La PALABRA es un BIEN del género humano. No solo es la expresión de lo que pensamos, sino de lo que sentimos, soñamos, deseamos y aspiramos. El idioma es la forma en la que un ser humano, una familia y un pueblo desarrollan su cultura y trasmite su ser y sentir de la vida. El idioma es la PATRIA, la Madre, la Familia, el Barrio, el Estado, el País. La Palabra es la forma en la que vibra nuestro Espíritu. El andamiaje Cultural se construye a través de la Palabra.
Pero en un plano más elevado, la Palabra es EL VERBO. Los grandes maestros y avatares de la humanidad han logrado trascender su sabiduría en los seres humanos a través de “SU PALABRA”. Porque la palabra es ENERGÍA y la energía penetra a la materia…la conmueve, la transforma, la trasciende. Científicamente ha sido demostrado que cuando se “le habla al agua”, ésta recibe la carga energética de los pensamientos a través de las palabras vibrantes de los sentimientos. Esto es, que los humanos podemos a través de las palabras, impregnar o enviar, energía vibracional al agua y ésta la recibe y retiene, sufriendo transformaciones. Sea a través de palabras que expresen los sentimientos más sublimes o por el contrario, sea que a través de ellas expresen sentimientos negativos o degradados espiritualmente.
Sí los seres humanos podemos trasmitir a través de la palabra energía positiva o negativa al agua, es muy lógico que, al estar compuestos en mayor proporción por agua, los seres humanos también somos “afectados” por las cargas energéticas de las palabras. Sea las que salen de nuestro interior, sea las que recibimos del exterior.
“El Poder de la Palabra” entonces cobra otro significado, quizás más antiguo y profundo. En efecto, todavía en el S. XIX la maldición de una persona a otra era temida y evitada. Se sabía, por experiencia, que cuando una persona “maldecía” a otra desde lo más profundo de su alma y con toda la fuerza de su Espíritu, esa energía negativa podía llegar a causar un mal.
Pero también se sabía por cierto, que “escuchar” a un hombre sabio o santo, podía cambiar positivamente la vida de una persona. De ahí que los grandes maestros no solo contaron con una pequeña Pléyada de alumnos o discípulos, sino en general, eran seguidos para ser escuchados por grandes multitudes. Tal vez el último de estos seres iluminados fue Mahatma Gandhi, quien logró liberar a su pueblo de la colonización británica a través de “SU PALABRA”.
Todo este prefacio, amable lector, es para reflexionar el lamentable estado en que se encuentra “La Palabra” en nuestros días. Más allá de las palabras de los políticos y los dueños del dinero, que es de todos sabido que están llenas de mentira y falsedad. Más allá, por supuesto, de las palabras de los gritones de la radio y los embaucadores de la televisión…palabras llenas de vileza, vacuidad, ignorancia y maldad. El mundo de las palabras “lo hemos también contaminado”.
A la mentira con eufemismo se le llama “mercadotecnia comercial”, a la esperanza traicionada se le llama “discurso político”. A la palabra lasciva, vulgar y de doble sentido, ahora se le llama “entretenimiento”. A la palabra venenosa y chismosa se le llama “ventaneando”. A la palabra que difama se le llama “declaración”. A la palabra que secuestra y deforma la realidad, se le llama “noticia”.
Hemos degradado tanto el idioma y la palabra, que ya casi no expresamos palabras de amor, de solidaridad, de compasión, de ternura, de tolerancia, de fraternidad. Esta degradación habla de un gran vacío existencial y espiritual. Esta pobreza oral y este páramo lingüístico en la sociedad, nos hablan del lamentable nivel de desarrollo humano y espiritual de nosotros mismos.
En efecto, la miseria espiritual de la sociedad se puede dimensionar a través de su forma de hablar. No solo “de lo que hablan”, sino de “cómo lo hablan”. Sea un Presiente de la República demostrando su incultura y su incapacidad. Sea un “gobernador precioso” o sea un mega empresario textilero libanés, enviciado en el abuso de menores, que se comunican sus actos ilegales con majaderías y bajezas. En efecto, la vulgaridad y las groserías, que valga decirlo, siempre han existido, se expresaban en gente de niveles muy bajos, tanto en lo académico, cultural y económico. Hasta hace muy poco se “guardaban las formas” delante de los niños, en la familia, frente a las mujeres y ancianos. Los niños y jóvenes delimitaban mucho su lenguaje vulgar delante de otras personas y no lo usaban en público. Los medios masivos de comunicación, especialmente la radio, la TV y los impresos, cuidaban mucho de mantener un buen nivel del lenguaje.
Sin embargo, desde que “la democracia llegó”, se ha dado más que un libertinaje en los medios. La vulgaridad y las groserías se han hecho “muletilla” de muchos “comunicadores”.
A tal punto es este problema, que mucha gente esta hablando como “el payaso tenebroso” de manera cotidiana y sin darse cuenta. La gente ya no habla por ella misma, con palabras propias, como hablaban sus padres y abuelos, como se hablaba en su estado o en su región…en cadena nacional una inmensa mayoría de gente habla “como en la radio y en la TV”.
Los padres han abandonado “el buen hablar y el buen decir”, los maestros también. Los negocios, desde las más altas esferas, hasta la compraventa de chatarra se expresa con vulgaridad y bajeza.
Ante esta situación tan extendida, los NIÑOS ESTÁN HABLANDO COMO CARGADORES O TORTILLERAS. La dimensión de sus palabras, expresadas a viva voz y a todo pulmón sin recato alguno, sea en una escuela, en la calle o en un centro comercial, reflejan tal grado de degradación que llegan a perturbar a los mayores, tanto por su crudeza, como por el cinismo con que son expresados.
Amable lector, este espacio “no es un púlpito de la Real Academia de la Lengua”. No se trata de ser timoratos y persignados. Se trata en cambio de hacer una reflexión sobre un problema que esta creciendo de manera exponencial y que nadie dice nada y que a casi todos nos atañe.
La contaminación ambiental es un problema fundamental de contaminación espiritual, lo mismo sucede con LA PALABRA. La bajeza y la vulgaridad con la que mucha gente esta hablando en el mundo cotidiano, especialmente los niños y jóvenes, es un importante indicador de los graves problemas que tenemos como sociedad en el aspecto de LOS VALORES.
En efecto, la deshumanización y embrutecimiento de la sociedad esta siendo auspiciado y fomentado por los dueños del dinero a través de los medios masivos. El objetivo es que los empleados, desempleados, subempleados…vamos, los “consumidores”, NO PIENSEN, NO SIENTAN, NO TENGAN SENSIBILIDAD. De lo que se trata es de embrutecerlos a tal punto que no cuestionen nada y todo lo acepten mansa y dócilmente.
Sí la gente que sale en la TV y la que se escucha en la radio es vulgar, grosera y mal hablada. Sí los políticos se expresan como matacuases en plena fiesta de la Santa Cruz y los empresarios hablan como sí estuvieran en una pulquería. Sí los maestros y profesores se comunican como sí estuvieran en un palenque…¿qué podemos esperar de los niños y jóvenes?
Sí se ha PERDIDO TODO EL RESPETO a la familia, a la casa y a los mayores, qué podemos esperar de nuestra sociedad. ¿Qué es lo que en verdad buscamos con nuestras vidas y con nuestra sociedad? ¿Es solo el dinero, el consumo, el placer y el poder? ¿Qué existe después de la muerte? ¿Solo hemos venido a degradarnos? ¿Qué es lo que les estamos enseñando a nuestros hijos con nuestra forma irresponsable de vivir? La fuerza de las palabras nos puede salvar. Amable lector, ¡USTED TIENE LA PALABRA!
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