viernes, 16 de mayo de 2008

ENTRE LA OSCURIDAD Y LA PENUMBRA…al inicio de un nuevo ciclo.


Cada día en el mundo se polarizan dos visiones del mundo y la vida. Aquellos que ven la vida como la oportunidad de triunfar económicamente para no tener límites en el consumo a través de la explotación de los seres humanos y ven al planeta como una fuente inagotable de recursos.

La otra, que ve la vida como la oportunidad para trascender el plano material y encontrar la plenitud existencial en la dimensión espiritual a través de la búsqueda del equilibrio entre el “Ser y el Tener”, entre el cielo y la tierra, por medio de una “lucha interior”. Aquellos que ven a la Tierra como un ser vivo y encuentran una relación total y compleja con el universo.

Los primeros en general, ven en el dinero, la democracia, las tecnologías, la publicidad, el consumo, la modernidad, la iniciativa privada, la individualidad, la empresa, la competitividad, como los elementos “normales y adecuados” para construir el mundo.

Los segundos en general, ven al Espíritu, la nobleza, la religión, la tradición, el consumo mesurado, la tradición, el bien común, la colectividad, la familia, la solidaridad, como los elementos necesarios y ancestrales para construir el mundo.

Unos ven hacia el futuro, los otros ven hacia el pasado. Unos piensan que Dios no existe, los otros basan su vida en Dios. Para unos la muerte es el fin total de la existencia, para los otros es el inicio de una nueva vida. Unos creen en la iniciativa privada, los otros en el bien común. Unos piensan que el Estado debe ser solo un administrador, los otros piensan que el Estado debe ser el responsable de la sociedad. Unos apuestan a la fortaleza del Mercado, los otros a la del Estado. Unos educan a las nuevas generaciones para el trabajo y el consumo, los otros para la vida y el Espíritu. Unos basan su poder en la fuerza y en la economía, los otros en la resistencia y la paciencia. Unos basan su mundo en la moderna ciencia, los otros en las antiguas religiones. Unos creen que el mundo es para los más fuertes, los otros creen que es para todos. Unos tienen sus cimientos en la modernidad, los otros en la tradición. Unos ven a la tierra como un objeto para ser explotado, dominado y transformado, como fuente inagotable de riqueza, los otros ven a la tierra como un ser vivo, que debe ser amado, protegido y reverenciado, como fuente inagotable de bienestar y armonía. Unos ven a los pueblos como “mercados”, los otros ven a los pueblos como hermanos. Unos ven a la televisión como vehículo de su percepción, los otros no ven televisión. Unos viven para tener, los otros para trascender.

En medio de ese amplio campo maniqueo, estamos los indefensos habitantes del planeta, tratando de vivir en medio de la confusión, la violencia y la injusticia. Sufriendo los embates de los medios masivos de información, los voraces Mercaderes, las depredadoras empresas trasnacionales, los curas pederastas y las iglesias corporativas, los políticos corruptos, los criminales de cuello blanco, el crimen organizado y el narco, los científicos deshumanizados, los artistas comercializados atascados en la farándula y la bajeza enajenante.

Mudos, impotentes, aislados, vemos como este mundo se derrumba en todos los campos. En lo social, en lo moral, en lo ético. No solo no hay esperanza. No hay trabajo, no existen oportunidades, no hay equidad. Solo la ley del más fuerte.

Cuando se analiza el mundo desde esta perspectiva, nos reconforta que contemos con una poderosa sabiduría humana, como es La Toltecáyotl. El futuro de México es su pasado.

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