lunes, 27 de abril de 2015

DESCOLONIZAR EL MESTIZAJE 2/3


 
IV. El Estado neocolonial de ideología criolla, surgido en 1821, que sigue vigente hasta nuestros días, ha desarrollado una estrategia muy efectiva para mantener en el inconsciente del pueblo el Sistema de Castas de manera hipócrita. Su estrategia es hacer pensar a la población mestiza que la realidad actual, nada tiene que ver con el pasado ancestral.
 
Qué la Civilización del Anáhuac terminó el 13 de agosto de 1521 con la caída de Tenochtitlan. Que lo “originario, antiguo y propio” de estas tierras es “lo criollo”. Así, el pueblo inconscientemente llama al maíz originario, maíz criollo; diferencia la nuez originaria llamándola “nuez criolla”, de la nuez traída de España, llamada “nuez de Castilla”, etc. La idea es que en el inconsciente del pueblo se asuma “lo criollo” como lo “propio-autóctono” y a lo anahuaca, como algo “desaparecido”, absolutamente inexistente.


Para alcanzar este objetivo, la ideología criolla, ha impuesto el mito del “Imperio y los guerreros aztecas”. Así, los mexicas pasaron a ser “aztecas”, aunque ellos jamás se denominaran de esa manera. La mitología criolla los transforma en un “imperio” similar al romano, es decir, “los aztecas imperiales de la historia oficial” del Estado neocolonial criollo, encuentran un parangón con la Roma Imperial y los romanos.
 
Lo anterior resulta totalmente contradictorio, porque a pesar de tener cientos de miles de “poderosos guerreros”, la historia oficial nos dice que los mexicas fueron vencidos por un puñado de españoles, gracias a la supuesta superioridad de “las armas, la religión, la lengua y la cultura europea”. El primer representante de la ideología criolla fue Francisco Javier Clavijero.


Al imponer el falaz “Imperio Azteca”, se priva al pueblo de conocer la raíz-matriz más antigua y milenaria, desde los olmecas hasta los toltecas, pero sobre todo, de conocer y vivenciar el pensamiento filosófico generado a través de miles de años de observación, investigación, sistematización y creación del conocimiento llamado Toltecáyotl; que permitió alcanzar el más alto grado de desarrollo humano en la historia del planeta.
 
Sabiduría que representa el más importante legado cultural del pasado y que nos puede permitir definir un futuro “propio-nuestro”, como lo están haciendo actualmente, las civilizaciones de China e India, tan antiguas y originales como la nuestra.


Esta es parte de la estrategia de la ideología criolla. Primero, desaparecer el legado cultural y filosófico de la civilización invadida. Después, imponer una ficción que confunda e impida conocer la génesis y el valor profundo de la sabiduría de la civilización Madre. Finalmente imponer en la mente y en el corazón del pueblo, que la llegada de “la espada y la cruz”, trajo la civilización y la pacificación a pueblos guerreros y caníbales. Que por más doloroso que parezca, todo fue por “nuestro bien” y que hoy estamos mejor que ayer.
 
 
De modo que los más atrasados y retardatarios, los que han rechazado el cambio, la modernidad y el progreso, “los que se han quedado en el pasado”, son los pueblos indígenas. En estos dos siglos, ser indígena, es ocupar el último lugar en la escala social del sistema neocolonial. Gente que merece la conmiseración y requiere de la ayuda para “intégralos al desarrollo modernizador”. Los mestizos, por su parte, hacen todo lo que pueden por alejarse de su raíz indígena.


Por otra parte, la estrategia de la ideología criolla se dirige al rechazo y odio hacia “el gachupín”. En efecto, es el patrioterismo neocolonial criollo, especialmente manifestado en “el mes de la patria”. Se le hace pensar al pueblo que la lucha que iniciaron los criollos en 1810, en contra de los gachupines extranjeros, le ha dado al pueblo la independencia, la libertad y la soberanía. Es aquí, donde los criollos se inventan a “México y a los mexicanos”.
 
 
Porque esta tierra, desde hace milenios, en la lengua franca que fue el náhuatl en la civilización Madre, se llamó Anáhuac, y sus habitantes: anahuacas nahuas, anahuacas mayas, anahuacas zapotecas, anahuacas mixtecas, etcétera.


México y mexicano, viene de mexica, y actualmente existen 65 naciones que no son “mexicas-mexicanos”, y millones de personas que tienen origen cultural en otros pueblos y no en el mexica.
 
 
De hecho, los únicos que podrían ser los herederos culturales de los mexicas, son los habitantes de Tepito y colonias del centro de la ciudad de México, que mantienen hasta nuestros días su legado cultural. Tepito es un barrio guerrero y de comerciantes.


La estrategia de la ideología criolla es que el pueblo no se sienta anahuaca, sino mexicano. Que desprecie a los indígenas y a lo indígena que hay en él, pero al mismo tiempo, que desprecie y rechace lo español que hay en él.
 
 
No solo parece algo ambiguo y confuso, sino altamente esquizoide, pero es parte de la estrategia. No ser anahuaca y tampoco ser español, ser “mexicano”, fundamentado en mitos y fantasías, en mentiras y verdades a medias, de una identidad nacional confusa, opaca, no clara. Escrita torpemente en los libros de historia de la SEP, en días festivos, en nombres de calles y avenidas, en bronces y en plazas, pero poco entendida, con nulo contenido, vacía, desolada.


V. La siguiente parte de la estrategia es todavía más perversa. Si “el mexicano no es anahuaca ni español”, porque no le queda otra, será entonces mestizo. El Estado neocolonial criollo ha forjado en el crisol de la historia patria, que “el primer mestizo de México” fue Martín Cortés “el bastardo”. Hijo de Malinche, la traicionera de la civilización Madre.
 
La traidora que explicó a profundidad la situación de conflicto y crisis cultural-religiosa que vivían los mexicas y sus puntos débiles, la profecía del temido regreso (para los mexicas) de Quetzalcóatl en el año uno caña (1519). La que informó a Cortés de las transgresiones que había ordenado realizar el longevo Cihuacóatl llamado Tlacaélel a la filosofía milenaria de los toltecas conocida como la Toltecáyotl.
 
 
El poder y la inteligencia femenina que guio las ambiciones de Cortés y sus secuaces. La mujer indígena aliada y poderosa que gozó de las canonjías de su traición con bienes, riquezas y poder de influencia. “La doña Malinche”, señora de poder y autoridad por la traición, la aliada al invasor-opresor.

 

Martín Cortés, “el bastardo”, -así llamado por los propios españoles-, porque Cortés tuvo otro hijo con una española llamada Juana de Zúñiga, a quien también le puso el nombre de Martín, solo que este es conocido como Martín Cortés Zúñiga, el heredero legítimo del título de “Marqués del Valle de Oaxaca” y reconocido como el primer “noble criollo”, dado que nació en 1533, en Cuernavaca, Morelos, nunca fue reconocido por su padre. 
 
 
En una estrategia engañosa done existen dos hijos llamados Martín Cortés, uno criollo reconocido como Marqués del Valle de Oaxaca, y el otro, Martín Cortés, mestizo, conocido como “el bastardo”.


De modo que en la ideología criolla del Estado neocolonial, existe una “elite progresista, modernizadora, emprendedora, trabajadora”, que son los criollos.
 
 
En general, gente blanca, de descendencia extranjera, a los que podríamos llamar “euromexicanos”, quienes poseen los capitales, las industrias y las poderosas firmas comerciales, las mejores tierras, los puestos más encumbrados en los tres niveles de gobierno y que generalmente son los socios, prestanombres o empelados de alto nivel de los capitales extranjeros y empresas trasnacionales.
 
 
Este reducido grupo de familias posee la mayor parte de la riqueza nacional y los poderosos medios de comunicación. El Dr. Guillermo Bonfil Batalla los definió como los hijos “del México imaginario”.


En el otro extremo, existe otra pequeña porción de “mexicanos” a los que llamamos anahuacas, por vivir de acuerdo a los valores y principios ancestrales de la Civilización Madre, que han mantenido una permanente y heroica lucha de resistencia, no solo cultural, sino existencial, pues han estado sometidos permanentemente a políticas directas o indirectas de exterminio. El Dr. Guillermo Bonfil Batalla los definió como los hijos “del México profundo”. Este sector es poseedor del uno por ciento de la riqueza nacional.
 
 
En medio de estos extremos, la ideología criolla sitúa a la inmensa mayoría del pueblo de este país a quienes llama “mexicanos” y los define culturalmente como “mestizos”. Gente que huye de su origen campesino-indígena y se asienta en las zonas conurbadas y urbanas de las ciudades, motivados por las políticas de despojo y destrucción del agro nacional.
 
 
La gran mayoría tiene apenas una o dos generaciones de vivir en ciudades, pues en la década de los años setenta, el 75% de la población del país vivía en zonas rurales y en la actualidad la distribución casi es inversa.


Esta gente se ha “modernizado”, ya ha perdido, en gran medida, su cultura indígena o campesina, ahora entendida desde los valores de rechazo que impone la ideología criolla, el mismo Estado neocolonial y la iniciativa privada. El Estado con acciones, programas e instituciones, que tratan de estandarizar la identidad de “lo mexicano y del mexicano”, en una “cultura nacional” homogénea, amorfa y anodina.
 
 
Y la iniciativa privada con mayor eficacia, a través del consumo y la multimedia, especialmente la televisión y la radio, produce una uniformidad cultural diferenciada solo para la capacidad de consumo. De esta manera el “mestizaje” resulta anodino, amorfo y confuso. En los últimos treinta años la televisión y la radio han logrado casi borrar la riquísima variedad y diversidad cultural producida por un mestizaje, que se dio durante quinientos años, entre los pueblos y culturas anahuacas y los pueblos y culturas de todo el mundo, que fueron llegaron a estas tierras.
 
 
Las tradicionales múltiples culturas regionales, matizadas y salpicadas de esta gran diversidad, casi se han perdido en un “mestizaje estándar”, creado por los medios masivos y sustentado en el consumismo modernizador.


El mestizo no se siente indígena, ni tampoco se siente español. Desprecia la cultura Madre y rechaza la cultura española. Trata, torpe y patéticamente, de ser “moderno”. Pierde la sabiduría milenaria de su herencia ancestral, pero dramáticamente, al mismo tiempo, también rechaza la cultura de España.
 
 
Rompe de manera suicida con las dos partes que le conforman, renunciando a sí mismo, se anula. Perdido en ese “laberinto de la soledad”, en el siglo XIX pretende burdamente ser francés,  siguiendo las pautas de los dirigentes criollos, y en el siglo XX, pretende asimilarse a la cultura del “american way of life”. La cultura del consumismo, la individualidad y la competencia.


El mestizaje, en el mexicano, es una defensa ante las imputaciones peyorativas de su “ser indígena”. Pero al mismo tiempo, “construye” un espacio “honroso”, ante las atrocidades de la conquista española. El mestizo no se identifica con el Anáhuac ni con España.
 
 
Sin embargo, la ideología criolla es perversa y define como origen del ser mestizo, a la madre indígena violada y traidora, y al hijo bastardo, rechazado por unos y otros. Esta es la acción más dañina para reducir a la mínima expresión la autoestima y la identidad del pueblo.
 
 
No es anahuaca, no es español, ni tampoco es una mezcla de los dos, porque lo han condicionado a rechazar a las dos partes que le conforman. Vaga perdido y desolado en el limbo del olvido, en medio de un juego de espejismos y máscaras efímeras e inconexas.
 
 
Le agradecemos nos dejen un comentario
 
 
 
 
 

3 comentarios:

Mallinalli Balazo dijo...

Hola, me gustó mucho tu post, me gustaría saber un poco más de la Malinche, ¿tienes alguna entrada anterior relacionada al tema? Y también me gustaría saber si puedes recomendarme páginas web o bibliografía que contenga información al respecto, y que consideres genuina. Me gustaría mucho saber sobre el tema.
Saludos

Guillermo Marín dijo...

Estimada Mallinalli...te recomiendo que revises www.toltecayotl.org en la sección de INDENTIDAD. Estoy preparando un ensayo sobre la Malinche que pronto espero tenerlo en el blog
Gracias por tu amable atención.

Anónimo dijo...

Maestro Marín, lo felicito, me asombra su lucidez y su percepción de los intrincados misterios "nacionales" de la identidad y la conciencia cultural. Se ve que ha trabajado mucho el tema y está aportando luz en esta impostergable reflexión, necesaria y valiosa para volver a ser el gran pueblo que fuimos hasta antes de la conquista. Adelante Maestro, lo seguimos en su trabajo. Dionisio López