Después de casi un mes de estar visitando escuelas e impartir pláticas a estudiantes, maestros y padres de familia en el vecino estado de California, E.U., siempre viene la reflexión ineludible, qué tan bueno es la migración para los mexicanos en general y para los oaxaqueños en particular.
No se puede hacer un juicio concluyente y determinante, existen muchas visiones y experiencias diferentes. De hecho, cada migrante es una historia, existen casos sorprendentes que yo conozco de migrantes super exitosos, como un michocano que se fue “al otro lado” para juntar para comprar una bicicleta y terminó con dos concesionarias automotrices en Bakersfield, pero también, miles de muertos y gente en la cárcel.
Rosario Marín, ex Tesorera de Estados Unidos de América.
Existen muchos casos de personas que llegaron a tierna edad llevados por sus padres o que nacieron allá, y que, gracias al esfuerzo y el estudio, no solo han llegado a obtener una licenciatura en las caras y prestigiadas universidades norteamericanas, sino que han obtenido doctorados o posiciones muy elevadas en el sistema educativo y empresarial.
Es indiscutible que uno de los valores de cruzar la frontera es la educación.
Sin embargo, lo que sí es general a todos los migrantes e hijos de migrantes nacidos allá es, sin lugar a dudas, EL SUFRIMIENTO.
Desde el abandonar la familia, la cultura, la Tierra, el traumático cruce de la frontera y la dolorosa adaptación que puede durar años enteros o que, en algunos casos, jamás se logra y se vive en la añoranza permanente.
El aprendizaje del idioma es fundamental y determinante. Podría decir que en más de una década de experiencia de trabajo con los migrantes en California, que el aprendizaje del inglés determinará en gran medida las oportunidades que puedan aprovechar en la cultura anglosajona.
Lo que he observado es que mucha de nuestra gente, que desde el principio no se propone hacer el esfuerzo de aprender el idioma, inmediatamente “desaprende el español”, y empieza a hablar como aquellas personas que tiene muchos años de vivir allá y está olvidando la lengua Madre.
En Estados Unidos se sufre mucho, todo migrante, independientemente del país que venga, el Tío Sam le obliga a perder su Cultura y lengua Madre, su religión ancestral y le obliga por fuerza de la mercadotécnica a venerar al “Becerro de Oro”.
Vivir para comprar y pagar, para ello tienen que trabajar mucho y vender su alma al diablo. Es aquí donde se pierden a los hijos, pues los padres tienen que trabajar de sol a sol y llegan a casa verdaderamente cansados.
Los hijos los educa la calle y la televisión. Se trabaja tan duro en la semana que el sábado es para lavar ropa, arreglar la casa y preparar la comida de la semana. Por ello se pierde la tradición de visitar a los amigos, compadres y parientes.
El sufrimiento permanente de ser “un ilegal”. De andar siempre con el miedo y la zozobra constante de que en cualquier momento puede ser deportado drásticamente sin ningún derecho de facto. Eso, a lo largo del tiempo, produce un estrés y un trauma inconsciente. Que un ser humano sea “ilegal” es un verdadero crimen.
Frente a lo antes expuesto de manera general, los “expulsados” de México, vergonzosamente tienen MÁS OPORTUNIDADES que en su propia tierra. Qué tanta es la injusticia, la explotación y la exclusión social en México y especialmente en Oaxaca, que sus hijos más indefensos del caníbal Sistema Colonial establecido, encuentran las oportunidades en E.U. que su nación les niega desde hace cinco siglos.
Y aquí se debe hacer un reconocimiento a la capacidad y la cultura de los oaxaqueños migrantes que, en primer lugar, son muy apreciados por sus empleadores, por ser personas trabajadoras, responsables y eficaces. Y en lo que respecta a la capacidad de organización los oaxaqueños son los más organizados.
Guelaguetza San Diego. Cal State San Marcos, 11 de Octubre 2009
No solo entre ellos allá, para apoyarse para la búsqueda de un trabajo, un enfermo o una muerte, sino que el oaxaqueño tiene consciencia comunitaria, histórica y cultural.
Existe un venero constate de recursos que llegan a Oaxaca para obras de cada comunidad, de a cinco a diez, los dólares son un reflejo del potencial humano que tienen las culturas anahuacas (indígenas).
Los que sin lugar a dudas se benefician de la migración y el sufrimiento son las economías de los dos países. México recibe decenas de miles de millones de dólares sin gastar un peso en infraestructura social.
Gabino Cué, Guelaguetza en Los Ángeles, California
Las remesas son el segundo lugar en entrada de dólares al país después del petróleo. Y la economía de E.U., que como en el caso de California, la agricultura recibe un “subsidio” hipócritamente disfrazado, pues la mano de obra mexicana es, además de muy profesional y eficiente, muy barata por ser trabajadores “ilegales”.
Pero lo mismo en Chicago, Las Vegas, Florida, etc., los trabajadores en los servicios están en manos de nuestra gente.
Qué sería de México sí no hubiera existido este válvula que desahogara la presión social de la pobreza de más de diez millones de mexicanos que han sido expulsados por la incompetencia, la corrupción y la exclusión de los que tienen el poder en nuestro país.
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