¿Quién le puso a este país “MÉXICO”? ¿De dónde viene el término? ¿Somos en verdad mexicas todos? ¿Existe un nombre antiguo de esta región cultural del mundo? ¿Sabemos que somos los hijos de los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo? ¿Por qué tanta ignorancia de un asunto tan esencial como el saber quiénes en verdad somos, o ese es el objetivo, ser un pueblo amnésico?, y si fuera así, ¿Cuál es la razón?
En general, las personas aceptamos todo sin analizarlo. La “Historia oficial” es la biografía autorizada del Estado. Los gobiernos criollos (liberales y conservadores, priIstas y panistas) inventaron “sus país” en 1821 al derrotar y posteriormente expulsar a los gachupines del territorio del Virreinato de la Nueva España. En la construcción de “su país” han tenido tres grandes errores: La exclusión, la lucha fratricida y la explotación.
Primero, excluir a la mayoría de ciudadanos que son y han sido de origen “indígena”, producto de la civilización del Anáhuac. Es decir, en su modelo de país, no se contempla la civilización invadida que seguirá en calidad de vencida en un sistema neocolonial. Segundo, enfrentarse en una lucha fratricida con dos modelos de país, totalmente antagónicos y excluyentes. Tercero, que su modelo económico desde 1821, se sustenta a partir de la llegada de capitales extranjeros para impulsar el enriquecimiento de sus familias y grupos de poder, sin que los criollos trabajen y arriesguen. La propuesta es que ellos, con el poder, entregan a los capitales extranjeros una mano de obra casi en calidad de esclavitud con los mínimos derechos, y con todos los recursos naturales para su impune depredación. Todo esto a cambio de recibir ilegales ganancias a través de la corrupción o la simulación de sociedades anónimas.
Esta es la realidad de “este país de criollos” desde 1821 a nuestros días. Y esta es la razón por la cual se ha hecho todo lo posible por mantener a la mayoría de los ciudadanos en la ignorancia de sí mismos. Esta “inconsciencia inducida” que se traduce en amnesia colectiva, permite que se practiquen toda clase de abusos e injusticias con el pueblo y la Nación, sin que la gente se sienta afectada. Los “conservadores-panistas”, que se han caracterizado por ser la parte más oscura y torpe de la ideología criolla, en los dos últimos gobiernos federales han quitado de la Educación Pública la historia antigua: Fox de la primaria y Calderón de la secundaria, no solo la historia antigua, también, las humanidades que nos forman como seres conscientes de nosotros y nuestro entorno y no solo consumidores y productores para alimentar la economía de mercado.
En síntesis, por miles de años nuestros antepasados crearon una de las más importantes civilizaciones del la humanidad (tan antigua y valiosa como China e India), pero desde hace cinco siglos ha sido total y brutalmente excluida la civilización del Anáhuac, por un puñado de vivales que ha cambiado las milenarias leyes, autoridades e instituciones para beneficio, de; primero, de la corona española y, después, para beneficio de los criollos neocoloniales y sus socios extranjeros.
La principal arma para hacer este despojo es quitarle al pueblo invadido-explotado su memoria histórica, porque, como personas, familias y pueblos, somos lo que recordamos…y sí no recordamos nada…no somos nada y pueden hacer todo lo que quieran. Por esto es importante reflexionar y debatir sobre este punto. Los orígenes estructurales de los males de la Nación son de amnesia histórica y falta de identidad. Lo demás, son sus consecuencias. La realidad es que seguimos viviendo en un sistema colonial hipócritamente disfrazado de democracia representativa.
Pero vayamos a la “verdadera historia” y desmantelemos las mentiras coloniales. En el siglo XVIII el primer historiador criollo, Francisco Javier Clavijero (1731-1787) en su libro HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO escribe reiteradamente que el nombre de las tierras donde se instauró el Virreinato de la Nueva España, se llamaba ANÁHUAC. Citas: “LIBRO I 1. DIVISIÓN DE LA TIERRA DE ANÁHUAC. El nombre de Anáhuac que según su etimología se dio al principio a sólo el Valle de México, por estar situadas sus principales poblaciones en la ribera de los lagos, se extendió después a casi todo el espacio de tierra que hoy es conocida con el nombre de Nueva España.”, “6. CLIMA DE ANÁHUAC.
El clima de las tierras de Anáhuac es variable según su situación.”, “12. Yo no pretendo corregir todos sus errores, ni ilustrar la historia natural de aquél reino, sino solamente dar alguna idea a mis lectores de los cuadrúpedos, las aves, los reptiles, los peces y los insectos que sustenta la tierra y el agua de Anáhuac.”. “LIBRO II 1. LOS TOLTECAS. La historia de la primitiva población de Anáhuac es tan oscura y está alterada con tantas fábulas…, del método de contar los años de que usaron los mexicanos y demás naciones cultas de Anáhuac;” (note como aquí, Clavijero les llama a los mexicas: mexicanos). “LIBRO VI 25. EDAD, SIGLO Y AÑO MEXICANO. …Distinguían los mexicanos, los acolhuas y demás naciones de Anáhuac, cuatro diferentes edades del mundo…”. LIBRO VII 23 ARMAS DE LOS MEXICANOS. Las armas defensivas y ofensivas de que usaban los mexicanos y demás naciones de Anáhuac,…”. Seguir citando a Clavijero para una mente analítica es ocioso. Para el primer historiador criollo resulta claro que esta tierra antes de la invasión era conocida por “Anáhuac” y que los “mexicanos” son una de las tantas naciones que aquí vivían.
Pero también el primer “investigador” español que escribió HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA, el francisano Bernardino de Sahagún (1499-1590), quien llegó a éste continente en 1529 para realizar una investigación de la cultura y religión de los pueblos invadidos, no para enaltecerla, sino para poder destruirla con mayor efectividad por la iglesia católica, como lo señala el historiador José Luís Guerrero, en su libro “Flor y canto, en el nacimiento de México” (1990). Sahagún escribe en el “LIBRO IV. DE LO QUE HACIAN EN LLEGANDO A DONDE IBAN. 2.- Entraban en la provincia de Anáhuac no todos, sino aquellos que iban de parte del señor de México, con quien estaban aliados y confederados,”.
El arqueólogo Román Piña Chan (1929-2001), en su libro HISTORIA, ARQUEOLOGÍA Y ARTE PREHISPÁNICO (1972) Cita nuevamente a Sahagún en el Códice Florentino y señala, “De estos cuenta que fueron en pos de los toltecas cundo salieron de Tullan, y se fueron hacia el oriente, llevando consigo las pinturas de sus hechicerías; y que llegando al puerto se quedaron allí, y no pudieron pasar por la mar, y de ellos descienden los que al presente se llaman Anahuaca Mixteca…” (p.51).
Solo basta hacer una lectura “descolonizada” de las llamadas “fuentes” para saber que lo que hoy llamamos equivocadamente México se conocía como Anáhuac. Fray Toribio de Benavente (¿1482-1569?) en su HISTORIA DE LOS INDIOS DE LA NUEVA ESPAÑA escribe: CAPÍTULO I. 39 “Vinieron con grandes gracias y perdones de nuestro Santo Padre, y con especial mandamiento de la sacra Majestad del Emperador nuestro señor, para la conversión de los indios naturales de esta tierra de Anáhuac, ahora llamada Nueva España.” “CAPÍTULO V. 75 Diversas naciones, diversos modos y maneras tuvieron en la cuenta del año, y así fue en esta tierra de Anáhuac,”. “CAPÍTULO XII. 121 La manera de los templos de esta tierra de Anáhuac, o Nueva España,”. “Carta de Fray Toribio de Benabente al emperador Carlos V, enero 2 de 1555. "…éstos comenzaron a edificar casas y a cultivar la tierra y a la desmontar, y como éstos se fuesen multiplicando y fuesen gente de más habilidad y de más capacidad que los primeros habitadores, poco a poco se fueron enseñoreando de estas tierras, que su propio nombre es Anáhuac.”
Es más que claro entonces que estas tierras antes de la invasión europea eran nombradas “Anáhuac” y los pueblos que en ellas vivían era “anahuacas”. Entonces, por qué el nombre de México. El mismo José María Morelos y Pavón, en medio del estallido social en 1813 en contra de los españoles, convoca en Chilpancingo al “Primer Congreso del Anáhuac” para dar a conocer “Los Sentimientos de la Nación”. En efecto, en 1813 todavía no eran muy claro los objetivos y alcances que podía llegar a tener el estallido social en contra de los gachupines, pues en ese momento Francia tenía invadida a España. Por ello Morelos convoca al congreso, al que nombra -“del Anáhuac”-, en honor al nombre original de esta tierra.
La palabra México en lengua náhuatl quiere decir, “en el centro del lago de la luna”. Uno de los tantos pueblos nahuas que llegaron al Altiplano Central fueron los mexicas, y al fundar su capital en un pequeño islote del lago le llamaron México-Tenochtitlán. Una de las versiones más aceptables del nombre de Tenochtitlán es que es la tierra del sacerdote que los guió en la peregrinación del Norte hacia el Sur, llamado Tenoch. El propio Motolinia apunta en su obra que el nombre que tenía el último pueblo en llegar al Valle del Anáhuac era “mexitli” y que se auto nombraban “mexitis, y que a su fundación le llamaron “Timixtitlan” con dos barrios: México y Tlatelulco. Sea como fuere, los mexicas fueron los últimos que llegaron al Valle del Anáhuac y son la cultura decadente del periodo Postclásico con una duración de apenas 196 años, de 1325 a 1521, de los cuales, solo tuvieron un relativo poder de 1440 a 1521, es decir, solo 81 años. Se debe señalar que los mexicas no llegaron en el periodo del esplendor del Anáhuac entre el 200 a.C. y el 850 d.C. Sin embargo, la historia oficial criolla, los pone como un “imperio super poderoso y dominador de todo el Anáhuac, al cual 850 españoles lograron vencer. Las dos ideas totalmente falsas.
El nombre de México se lo pusieron indebidamente los criollos en la fundación de “su país” (de ellos y solo para ellos), con la pretensión de deslindarse de España. La mítica de historiadores criollos como Clavijero, era darle al criollismo un estatus de pertenencia a esta tierra. Durante la Colonia, se entendía como -original de esta tierra- lo “criollo”, de dónde viene los términos de “maíz criollo y gallina criolla”, frente a lo castellano o de castilla, como “nuez de castilla, o rosa de castilla”. Los criollos defendían la idea de “los heroicos conquistadores”, frente a la llegada de los burócratas de la corona que los desplazaron.
El proyecto colonial y neocolonial está sustentado en que los invadidos-colonizados-explotados de ayer y de hoy, pierdan total y absolutamente la memoria y con ello la consciencia. Esta es la razón por la cual indebidamente se llama “historia prehispánica, precolombina, precortesiana a la milenaria historia del Anáhuac. Y a la civilización no se le reconoce como “del Anáhuac”, por ello colonizadamente se le llama Mesoamérica, México antiguo o azteca, México prehispánico.
Por qué no nombrar a este país con su verdadero y milenario nombre? Porque significaría que como pueblo hemos recuperado la memoria histórica y ha finalizado nuestra amnesia. Porque significaría que hemos recobrado la dignidad, la justicia y la fraternidad, y que por consiguiente es posible el final de la colonización, la explotación y la injusticia.
Porque significaría que el grupo reducido de familias y pequeños grupos de poder que viven a expensas de la pobreza de las mayorías, ha dado paso al restablecimiento del bien común sobre el interés privado y a la democracia participativa. Porque significaría el final de la ideología criolla que impide el bienestar, desarrollo y reparto de la riqueza y las oportunidades.
Renombrarlo sería el símbolo de que por fin, construimos un país sin racismo y clasismo, basado en la sabiduría ancestral, producto de la experiencia de Desarrollo Humano de nuestra antigua civilización. Por ello el título de este artículo: “mexica-no…anahuaca si”.
Significaría retomar la ruta propia de una manera similar a la forma en que lo han hecho otros países como China e India, consolidando verdaderamente el mestizaje, con lo mejor y más valioso de la civilización del Anáhuac, de Europa, Asia y África; porque estas culturas han estado presentes en nuestra formación, como en casi todos los países del mundo.
El futuro de nuestro pueblo se encuentra en el conocimiento de su milenario pasado.
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