Realmente no ha cambiado en esencia la situación de vida de los invadidos desde 1521 a nuestros días. Las condiciones cambian por fuera, según el tiempo y el espacio. La calidad de vida y el nivel de vida de los auténticos hijos de los hijos de la civilización del Anáhuac, se han mantenido casi igual en estos 500 años de colonización. La injusticia, el abuso y la explotación, son los medios para exprimir al pueblo. La ignorancia fomentada, la vulgaridad cultivada y la vacuidad existencial diseñada, son las formas con las que se embrutece al pueblo. Para que cada día se alejen de su Cultura Madre y abracen ciegamente “la modernidad, la democracia y el libre mercado”, trampa para su pobreza.
Desde la encomienda hasta el salario mínimo, los mexicanos más originarios son los más pobres, los más explotados y los más engañados. El diez por ciento de los mexicanos más pobres, poseen el uno por ciento de la riqueza nacional y del otro lado, el otro diez por ciento de “los mexicanos” (criollos y extranjeros avecindados) poseen casi la mitad del PIB. Y entre los dos, una inmensa masa amorfa de mestizos desculturizados, que no son ni de aquí ni de allá, hijos del canal de las barras y las estrellas. Gente “motherna” o en vías pirata-patito de serlo. Vulgares, majaderos, violentos, sin urbanidad, cochinos, pendencieros. Viciosos de la TV, el alcohol, el tabaco, el fútbol , a la comida chatarra y los refrescos embotellados. Perdidos en el laberinto de la desolación de ser unos don nadie, buscando una identidad en la farándula o en el deporte comercial. Esto es lo que ha hecho la colonización con nuestros indefensos hermanos, que perdieron la fuerza de sus tradiciones y costumbres, la fortaleza de su ancestral, Cultura Madre.
La UNAM acaba de presentar una investigación que rebela que con el salario mínimo sólo se puede adquirir el 16 por ciento de la canasta básica alimentaria y da un dato dramático: 47 por ciento de las personas que tienen empleo en el país gana sólo entre uno y dos salarios mínimos al día. Entre la encomienda y el salario mínimo no hay diferencia, el informe señala que el 67 por ciento de los trabajadores mexicanos viven en una condición de pobreza laboral. Los mexicanos seguimos viviendo en una gran encomienda, donde los capataces son los políticos y los ricos, pero que los dueños de la encomienda son las empresas transnacionales (los mercaderes). Cada día hay menos trabajo y cada vez está más mal pagado. Cada día se pierden las prestaciones y el gobierno apoya a las grandes empresas para explotar a los trabajadores. Esto, por desgracia, no ocurre solo en México, es un mal global, que parte desde las propias naciones más ricas, en donde a los trabajadores también se les está quitando todas sus prestaciones y se les está pagando menos.
Ya al inicio de la Colonia, el Padre Bartolomé de Las Casas escribe, “Es la vida de los pobres el pan de los miserables; y es un hombre sanguinario cualquiera que se lo quita”. Y el investigador ruso acota, “Se trata efectivamente , en todos estos casos, de un ASESINATO ECONÓMICO, cuya entera responsabilidad recae en los colonizadores.” (La Conquista de América, Tzvetan Todorov. Editorial S.XXI).
Este es el punto amable lector, en los territorios que hoy conforman México y que antes fueron el Anáhuac, desde 1521 los invasores-conquistadores-colonizadores, han estado cometiendo un ASESINATO ECONÓMICO a lo largo de estos casi cinco siglos. Los pueblos invadidos, y sus herederos, los hijos de sus hijos, sean ahora mestizos o indígenas, han sido mantenidos en una feroz explotación. Desde 1521 los únicos que se favorecen son los extranjeros y los hijos de los extranjeros. Por desgracia, es posible hacer un “mapa de la pobreza” a través del fenotipo y el color de la piel en nuestro país. Por ello, “los mexicanos”, somos un país racista y clasista. En México, y especialmente en las regiones indígenas, no existen RELACIONES HORIZONTALES DE RESPETO Y EQUIDAD, sea en la economía, en la política, en la sociedad o en la Cultura. El Sistema es Colonial y las relaciones son de subordinación, verticales y abusivas. En los estados indígenas, como: Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Guerrero, partes de Puebla, Hidalgo y Veracruz, las relaciones son injustas, sea en el plano económico, político, educativo, comercial y Cultural. Esta es una de las razones por las cuales son estados “pobres”, en medio de una gran riqueza natural y humana. Los criollos en México, jamás han podido igualar a sus parientes, los gachupines, que en la época Colonial, lograron (vía la explotación de la gente y los recursos naturales), hacer de la Nueva España, la fuente de la riqueza y poderío de la corona española.
La histórica voracidad e incapacidad de los criollos, han mantenido vivo el sistema colonial. Otras regiones en México, especialmente en el Norte, han logrado erradicar con mayor tino los vicios de la colonización, por lo cual sus relaciones económicas, políticas, sociales, educativas y culturales, son más horizontales, lo que permite tener una sociedad más equitativa y con mayor desarrollo económico y social. Y este es el secreto, del por qué, los del Norte son más ricos a pesar de tener menos recursos naturales que los del Sur. Lo que no entienden los “CRIOLLITOS ALPARGATEROS EXPLOTADORES”, es que sí ellos invierten de más y de manera audaz; y pagan mejores salarios, los trabajadores viven mejor y tienen más dinero que re-invertir en la economía local. Al vivir mejor y tener “poder adquisitivo”, la gente tiene mayor bienestar y se mueve más el dinero y se logra el crecimiento económico. Por el contrario, si no invierten y explotan con míseros salarios mínimos, la sociedad en general no tiene dinero y cada día crece la pobreza y el resentimiento social.
Esta “Guerra Económica” a la que han condenado a los invadidos-explotados los colonizadores, ha dejado muchos crímenes económicos. Estos crímenes, tienen una profunda huella en la memoria histórica de los vencidos. El clima de “estallido social” se mantiene en estado de “permanencia total”. La mayor parte de los mexicanos sabe que, haga lo que haga, “NACERÁ-VIVIRÁ Y MORIRÁ POBRE”, en medio de una injusticia endémica, en donde las Instituciones de Estado están en manos de políticos frívolos y corruptos, que están a las órdenes y atendiendo servilmente los intereses de sus amos, los dueños del dinero.
Existen dos elementos opuestos que han postergado (temporalmente) el estallido social. Uno es la migración y el otro la comunicación. En efecto, la migración ha hecho que casi 30 millones de mexicanos vivan en E.U. y no solo encuentren trabajo allá, sino que están sosteniendo a sus familias en México, pues “pagan tan barato la mano de obra” que con una hora más que trabajen allá, es como un día acá. El otro es, que hasta hace muy poco (1994), el gobierno tenía el control total de la información. Por las nuevas tecnologías, especialmente la Internet, los pobres más pobres del país (los que viven en el sótano), se están comunicando y organizando, y están creando, por primera vez en la Historia Colonial, una red de comunicación desde Tijuana hasta Chetumal.
El estallido social que viene, ahora no será como el de 1810 o el de 1910, que empezó por regiones aisladas y en algunas partes del país, jamás llegó. Por desgracia, el estallido social, producto de esta “Guerra Económica” a los más pobres, por primera vez en cinco siglos será de dimensión nacional.Por desgracia la cara del “México bronco” de Reyes Heroles, llegará a todos los rincones de este maltratado país, (pues en todas partes crecen los pobres). Tal parece que los ricos (extranjeros y criollos) no se dan cuenta que, la tensión social, cada día crece peligrosamente en el país. Han tomado la decisión de usar la fuerza represora, como la respuesta más cómoda y barata para controlarla. La tentación de usar las armas para detener el estallido social es más grande que la inteligencia, la sensatez y la prudencia.
En la historia de la humanidad, nunca, ningún ejército, local o extranjero ha podido dominar un estallido social. E.U. con su poderoso ejército no ha podido contener al pueblo de Irak y al pueblo afgano. En vez de usar la fuerza en esta “Guerra Económica”, por qué no usar la cordura, el sentido común…y por qué no, el humanismo. Dos pesos de aumento al salario mínimo resulta un desprecio suicida ante la pobreza y la necesidad de los desesperados…¿no cree usted, amable lector?
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