viernes, 12 de junio de 2020

UNA EDUCACIÓN PARA LA NIÑEZ OAXAQUEÑA


Primero deberíamos diferenciar entre educación e instrucción. La primera trasmite valores, la segunda solo conocimientos. La llamada educación pública surgió en Europa, para dotar a la revolución industrial de obreros y trabajadores con cierto grado de instrucción, esa es educación para el trabajo. 
En el Anáhuac, se dio el primer sistema de educación, obligatorio, público y gratuito del mundo, por lo menos desde el 1500 aC., y fue destruido por la invasión española en 1521. La instrucción pública en México regresó hasta 1921, con José Vasconcelos.  El modelo SEP, a nivel nacional, es una educación para el trabajo, es de mala calidad, por sus contenidos, su didáctica y el bajo nivel de sus profesores, además, de que el sistema económico no ofrece puestos de trabajo. 
Desde esta perspectiva, la inversión que hace una familia con sus hijos, desde jardín de niños hasta la universidad, resulta un gran esfuerzo de tiempo, trabajo y dinero, que después de más de 17 años resulta un FRAUDE, porque sus hijos además de estar mal preparados, no consiguen trabajo. No hay trabajo para los egresados universitarios, y el poco que hay, es mal pagado, sin prestaciones y es temporal. 
Además de que existe un marcado racismo y clasismo en el binomio educación/empleo. Se necesita ser blanco, con dinero, relaciones y ser egresado de una prestigiada universidad privada, para acceder al reducido mercado de trabajo bien pagado. Esa es la verdad sobre “la educación”. 
Pero en Oaxaca, la situación se complica mucho más. La educación que se imparte, es diseñada en la CDMX, para el mercado de trabajo que en Oaxaca no existe. En Oaxaca, más de la mitad de su población vive en comunidades anahuacas, con una fuerte cultura ancestral y las posibilidades reales de que lleguen a estudiar y concluir el nivel superior son muy limitadas.

Esa es la realidad de la educación, especialmente en el llamado “nivel indígena”. La educación que reciben los niños de cultura anahuaca en Oaxaca es sumamente negativa, porque en vez de darles conciencia, auto estima y descolonización, hace exactamente lo contrario. La educación en Oaxaca es colonizadora y destruye las posibilidades de vida, deforma a los niños, los hace que desconozcan, rechacen y desprecien su comunidad, su cultura ancestral y la sabiduría que en ella existe. 
Los prepara para ser solamente empleados y obreros de bajo nivel, los envía a las ciudades a ser lumpen proletariado a vivir en la miseria y la desesperanza. A otros los expulsa a Estados Unidos a ser explotados en medio de la discriminación y la persecución de ser “ilegales”.
La educación básica en Oaxaca debe de ser replanteada y diseñada para niños con una gran riqueza cultural y un gran potencial humano. Debe desaparecer el modelo de la educación colonizadora para el inexistente trabajo, y en su lugar, repensar una educación para la vida en comunidad. Una educación que los enseñe a conocer su milenaria historia, revalorar las tradiciones, usos y costumbres como el producto decantado de miles de años de desarrollo humano. 
Enseñarlos que son hijos de los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta, formarlos en el orgullo y la alta responsabilidad de ser parte de una cultura ancestral. Una educación que les enseñe la gran responsabilidad de mantener su cultura y la biodiversidad de su región, y que representan su patrimonio y su futuro. 
Que los haga sentirse orgullosos de sus antepasados, de sus lenguas madres, de los saberes comunitarios, de su riqueza gastronómica, de su arte tradicional y la sabiduría milenaria que existe en los valores y principios de la vida en comunalidad, que lleva siglos de mantener una lucha de resistencia a las agresiones que pretenden acabar su cultura, su conciencia de ser y su forma milenaria de vivir.
Se requiere una educación descolonizadora, crítica y analítica, que, en vez de tratar de cambiar la forma de vivir, la refuerce y fortalezca. Que, en vez de alentar el que migren, enseñarles el valor que tiene su calidad de vida en la comunidad. Se necesita fortalecer y acrecentar la memoria histórica ancestral, de la comunidad, la región, la cultura y la civilización Madre. 
Se requiere la revaloración de la identidad cultural, conocer la Toltecáyotl para activar su banco genético de información cultural y que aflore su potencial de seres humanos libres, consientes y creativos. Despertar la necesidad consciente de ser ellos mismos, y no, un modelo ajeno e inalcanzable.
Para hacer esta clase de educación, se requiere forzosamente reeducar al profesor oaxaqueño. Un cambio de adentro hacia afuera. Necesitamos formar a un magisterio descolonizado, con un pensamiento crítico y con un alto sentido de responsabilidad comunitaria y cultural. Ese es el primer y más importante desafío para crear una educación para la niñez oaxaqueña. 
El profesor del llamado nivel de “Educación indígena”, requiere un exhaustivo y profundo trabajo de descolonización. Necesita conocer descolonizadamente la historia y filosofía de la Civilización Madre, para valorar y dimensionar la civilización y la cultura a la cual él pertenece. Se requiere desterrar los sentimientos de inferioridad que le ha generado una sociedad racista y una instrucción colonizada, que recibió en las instituciones educativas, como son las normales y UPN.
Para descolonizar la educación, primero se necesita descolonizar al profesorado. El docente debe sentirse inmensamente orgulloso de ser descendiente de la civilización Madre y tremendamente motivado por ser parte de una cultura ancestral. Solo de esa manera podrá trasmitir y motivar a sus estudiantes. 
El docente debe ser el faro que guie las aspiraciones de los estudiantes. Debe convertirse en un referente de vida y de valores, que deje profunda huella en sus estudiantes. Un profesor con un rostro propio y un corazón verdadero, una antorcha que no ahúme, un símbolo de vida.
Solo un docente que sienta la necesidad consciente, íntima y personal de descolonizarse, podrá formar nuevas generaciones de oaxaqueños.   Educayotl AC. 
Educar para el futuro con la sabiduría del pasado. No se puede salir del calabozo de la colonización con las ideas del carcelero. Descolonizar es dignificar. 







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