí la “autoridad y sus leyes e instituciones” son para servir a la banda que en el momento se haya apropiado del poder, sea por el engaño como Cortés, por las armas como los criollos en 1810 o por el fraude electoral como Felipe Calderón y demás.



El bochornoso escándalo de “las damas de Polanco”, que le gritan a la autoridad “yo no te tengo miedo”, es un reflejo fiel de las relaciones sociales de “éste país”. País, que nunca le ha pertenecido a las mayorías. País, en el que desde 1521 se ha construido en la violencia, la injusticia y la impunidad.


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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un muy intresante analisis, aunque pocos se den cuenta.

Anónimo dijo...

Esto es la neta. Todos bailamos el mismo danzón pero de diferente manera…órale

Anónimo dijo...

impactante claridad de la realidad. buen trabajo