La pérdida de la memoria y la “no identificación” con las raíces ancestrales, es lo que ha hecho que: primero los gachupines y después los criollos, hayan mantenido impunemente un sistema de explotación y depredación durante quinientos años en lo que hoy llamaron indebidamente los criollos “México”.
En efecto, el “mexicano común” no conoce nada de los siete milenios y medio de desarrollo humano de la civilización del Anáhuac. Pero lo devastador de esta desgracia es que –no les interesa saber nada-. El mexicano no le gusta y no le interesa saber nada del México antiguo. El trauma es muy severo y ha sido cuidadosamente estructurado desde 1519.
La gente de este país, además de no saber nada, porque el sistema educativo esta diseñado para que el alumno no sepa nada de su historia y cultura ancestral, no siente interés por conocer o investigar sobre su más antiguo pasado, en donde esta su raíz y su esencia. Se contenta con saber algunas cosas inexactas que los conquistadores-colonizadores les han hecho saber de “los aztecas”. Más nada.
Les duele inconscientemente pensar que 850 aventureros “destruyeron y derrotaron al más grande y fabuloso imperio indígena, los aztecas”. Mito colonizador que es totalmente falso, pero que es el que se ha impuesto en la confusa y adolorida memoria del pueblo.
Bástenos consultar el libro de texto de historia de la SEP, en el que la batalla en la que “nuestros antepasados” derrotaron a los invasores extranjeros, es enseñada y referida como: “La Batalla de la Noche Triste”. ¿Triste para quién? Lo que revela la ideología hispánica-colonizadora con la que esta escrita la “Historia Oficial” que diariamente se les enseña a los niños de este país.
Resulta interesante y revelador, para unos ojos atentos y descolonizados, como en general todo lo que se refiera a la Historia y Cultura ancestral del Anáhuac, es decir, “la propia nuestra”, sutilmente desaparece. La historia que se escribió sin la intervención de ningún pueblo extranjero durante siete milenos y medio, y que llevó a la Civilización del Anáhuac a ser la que logró el más alto grado de Desarrollo Humano en la historia de la humanidad. Es minimizada, tratada de borrar de la mente y del corazón del pueblo.
Por ejemplo: Para referirse a la civilización y culturas del Anáhuac se dice “prehispanic@”, es decir, antes de los españoles. El punto es borrarnos del mapa y de la conciencia la identidad ancestral. Poca gente en este país sabe que antes de la llegada de los invasores europeos, la Civilización del Anáhuac era una de las seis más antiguas y con origen autónomo del planeta.
También se usan los eufemismos de: “precortesiano y precolombino”. El mensaje es borrar y no nombrar al pueblo, cultura y civilización invadida-colonizada. La idea subliminal es hacer creer al invadido-explotado, que antes de la llegada de los colonizadores, “no existía nada” y que “todo comenzó” cuando llegaron los europeos. Mel Gipson en su película “Apocalipto” es el mensaje que trata de enterrar en el corazón y la mente del ignorante espectador.
Nunca en el discurso oficial, desde el de Hernán Cortés con sus Cartas de Relación hasta León Portilla con sus textos de la “cultura prehispánica”, pasando por Bernal Díaz del Castillo, Fernado Alva Ixtlixochitl, Francisco Javier Clavijero, Alfredo Chavero y los historiadores “oficiales” contemporáneos, jamás se habla con la verdad, nunca se dicen las cosas como en verdad fueron. Siempre la historia de la invasión, conquista y colonización se nombran con eufemismos que tratan de esconder una de los holocaustos más dolorosos y dramáticos de la historia de la humanidad.
El Anáhuac fue y ha seguido siendo: invadido, masacrado, saqueado, esclavizado, destruido, explotado, negado, excluido. Los europeos nos han negado el derecho a ser seres humanos, antes con la encomienda y la religión, y ahora con el salario mínimo y la televisión, y han tratado de destruir y minimizar la civilización avasallada. Su objetivo ha sido siempre que los invadidos-explotados no se reconozcan en sus raíces, las desprecien y las nieguen. Que se identifiquen y emulen a sus opresores-predadores.
Siempre se refieren a este vergonzoso hecho de sangre e injusticia, como “un logro civilizatorio” de Occidente. La historia oficial de los españoles (1521 a 1821) y la historia oficial de los criollos (1821 a 2010), que valida, justifica y explica la realidad “presente y pasada”, como un hecho “doloroso” pero necesario para que “naciera un país”. México, el país creado por los criollos y para los criollos, en el que siempre ha sido excluida, explotada y negada la base del pueblo, es decir, los descendientes culturales y genéticos de los pueblos y culturas originarias.
Los “morenitos”, los “indios”, nacos, yopes, peladitos, mugrosos y demás epítetos con los que las clases colonizadores (propias y ajenas) se refieran despóticamente a los “originarios”. Esa gran mayoría que vive en pobreza, en la contingencia alimentaria y pobreza extrema. Ese ejercito de compradores de productos de mala calidad y productos chatarra. Ese ejército de desempleados y mano de obra barata. Por un lado once millones de indígenas que poseen el uno porciento de la riqueza nacional, y por el otro extremo, 85 mil criollos que poseen más de un millón de dólares y el 38% de la riqueza nacional.
Y una inmensa masa amorfa de mestizos desculturizados. Ese pueblo víctima de televisa y tvazteca. Esa gente que desde hace cinco siglos día a día, no solo se le explota y se le excluye, sino que, diariamente se le embrutece, se le enajena, se vulgariza, se le quita su cultura propia (que ha sabido preservar a través del sincretismo y la resistencia cultural) para ahogarlos en la modernidad-consumista y depredadora. “Esta gente”, que representa la mayoría de este país, es a la que le impiden recuperar su memoria histórica, su dignidad como seres humanos, su conciencia de Ser.
Pero… pronto llegará el momento que de nuevo salga el Sol. Que los hechos históricos se conozcan como fueron. Que retorne del subconsciente el Quetzalcóatl cósmico que existe en cada uno de los corazones de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas. Llegará la hora señalada por las profecías del Anáhuac en que emergerá telúrico, el Sexto Sol del equilibrio, y derrumbará todas las estructuras, mentales y materiales, de los colonizadores y explotadores (propios y ajenos), y nuestros niños y jóvenes vuelvan a escuchar palabras verdaderas y recuperen la gloria de sus antepasados.
Están por venir tiempos de luz y de verdad. Se recordará entonces con nítida claridad la Toltecáyotl, y las injusticias y crímenes de la conquista y la colonización cinco centenaria, no para buscar venganza, sino para que no se vuelvan repetir. Los rostros y corazones de los anahuacas despertarán de esta pesadilla y volveremos a ser lo que durante miles de años siempre hemos sido. Hombres y Mujeres verdaderos. Hijos de la Madre Tierra y de nuestro padre generoso el Sol, seres humanos respetuosos de “aquél por quien se vive”. Será entonces como en la memoria cotidiana despertará el “banco genético de información cultural” y nos reconoceremos y conoceremos nuestra milenaria Historia Verdadera.