El Estado Mexicano desde 1824, de
manera consciente, estratégica y concertada, ha usado todos los recursos
disponibles a su alcance, para que la mayoría de sus ciudadanos vivan
desconectados de su memoria histórica y de su identidad ancestral.
Que el
pueblo, lo mismo los llamados “indígenas”, como los mestizos, no encuentren en
su vida cotidiana, sea familiar, escolar, comunitaria y laboral, nexos que los
vinculen con la Civilización Madre, de la cual ellos forman parte indisoluble.
Con sus tres poderes y sus tres
niveles de gobierno, la acción se ha realizado de manera permanente, negando
cualquier espacio para recuperar la conciencia histórica y la identidad
ancestral. El Estado, directa o indirectamente, explicita e implícitamente, ha
coordinado esta acción, que ha recibido la cooperación de los grupos de poder
económico, las iglesias y los medios de comunicación.
Los llamados “mexicanos” son un
pueblo heredero de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen
autónomo del planeta, y la que alcanzó los más elevados niveles en cuanto al
desarrollo humano. La civilización originaria de México, es, tan antigua como
las de India y China.
A diferencia de los pueblos de estas civilizaciones, el
pueblo de México vive ajeno, ignorante y desvinculado de sus más remotos
origines culturales de manera consciente.
En efecto, no solo en los pueblos
llamados “indígenas o pueblos originarios”, sino también en el mayoritario
pueblo mestizo, existe un vínculo innegable a la Civilización Madre, pero este
vínculo, es de carácter inconsciente.
Se manifiesta en la vida familiar y
comunitaria, a través de las llamadas tradiciones, fiestas, usos y costumbres,
y en los “saberes comunitarios”. Pero no de manera plena y consciente. No de
manera racional y en la consciencia “de todos los días”.
De manera diferente,
los pueblos de la India y China, si poseen esa vinculación de su pasado
ancestral a su realidad cotidiana, y contribuye de manera decisiva a la
aspiración de un futuro continuo y coherente con su pasado.
Esta desvinculación entre pasado,
presente y futuro del pueblo de México. Esta pérdida de la memoria histórica y
de la identidad cultural ancestral, ha dado como resultado un pueblo frágil,
vulnerable, inseguro, apto para cualquier tipo de manipulación, injusticia y
explotación.
Un pueblo silenciado, maniatado e impotente de defenderse y exigir
justicia.
Un pueblo al que le han
extirpado, de forma violenta o subliminal, durante dos siglos por su propio
gobierno, la plena consciencia de su Cultura Madre, la esencia y la raíz de La
Matria, se convertirá en un pueblo “colonizador-colonizado”, un pueblo de
vencedores y vencidos, un pueblo de primitivos y modernos, de ricos y
miserables.
En síntesis, un pueblo apto para todo tipo de abuso e imposiciones,
sean jurídicas, laborales, económicas, territoriales, religiosas, educativas y
culturales.
El Estado Mexicano ha cometido un
crimen de lesa humanidad y ha violentado el derecho humano del pueblo, que es,
desposeerlo de su memoria histórica ancestral y su identidad cultural más
profunda, esencial y vital.
Por medio de una estrategia
implícita y explícita, a través de sus tres poderes y los tres niveles de
gobierno, de manera sistemática y constante, el Estado Mexicano ha logrado que
el pueblo no tenga conciencia, de que forma parte de una de las seis
civilizaciones más antiguas de la humanidad.
Como consecuencia de ello, no
posee una identidad cultural consiente que lo vincule a un largo proceso de
desarrollo humano y civilizatorio, y menos, que lo comprometa con él.
El Estado por medio de las
instituciones educativas y de investigación, ha creado una “Historia Oficial
Prehispánica”.
Un dogma histórico en el que los mexicas o aztecas, pasan a ser
la cultura más importante del “México antiguo” y del país, desapareciendo miles
de años de desarrollo humano y mil años de esplendor civilizatorio, así como
todos los pueblos indígenas que han sobrevivido a su muerte histórica.
Que el
13 de agosto de 1521, con la caída de Tenochtitlán, desaparece “el México
Prehispánico”, e inicia el “México colonial”.
En el que la Conquista, “por más
sangrienta e injusta, fue necesaria para iniciar el tránsito a la civilización,
a la modernidad y al desarrollo, que nos permitió integrarnos a Occidente y
formar parte de la Historia Universal”.
Que el México moderno nace de los
escombros del Templo Mayor, la evangelización y la castellanización.
Que la
presencia de extranjeros, sus capitales y tecnologías, ha sido y son, la única
vía para acceder al bienestar y progreso del país.
La nación mexicana nace por una acción
violenta y sangrienta, sustentada en el despojo y la ilegalidad, desde Hernán
Cortés hasta Carlos Slim.
Acción que se mantiene hasta nuestros días de manera
incesante, haciéndola parecer natural e intrascendente. Desde la Matanza de Cholula hasta la de Nochixtlán.
Los extranjeros y sus
descendientes, son los que han decidido sobre el destino del país que crearon
en 1824; de ellos y para ellos unicamente.
Los pueblos ocupados, solo pueden
ser carne de cañón, amnésicos ciudadanos, dóciles trabajadores y voto duro para
las elecciones de los grupos oligarcas que luchan por el poder.
Crimen de lesa humanidad.
Es crimen de lesa humanidad —o contra
la humanidad— según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional "todo
aquel acto tipificado como asesinato, exterminio, esclavitud, deportación o
traslado forzoso de población, encarcelación u otra privación grave de la
libertad física en violación de normas fundamentales del derecho internacional,
tortura, violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado,
esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable,
persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos
políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género, u
otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al
derecho internacional, la desaparición forzada de personas, el crimen de
apartheid u otro acto inhumano de carácter similar que cause intencionalmente
grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la
salud mental o física cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o
sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.”
El Estado Mexicano, desde su
fundación, ha implantado una política de sometimiento del pueblo a través de
privarlo de su memoria histórica ancestral. Que no sepa quién es, ni de dónde viene.
A través de la “historia oficial”,
se ha tratado de borrar los miles de años de desarrollo humano, de sus logros y
aportes a la humanidad, como el maíz, el chocolate, la cuenta perfecta del
tiempo, por solo citar tres aportaciones, que hoy, forman parte de los
elementos culturales del mundo contemporáneo.
La idea de que la milenaria
historia del Anáhuac se reduce a la cultura mexica de 196 años, de un pueblo
guerrero, imperialista, y que, gracias a la
Conquista y Colonia, se logró civilizar y encauzar una cultura primitiva a
llamada “cultura universal”.
La cultura dominante, desde 1824
ha sido hispanista, afrancesada y norteamericanizada. Malinchista, extranjerizante y racista.
Orientada por una
“ideología criolla”, que pondera lo extranjero sobre lo local, lo moderno sobre
lo tradicional, lo individual sobre lo comunitario, el interés personal o
privado sobre el bien común o interés comunitario.
Con un modelo económico que
promueve el desarrollo del país a través de la inversión y tecnología
extranjera y la depredación de los recursos naturales, ofreciendo al capital,
mano de obra barata a través de pauperizar al pueblo.
Este modelo económico e ideología
extractiva, solo se puede lograr a través de desposeer al pueblo de su
conciencia de ser, es decir, desposeerlo de su memoria histórica y su identidad
ancestral.
Someterlo a una “especie de lobotomía” para generar un estado de
pasividad y resignación “Guadalupana”.
Quitarle sus ancestrales recuerdos para
dejarlo amnésico e inconscientes.
Por medio de una falsa identidad, arropada en
un confuso nacionalismo, el pueblo queda engañado, vulnerable y apto para su
explotación.
Esta estrategia históricamente ha
atentado contra la integridad física, la salud mental, emocional y física, así
como en contra de la auto estima y la dignidad.
Ha sido un ataque sistemático y
premeditado, usando todos los recursos e instituciones de Estado para mantener
al pueblo sometido, explotado e indefenso.