viernes, 1 de febrero de 2008

LOS USOS Y COSTUMBRES INDÍGENAS…¿lastre del pasado o luminosa esperanza del futuro?


Uno de los grandes problemas para entender cabalmente “la realidad nacional”, es que en general, se desconoce y se niega a la Civilización Madre del Anáhuac. Más de la mitad de los mexicanos, tienen profundas raíces indígenas en la forma de ver y entender el mundo y la vida…aunque no tengan conciencia de ello, debido a la colonización mental y cultural.


Somos producto, no solo de la Civilización del Anáhuac y la cultura Occidental, sino que tenemos por fortuna, substanciales aportes de las culturas de África, Asia y recientemente de E.U. Pero no podemos negar que la base estructural de lo que somos, viene de la Cultura Madre, de la cultura indígena, dado que tenemos siete milenios y medio de desarrollo endógeno de la Civilización del Anáhuac y apenas quinientos años de mestizaje cultural con Europa, África y Asia.


Este es el origen del problema… la falta de identidad. Nos negamos a aceptar, reconocer y conocer nuestras más profundas raíces históricas y culturales. La colonización española nos ha vuelto “extranjeros incultos en nuestro propio país”. No solo, no conocemos a las culturas indígenas de manera histórica en el pasado, sino que desconocemos su situación en el presente. El colonizador, desde Hernán Cortés hasta Carlos Slim, estructura su poder sobre la ignorancia “de sí mismos”, de las mayorías colonizadas. La génesis del “problema nacional” es de carácter de Identidad Cultural, los demás problemas son su consecuencia.


Todo lo que tiene que ver sobre los indígenas, en la cultura dominante, es rechazado, menospreciado o ninguneado. Desde 1521, todo lo que tiene valor y se impone, vine de afuera. Lo “propio-nuestro”, lo ancestral, lo milenario, “lo primordial” es desconocido, rechazado y menospreciado. La cultura indígena es tan antigua y valiosa como la de China y la India. Sin embargo, nosotros la desconocemos y por ello, desconocemos una parte muy valiosa de nuestro ser. No se trata de “desconocer y rechazar” la parte Occidental de nuestra cultura que nos hace ser hoy “mexicanos”. Lo que se propone es que, se deje de rechazar y se conozca los VALORES y PRINCIPIOS con los cuales los antiguos mexicanos desarrollaron una de las seis civilizaciones más importantes de la humanidad. Somos culturalmente tan antiguos y tan importantes como China e India, pero a diferencia de estos pueblos, en general, los mexicanos somos ajenos a lo más importante y valioso de nosotros mismos, desconocemos los principios de la Toltecáyotl, igualmente valiosos como el taoísmo, hinduismo o budismo.


El colonialismo mental y cultural nos hace suponer que “todo lo antiguo es primitivo”, cosa totalmente falsa. Ciertamente que en la actualidad se ha avanzado mucho en “la tecnología de la materia”, pero en “la sabiduría del Espíritu” no se ha avanzado NADA y tal vez, hemos retrocedido. La pregunta fundamental, amable lector, es: ¿a usted, de qué le sirven los adelantos tecnológicos para trascender su Espíritu?


Los mexicanos del siglo XXI nos comportamos igual que el conquistador del siglo XVI frente a la desconocida civilización indígena. O como encomenderos, para explotarlos y robarlos. O como misioneros, para “protegerlos e integrarlos” a nuestro mundo y nuestros valores. Pero lo que no hemos hecho es conocer y aprender de esta maravillosa, antigua y sabia civilización, de la que formamos parte, y que ha sobrevivido tenazmente estos cinco siglos de genocidio y negación.
Todas aquellas personas que han sido manipuladas en contra de “los usos y costumbres” de los pueblos indígenas y campesinos, las invito a que de manera desapasionada reflexionen con mayor profundidad sobre los valores que tienen estos “usos y costumbres milenarios”.


En principio, no podemos juzgar lo que no conocemos, ni históricamente (pasado) ni sociológicamente (presente). Primero tenemos que decir que “los otros” (los indígenas) tienen el derecho a ser diferentes. A tener otros valores y que por ser diferentes a los de la cultura dominante, no los hacen menos, malos o atrasados…solo diferentes.


"Los usos y costumbres”, en general, tienen su origen hace por lo menos tres mil años. Han funcionado y llevaron en su momento de esplendor (200 a.C. al 850 d.C.) a nuestros Viejos Abuelos a desarrollar una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta. Los valores, principios, actitudes, usos, fiestas, tradiciones y costumbres tienen un “fondo” de carácter espiritual, que no cambia con el tiempo y el espacio. También poseen una “forma”, que ha venido cambiando permanentemente (la cultura es viva y está en movimiento) en el tiempo y en el espacio. En los últimos cinco siglos esta “cultura” se ha defendido de la agresión permanente de los invasores-colonizadores y ha desarrollado asombrosos e ingeniosos procesos de “resistencia cultural”, en los cual intervienen factores de “adaptación y apropiación”. Pero también debe da admitirse, se ha transformado negativamente por procesos exógenos de “imposición cultural”. Por ejemplo: en la Colonia los encomenderos propiciaban y en algunos casos obligaban a los indígenas a ingerir alcohol, al vendérselos obligatoriamente o pagarles con alcohol.


En el siglo XXI los procesos de empobrecimiento y explotación han propiciado la migración a E.U. y existen nuevas de generaciones de indígenas nacidos en E.U. y los que regresan, se han apropiado de nuevos elementos culturales que están impactando negativamente en “los usos y costumbres”. Por otra parte, no se puede afirmar que “todos los usos y costumbres son antiguos y perfectos”, pero lo que sí podemos afirmar es que son ellos, los indígenas, al interior de sus propios “usos y costumbres”, los que tienen que definir sus nuevos cambios y apropiaciones. No será la cultura dominante, los medios masivos, los políticos y los partidos políticos, y mucho menos los investigadores e intelectuales, los que definieran “lo que es bueno y lo que es malo” de su propia cultura.


Lo que no hemos hecho en estos cinco siglos de colonización, es ver con respeto a la civilización del Anáhuac y con humildad a sus múltiples culturas. Ni de cara al pasado (arqueológica e históricamente), ni de cara al presente (sociológica y culturalmente).


Para el caso de Oaxaca, invito a las personas de buena voluntad, a que reflexionen sobre los valores y principios de “los usos y costumbres” que hicieron posible la construcción de Monte Alban a lo largo de 1350 años de ininterrumpido esfuerzo y trabajo. En efecto, sin metales duros, sin la rueda y animales de carga, aplanaron una montaña, trajeron miles de toneladas de piedra de 14 Km. de distancia, las subieron 400 metros de altura y crearon un majestuoso monumento al Espíritu. Ya que Monte Alban, no fue una ciudad, ni un palacio y menos una fortaleza. En cambio, Monte Alban, como los miles de construcciones del Periodo Clásico, fueron centros de conocimiento a lo largo de todo el Anáhuac. Para realizar este gran proyecto espiritual de carácter histórico-social, pues muchas generaciones trabajaron en él, se necesitó contar con un eficiente Sistema Alimentario, con un efectivo Sistema de Salud, con un eficaz Sistema Educativo y por supuesto, un decantado Sistema de Organización Social, que permitiera la organización de este descomunal esfuerzo humano-comunitario.


La base de “los usos y costumbres” sustenta los valores y principios que hicieron posible este milagro del Espíritu Humano. Por ejemplo: El valor de la comunidad sobre el del individuo, el Espíritu sobre la materia, el trabajo sin recompensa por el interés de la comunidad, el mandar obedeciendo, la asamblea por encima del particular, el bien común sobre el interés privado, el amor y respeto a la naturaleza, la crianza comunitaria de los niños, el respeto a los mayores, la fortaleza de los lasos familiares, el compadrazgo, la responsabilidad comunitaria por la educación y los servicios religiosos, el servir a la comunidad, etc.


Quienes se oponen a “los usos y costumbres”, son quienes se quieren apoderarse del control político y de los recursos naturales. Ahora que los Ayuntamientos están recibiendo dinero de la federación, los políticos quieren “servirse de esos recursos” y su Caballo de Troya es “modernizar” a estas comunidades. El Sistema Económico Mundial quiere los recursos naturales de las comunidades indígenas, para ello se necesita que se destruyan las culturas indígenas y populares.


Televisa y sus secuaces (políticos, leguleyos, inversionistas y oportunistas) invertirán todos sus recursos para hacer creer a la mayoría de mestizos desculturizados, que “los usos y costumbres” de los pueblos indígenas son un atraso y una aberración humana, un lastre a la “modernidad”. En esta campaña colaboran todos los que buscan obtener una parte del botín.


Amable lector, qué pasaría sí tomáramos algunos valores y principios de los usos y costumbres indígenas y los implementáramos a nivel nacional. Por ejemplo, que los puestos de elección popular, no sean retribuidos, que el gobierno mandara obedeciendo a una verdadera Asamblea Popular que lo supervisara, que el bien común estuviera por encima del interés de las trasnacionales, los capitales criollos y los partidos políticos. Seríamos otro país… ¿o no?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

los casiques, los políticos y los comerciantes acaparadores son los que quieren que se acabe el comunitarismo en nuestras comunidades, pues ellos saben que con la Asamble el pueblo se defiende de sus aexplotadores de siempre

Anónimo dijo...

LOS USOS Y COSTUMBRES

Los desconocemos, bien por indiferencia o bien por ignorancia. Pocos mexicanos sabemos cuáles son las costumbres y los usos que tienen nuestros pueblos indígenas. Sabemos, sí, que tienen formas de convivencia, de interrelación, de hacer justicia, distintas, sumamente distintas a las nuestras y que, quizá, esas formas y esa cultura nos resultan incomprensibles.
Si bien a la mayoría de los mexicanos tal ignorancia o desconocimiento les resulta indiferente, a algunos otros les ha representando una causa justa por la cual involucrarse y enfrentarse a los grupos de poder, a los políticos, a la legislación y a las autoridades competentes e incompetentes, en defensa legítima de esos derechos indígenas. Desde este punto de vista del actor defensor y del indígena mismo, sus derechos han sido históricamente desconocidos en la teoría e intensamente violados en la práctica. Los pueblos indígenas no sólo han sido sometidos a la explotación y a la violencia, sino también a la dominación e imposición de culturas diferentes a las suyas. Son víctimas de la exclusion social y de la discriminación y sus miembros están entre los habitantes más pobres de nuestro país.
El tema del indigenismo en nuestro país siempre me ha causado, emocionalmente hablando, demasiada sensibilidad. Ayer mismo, por ejemplo, asistí a una reunión de un Consejo Municipal Indígena. Era una reunión privada en donde sólo fui observadora. Al escuchar las intervenciones de los representantes de cada una de las comunidades indígenas representadas en ese Consejo, me actualicé sobre las necesidades y demandas específicas de estos grupos, pero también me di cuenta del enorme reto y problema en sí mismo que representa para las formas modernas de organización y participación política, el tema de los usos y costumbres de los pueblos indígenas. No hemos aprendido a respetarlos y, para no resolver sus problemas, preferimos ignorarlos.
Tanto los pueblos indígenas como los ciudadanos de las zonas urbanas marginadas en cualquier ciudad o entidad federativa, sólo existen en procesos y etapas electorales. Les servimos y nos utilizan para ganar y, cuando ya están en el poder, gobiernan para los intereses económicos, empresariales o ideológicos. Los gobiernos panistas son una muestra contundente de esta última aseveración. A decir verdad, el Estado mexicano tiene un adeudo histórico con las comunidades indígenas que roza, de manera profunda, en genocidio por omisión.
Instituciones de Justicia regionales, como lo es la Corte Interamericana de Derechos Humanos, han hecho un esfuerzo por sentar jurisprudencia a favor de las comunidades indígenas. La Corte, a través de varias de sus sentencias, ha reconocido la tradición comunitaria indígena, el derecho a la propiedad privada colectiva de los pueblos indígenas y, a la estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra y con los recursos que allí se encuentran, base fundamental de sus culturas, de su vida espiritual, su integridad, su cosmovisión y su supervivencia económica.
En este sentido, la Corte ha interpretado que para las comunidades indígenas la relación con la tierra no es meramente una cuestión de posesión y producción, sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente, incluso para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras. Por lo tanto, la posesión de la tierra de estos pueblos, conforme a su derecho consuetudinario, valores, usos y costumbres, debería bastar para obtener de las autoridades estatales un reconocimiento oficial de su derecho a la propiedad colectiva de la tierra y el consiguiente registro.
Lamentablemente, ha trascendido que el gobierno de Calderón planea desaparecer los derechos por la propiedad ejidal y comunal; es decir, pretende despojar a los indígenas de sus tierras en lugar de otorgarles y respetarles de manera clara y precisa lo que es de ellos. De ser cierta esta información -que dicho sea de paso proviene de una fuente altamente confiable-, el gobierno de Calderón estaría orillando a miles de personas a pensar seriamente en el recurso de la violencia y las armas para defender lo que les pertenece. Así comenzó la Revolución Mexicana.
Recordemos que Calderón empezó mal su sexenio con relación al tema del indigenismo -de hecho, con relación a todos los temas-, al reducir drásticamente el presupuesto asignado a la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas, motivo que provocó la renuncia de Xóchitl Gálvez, a cargo entonces de esa institución. Esta primera medida de Calderón debió de representar un punto de atención por parte de los medios de comunicación y los líderes de opinión pero, en esos momentos, pasó casi desapercibida. Tanto la reducción del presupuesto para las comunidades indígenas como la pretensión de desaparecer la propiedad comunal y ejidal, podrían constituir la política de Estado para confinar a los pueblos indígenas.
Sin duda alguna, deberíamos de seguir con mayor atención y lupa, las medidas que el gobierno de Calderón está tomando, no vaya a ser que cuando queramos hacer algo el tiempo haya pasado.

Jeremias Baha
benexon@sbcglobal.net

Anónimo dijo...

se dice que los Los toltecas establecieron su capital en Tula, Hidalgo; desarrollaron su cultura entre 850 y 1168 d. C. Tula fue poblada, principalmente, por dos grupos: los tolteca-chichimecas y los nonoalcas. A partir del siglo C, Tula se convirtió en el centro urbano de mayor importancia del altiplano central.