El racismo es uno de los cimientos más importantes del capitalismo y la modernidad eurocéntrica. Podríamos afirmar que es la "razón de ser" del sistema económico.
Cuando Colón afirmó que “los descubiertos” no tenían alma, sentó las bases de la explotación y exclusión.
En efecto, cuando se le quita “al otro” (al invadido-descubierto) su calidad humana, pasa a ser lo mismo que un burro o buey. Son animales que, según las tesis griegas y judeocristianas, “Dios” los creó para nuestro provecho.
De modo que a un animal no se le pagará salario, ni tendrá prestaciones, y menos bienes o saberes. Solo es un animal para nuestro beneficio.
Así,
los españoles, con la cruz, la espada y sus enfermedades provocaron un
verdadero holocausto, que la “historia oficial” hispanista y neocolonial han
tratado de ocultar. En menos de un siglo exterminaron a casi 24 millones de
personas en el Anáhuac.
Hoy le llamarían “daños colaterales de la economía
moderna”. Actualmente se mueren diariamente 30 niños mexicanos por porblemas generados por la miseria. En México hay cerca de 52.1 millones en condición de pobreza, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
Durante
tres siglos la corona española impuso un feroz y riguroso “sistema de castas”
que se sustentaba en el racismo. De los 40 millones de niños y adolescentes que existen en México, 21.2 millones estaban en situación de pobreza y 4.7 millones en pobreza extrema.
No solo para favorecer y legalizar la
explotación de los “gachupines” a todas las castas inferiores, incluidos sus
parientes los criollos. En el Distrito Federal existen polígonos con pobreza extrema en las delegaciones Tláhuac, Álvaro Obregón, Xochimilco, Venustiano Carranza, Coyoacán.
Españoles que por el hecho de haber nacido en América
eran de segunda y no podían aspirar a los más altos cargos del gobierno, la
iglesia y el ejército.
Sino de manera perversa, la corona, con el sistema de
castas y el racismo, se aseguraba que todos en la Nueva España estuvieran
luchando contra todos y no hicieran “causa común” en contra del imperio.
Pero
a final de cuentas, los criollos no resistieron la “injusta exclusión” y se
levantaron en armas contra los gachupines, de modo que cuando Hidalgo grita “es
hora de matar gachupines”, enciende en el atrio del templo el estallido social
de los indígenas y mestizos en contra de los gachupines.
El objetivo de Hidalgo
y sus secuaces criollos, no era ninguna “independencia”, en su mente estaba
solo usar a los indígenas para quitar del poder a los gachupines y quedarse
como amos de la colonia.
Finalmente
los criollos, con la ayuda de los indígenas y mestizos vencen a los gachupines,
los corren y crean “su país de ellos y para ellos”.
En estos 193 años de “vida
independiente”, los criollos han mantenido el sistema colonial, con la brutal
explotación de los pueblos originarios, los mestizos y los recursos naturales,
y por supuesto, han mantenido el sistema de castas, solo que de manera
hipócrita.
México
es un país racista y clasista, en manos de extranjeros avecindados que tienen
la mayor parte de la riqueza producida por la mano de obra (casi esclava) y los
depredados recursos naturales.
Según la Constitución todos somos iguales, sin
embargo, existen unos “más iguales que otros”. En teoría y en el discurso
político no existe el racismo, sin embargo, las estadísticas nos dicen lo
contrario.
Un puñado de 2540 “mexicanos” poseen la mayor parte de la riqueza y
200 mil familias son los “afortunados mexicanos”.
El 72% de los “mexicanos
morenitos” no tienen satisfechas sus necesidades básicas. Más de la mitad del
pueblo vive en la pobreza y de ellos más de 15 millones en pobreza extrema, la
mayoría vive en estados de fuerte presencia anahuaca.
Todos los índices de
injusticia y marginación: analfabetismo, hambre, enfermedades, desempleo, falta
de servicios, etc., están, como dijo la hija del presidente, “con la prole”.
El
mestizaje en México es “pro extranjero”, es decir, todos afirman tener un
abuelito venido de “extranjía” (metafóricamente). Los niños más pobres del país son "casualmente" anhuacas.
Muy pocos presumen a su
abuelito anahuaca. Pero en todo caso, solo existe un mestizaje racial, más no
cultural, porque desconocemos y rechazamos la verdadera historia y cultura de
nuestra parte anahuaca. Somos extranjeros incultos en nuestra propia tierra.
Pero
existe un racismo más peligroso.
Aquí la gente en el poder económico y
político, tiene total impunidad.
Para ellos, no aplican las leyes, pueden asesinar,
explotar, robar, prostituir, contaminar, evadir impuestos, destruir la
naturaleza, regalar los bienes de la nación, envenenar al pueblo, tanto físicamente
como intelectualmente.
Pueden impunemente destruir el mismo Estado nación y
someterlo mansamente a los intereses perversos y necrófilos de los grandes
capitales y empresas transnacionales.
Cambian
las leyes a su conveniencia y tratan de aparentar un “Estado de derecho” y
actuar con “legitimidad”.
Esto es racismo, porque los afectados son el pueblo
que ha perdido “su humanidad” y con ello, sus más esenciales derechos para
vivir con dignidad, como seres humanos.
Este “racismo” nos condena a la mayoría
a vivir como animales, es decir, explotados, enajenados y sin ningún derecho.
El racismo es una forma de explotación.
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