El gobierno panista de Felipe Calderón, que llegó al poder de manera poco clara y con el apoyo abierto de los grupos de poder económicos y de Fox, ha demostrado su incapacidad no solo para gobernar, sino para diagnosticar y enfrentar estratégicamente los grandes problemas globales y nacionales de nuestro tiempo.
De mal en peor, de error en error, Calderón se mueve en una pequeña pero sólida esfera de poder. En la que poco entra del exterior y muy poco sale al exterior. La falta de experiencia de los “panuchos” para gobernar, administrar, engañar y robar, ha sido más que ostentosa desde los tiempos foxistas. Por eso el votante les ha dado la espalda, pues como dice el viejo dicho “paquistaní”, más vale mafioso prisita conocido que panucho por conocer…
Más allá de la mediocre y mezquina vida política del “México criollo” democrático, moderno y globalizador. Los ciudadanos de este país neo-colonial estamos viendo aterrorizados, como caminamos a marchas forzadas a un estallido social, mientras los usurpadores del poder político y los ancestrales dueños del poder económico: “o no se quieren dar cuenta o no les importa” la catástrofe social, económica y ambiental que empezamos a sufrir en algunos puntos del país.
En efecto, el sistema político esta totalmente empantanado en sus luchas internas y entre partidos por arrebatarse entre ellos las migajas del poder, la corrupción y sus prebendas, los tienen entretenidos, alucinados e insensibles. Los dueños del dinero han sacado sus capitales y se están preparando para de la debacle que viene, sacar el mejor provecho con la menor inversión por arriesgar, pareciera ser su atávica consigna. Empresas pobres y empresarios ricos. La alimentación, la salud, la educación y la organización social están dando sus últimas patadas de ahogado. El sistema ya dio de sí y se está desmoronado. Pareciera que a nadie le importa. Los políticos parecieran gusanos purulentos y nauseabundos dándose un festín sobre el cadáver del sistema.
Lo mismo sucedió en 1810 y en 1910. Ante la presión de grandes injusticias estructurales y la incapacidad del sistema por ofrecer oportunidades a las mayorías, la explosión social es provocada por intereses poderosos que “usan” el estado de crispación para obtener mayores ganancias políticas y económicas. Se usa el descontento del pueblo para provocar el estallido social y sacar ventajas individuales o de grupo. Al Mercado y los dueños del dinero a nivel global, les conviene un país dividido y enfrentado en una lucha fraticida. Históricamente las facciones han buscado la ayuda y el reconocimiento del poderoso para vencer a sus hermanos a costa de entregar al pueblo, sus riquezas naturales y la soberanía.
Estamos frente a una crisis de grandes proporciones, como no hemos tenido después de la Revolución. No solo es por falta de crecimiento económico y pobreza material. Es también por una ausencia del Poder del Estado y un descomunal y creciente poder del Mercado. Es por el agotamiento de la vida política y “democrática”. La corrupción e incapacidad de las instituciones de impartición de justicia. Así como las instituciones avocadas a propiciar el desarrollo económico y social, el planificado fracaso de la industria y comercio nacional, el planeado deterioro del campo, el sabotaje a la educación y la salud. Pareciera que en este país colonial, se alienta lo que se planea y se hace mal, y se boicotea todo lo que se planea y se trata de hacer bien.
Estamos frente a un estallido social, tal vez más grande que el de 1910, pero de manera diferente. A principios del siglo XX NO se tenía problemas alimentarios, ambiéntales, sociales y culturales como los que hoy se están viviendo. Cerca del 80% de los “mexicanos” no tienen lo suficiente para tener una vida decorosa. Lo grave es, que hoy resulta difícil saber ¿qué es una vida decorosa? El consumismo y la enajenación han embrutecido al pueblo. Antes el pueblo era pobre, pero con pocas expectativas de consumo, se protegía en la fortaleza de sus tradiciones y costumbres. Ahora somos miserables con altas expectativas de consumo chatarra, la “cultura del pueblo” la dictan las empresas transnacionales a través de televisa y tv azteca.
Los problemas ambientales, producto de la voracidad y falta de responsabilidad social e histórica de nuestros políticos y empresarios nos han llevado a una tragedia ambiental de grandes proporciones de las que no se quiere hablar públicamente. Pero “mantener la vida”, esta en grave peligro en algunas partes de nuestro territorio. No solo las grandes ciudades, sino en los mismos bosques, selvas, cuerpos y mantos de agua, la destrucción y contaminación ha sido brutal.
El estallido social no será como en 1810 y 1910. No serán los ejércitos que lucharán en el territorio nacional con líderes e ideólogos. El estallido social será en las grandes ciudades. Será muy violento y fugaz. No serán “ejércitos o columnas guerrilleras”. El estallido social estará a cargo de miles de personas que no tienen trabajo, que no tienen qué comer, gente desesperada, resentida y muy enojada. Será sin líderes como Zapata o Villa, no será la anquilosada izquierda fragmentada y tradicionalmente enfrentada, con sus eternos lideres corruptos. Los estallidos serán esporádicos, imprevisibles e incontrolables. Los malandrines, los chavos banda, los desempleados, los comerciantes ambulantes, los jóvenes que no tienen acceso a la educación ni al trabajo, los que no tienen ya nada que perder y que saquear una tienda o una casa será una oportunidad para “tener” o comer.
Serán estallidos violentos y momentáneos, estériles y pasajeros. Las “fuerzas del orden” no se darán abasto y la represión será violenta e indiscriminada. Atenco y Oaxaca fueron señales que no quisieron ver. Pero la descomposición moral que se vive en la sociedad en estos momentos tampoco se quiere ver. La cantidad de asesinatos, secuestros y robos por una parte; y por la otra, la cantidad de violaciones a los derechos humanos de los ciudadanos por parte de las instituciones que, deberían darle seguridad, es verdaderamente alarmante.
De mal en peor, de error en error, Calderón se mueve en una pequeña pero sólida esfera de poder. En la que poco entra del exterior y muy poco sale al exterior. La falta de experiencia de los “panuchos” para gobernar, administrar, engañar y robar, ha sido más que ostentosa desde los tiempos foxistas. Por eso el votante les ha dado la espalda, pues como dice el viejo dicho “paquistaní”, más vale mafioso prisita conocido que panucho por conocer…
Más allá de la mediocre y mezquina vida política del “México criollo” democrático, moderno y globalizador. Los ciudadanos de este país neo-colonial estamos viendo aterrorizados, como caminamos a marchas forzadas a un estallido social, mientras los usurpadores del poder político y los ancestrales dueños del poder económico: “o no se quieren dar cuenta o no les importa” la catástrofe social, económica y ambiental que empezamos a sufrir en algunos puntos del país.
En efecto, el sistema político esta totalmente empantanado en sus luchas internas y entre partidos por arrebatarse entre ellos las migajas del poder, la corrupción y sus prebendas, los tienen entretenidos, alucinados e insensibles. Los dueños del dinero han sacado sus capitales y se están preparando para de la debacle que viene, sacar el mejor provecho con la menor inversión por arriesgar, pareciera ser su atávica consigna. Empresas pobres y empresarios ricos. La alimentación, la salud, la educación y la organización social están dando sus últimas patadas de ahogado. El sistema ya dio de sí y se está desmoronado. Pareciera que a nadie le importa. Los políticos parecieran gusanos purulentos y nauseabundos dándose un festín sobre el cadáver del sistema.
Lo mismo sucedió en 1810 y en 1910. Ante la presión de grandes injusticias estructurales y la incapacidad del sistema por ofrecer oportunidades a las mayorías, la explosión social es provocada por intereses poderosos que “usan” el estado de crispación para obtener mayores ganancias políticas y económicas. Se usa el descontento del pueblo para provocar el estallido social y sacar ventajas individuales o de grupo. Al Mercado y los dueños del dinero a nivel global, les conviene un país dividido y enfrentado en una lucha fraticida. Históricamente las facciones han buscado la ayuda y el reconocimiento del poderoso para vencer a sus hermanos a costa de entregar al pueblo, sus riquezas naturales y la soberanía.
Estamos frente a una crisis de grandes proporciones, como no hemos tenido después de la Revolución. No solo es por falta de crecimiento económico y pobreza material. Es también por una ausencia del Poder del Estado y un descomunal y creciente poder del Mercado. Es por el agotamiento de la vida política y “democrática”. La corrupción e incapacidad de las instituciones de impartición de justicia. Así como las instituciones avocadas a propiciar el desarrollo económico y social, el planificado fracaso de la industria y comercio nacional, el planeado deterioro del campo, el sabotaje a la educación y la salud. Pareciera que en este país colonial, se alienta lo que se planea y se hace mal, y se boicotea todo lo que se planea y se trata de hacer bien.
Estamos frente a un estallido social, tal vez más grande que el de 1910, pero de manera diferente. A principios del siglo XX NO se tenía problemas alimentarios, ambiéntales, sociales y culturales como los que hoy se están viviendo. Cerca del 80% de los “mexicanos” no tienen lo suficiente para tener una vida decorosa. Lo grave es, que hoy resulta difícil saber ¿qué es una vida decorosa? El consumismo y la enajenación han embrutecido al pueblo. Antes el pueblo era pobre, pero con pocas expectativas de consumo, se protegía en la fortaleza de sus tradiciones y costumbres. Ahora somos miserables con altas expectativas de consumo chatarra, la “cultura del pueblo” la dictan las empresas transnacionales a través de televisa y tv azteca.
Los problemas ambientales, producto de la voracidad y falta de responsabilidad social e histórica de nuestros políticos y empresarios nos han llevado a una tragedia ambiental de grandes proporciones de las que no se quiere hablar públicamente. Pero “mantener la vida”, esta en grave peligro en algunas partes de nuestro territorio. No solo las grandes ciudades, sino en los mismos bosques, selvas, cuerpos y mantos de agua, la destrucción y contaminación ha sido brutal.
El estallido social no será como en 1810 y 1910. No serán los ejércitos que lucharán en el territorio nacional con líderes e ideólogos. El estallido social será en las grandes ciudades. Será muy violento y fugaz. No serán “ejércitos o columnas guerrilleras”. El estallido social estará a cargo de miles de personas que no tienen trabajo, que no tienen qué comer, gente desesperada, resentida y muy enojada. Será sin líderes como Zapata o Villa, no será la anquilosada izquierda fragmentada y tradicionalmente enfrentada, con sus eternos lideres corruptos. Los estallidos serán esporádicos, imprevisibles e incontrolables. Los malandrines, los chavos banda, los desempleados, los comerciantes ambulantes, los jóvenes que no tienen acceso a la educación ni al trabajo, los que no tienen ya nada que perder y que saquear una tienda o una casa será una oportunidad para “tener” o comer.
Serán estallidos violentos y momentáneos, estériles y pasajeros. Las “fuerzas del orden” no se darán abasto y la represión será violenta e indiscriminada. Atenco y Oaxaca fueron señales que no quisieron ver. Pero la descomposición moral que se vive en la sociedad en estos momentos tampoco se quiere ver. La cantidad de asesinatos, secuestros y robos por una parte; y por la otra, la cantidad de violaciones a los derechos humanos de los ciudadanos por parte de las instituciones que, deberían darle seguridad, es verdaderamente alarmante.
El país se está deshaciendo y no queremos enfrentar la realidad. Los políticos y los ricos se encierran en sus burbujas blindadas y protegidas por dinero mal habido y ejércitos de guaruras, en las que “no pasa nada”.
Por otra parte, mucha gente mete la cabeza en el hoyo negro de la televisión para evadirse. Pero a muchos, “el destino ya los alcanzó”. Sea los empresarios secuestrados o con familiares muertos; o millones de personas que no tienen qué comer.
El Apocalipsis ha llegado y no nos queremos dar por enterados.
El Apocalipsis ha llegado y no nos queremos dar por enterados.